Manual para reconocer la
naturaleza de la crisis 2020 y sus soluciones de raíz
Por la humanidad consciente
(Este texto tiene autor individual, pero no lo tiene. Tiene mas bien un
redactor individual, porque las hipótesis y soluciones aquí presentadas son el
resultado del trabajo de miles de personas y difusores de ideas e
investigaciones. Siéntete libre de engrosar el contenido de este manual
anotando qué cosas escribiste tu, -como quieras presentarte-, y qué cosas no. Hazle anexos a este texto, que puedan nutrirlo. Procura proponer soluciones pedagógicas, metódicas, precisas y claras sobre las
acciones que deben seguirse. Este manual da directrices, pero no las
desarrolla. No es la especialidad del redactor el desarrollo concreto de estas
directrices. Difunde este documento y hazlo grátis. Si puedes, tradúcelo a
otros idiomas. Nunca ganes dinero por él ni por difundir sus ideas. Eso pondría
en duda tu desinterés y tu amor por la libertad humana, la inclinación humana a
la plenitud y a la felicidad espiritual).
I-
Despertar a la duda.
Lo que teníamos antes del 2019. Protestas sociales
masivas en decenas de países. Un receso económico se avecinaba. Guerra
económica entre Estados Unidos y China. Hipervigilancia social y conductismo de
masas en China, mediante tecnología 5G. Lo que tenemos desde 2020. Una pandemia
mundial y una recesión económica en camino. Si crees que ocurrió por un azar
biológico en China y que la humanidad y
TODOS sus dirigentes tienen y han tenido las mejores intenciones de atender la emergencia,
NO NECESITAS LEER ESTO. No quieres darte el lujo de la sospecha. Eso te hace
feliz. Estás en tu derecho.
O podemos llamarlo etapa de negación. Lo último que uno
quiere que le digan es que ha sido engañado. Daña la autoestima. ¿Cómo es que
yo, tan inteligente, pude haber sido engañado? Solo quizás. Quizás lo has sido.
No porque no seas inteligente, sino porque no tenías acceso a la información.
Los alemanes no creían que Hitler fuera a subir al poder, y muchos , terminada
la guerra, todavía no creían que
hubiesen existido campos de concentración. Les parecía ficción. Ojalá no te
esté sucediendo lo mismo.
Es necesario y urgente crecer en conciencia de amor por
toda la vida en todas partes. La evolución planetaria pasa por un punto crucial
que requiere como nunca tu participación personal, voluntad firme e
introspección a fondo acerca de las áreas sicológicas oscuras, reprimidas de tí
mismo, que no son agradables de reconocer pero gobiernan sin que lo sepas mucho
de tu conducta pasiva o activa. Hay cosas que permites que ocurran a tu
alrededor para seguir en tu zona de confort, a las que te ciegas porque pueden ser
demasiado dolorosas. Llevan a tu conducta pasiva, todo lo que no haces, no
piensas, no investigas y prefieres no saber, para permanecer ingenuo sobre las
fuerzas que se oponen al amor. En realidad nada se opone al amor, porque el
amor todo lo logra y siempre triunfa a la larga, debido a que la vida se nutre de amor y es lo único
real. Lo irreal no puede prevalecer sino de modo efímero, es sintético,
ilusorio, falso.
Puedes motivarte a sentir amor
sin conocer la lógica que opera en sentido contrario, la lógica del temor. Sí,
sí puedes y debes. Una vez que pierdas tu inocencia infantil entendiendo lo que
te vamos a revelar a continuación, debes “olvidar” lo que entendiste para no
permitir que te perturbe de nuevo. Te perturbará provisionalmente para que pases
de la inocencia cómplice a la inocencia adulta de un constructor de amor. Lo
que oirás es muy perturbador, hiere el corazón. De ser completamente verdadero
lo que aquí se plantea, es muy triste. Debes saberlo y luego, sin duda, no
volver a pensar en ello. Pero es indispensable que conozcas la lógica y los
falsos poderes que rigen tu mundo geopolítico, según lo que se puede sintetizar
hoy en día por medio de un poco de investigación en internet, de fuentes
creíbles.
Lo sentimos mucho por ti. Es hora
de que despiertes y trabajes con más esmero por hacer lo que se llama “masa
crítica” para el despertar colectivo urgente que se requiere. Si puedes
trabajar con mucho más esmero que ahora, dedicando tu vida principalmente a
crecer en amor incondicional, desde ahora mismo, no necesitas leer esto. Pero
es muy probable que no hagas prioritario
trabajar por el cambio planetario transformándote radicalmente si no te enteras
del “modus operante” que se nutre de tu comodidad e ingenuidad para seguir
adelante con sus planes de prolongar lo que no es real, sino sintético, porque
no procede del amor, sino de su inexistencia.
Los agentes de esta forma de
obrar simplemente son seres dormidos. Sufren enormemente porque no se sienten
con el poder interior para saltar al vacío del amor, poniendo en riesgo su
estatus, dinero, poder, prestigio y estilo de vida. Creen que no hay amor del
otro lado, que pueda recibirlos, y la cobardía los concume. Tú no eres uno de
ellos. Ellos no deben ser objeto de odio. El odio es eso de lo que se alimenta
su lógica. Deben ser despreciados, ignorados, desobedecidos y desatendidos
simultáneamente por una masa crítica primero, y luego por toda la humanidad,
para que ocurra la transformación deseada. Y primero debe ser comprendido su
modo de actuar y pensar.
Para que entiendas su modo de
pensar y te impacte, pasaremos a otro tono en este texto. Es un truco de la
disciplina de la criminología ponerse en los zapatos del infractor de la ley,
usando la imaginación y la empatía como herramientas para entender su punto de
vista. De este modo se pueden crear hipótesis de diversa índole, abanicos de
posibilidades sobre su conducta, que luego puedan ser contrastados con los
hechos, para ir descartando las hipótesis más alocadas, y confirmando las que
mejor confirmen los hechos. Todo comienza cuando ocurre un evento que pueda ser
calificado como delito. Hay que suponer un motivo del delincuente, y hay que
descubrir su modus operandi. En este
caso de trata de una red de delitos cometidos por años, siglos, quizá milenios;
delitos que la historia ha aclarado bastante, pues conocemos a sus delincuentes
y terminamos por enterarnos de lo que hicieron. Fueron asesinos, ladrones,
explotadores, mentirosos, clasistas, corruptos, jefes militares, presidentes,
tiranos, reyes y siempre tuvieron secuaces como jueces, historiadores
(publicistas) que los llamaron héroes (unos años después de muertos es fácil
idealizarlos y además algo bueno hicieron de paso). Delinquieron contra la
felicidad humana: hicieron guerras, genocidios, persecusiones. Se dice que su
sucio trabajo era su única opción para que pudiera marchar la historia.
Hablaremos en primera persona,
como si fuéramos ellos, como si uno de ellos se estuviera confesando. Todo lo
que diga debes poder rastrearlo en la medida de lo posible, por ti mismo, sin
creer a ciegas, pero contrastando su factibilidad a la luz de lo que ya sabes
que ha ocurrido en el mundo. Aquí va:
II-
Confesión
completa de un titiritero del mundo
Hola. Te explicaré cómo he manipulado la
historia de tu planeta desde hace milenios, para prevalecer, y cómo he usado
para eso a miles de personas a quienes he puesto a controlar a millones de
personas, incluido tú. Te sorprenderás lo simple que es la lógica para que una minoría de minorías como la que constituimos yo y mi grupo,
gobierne y controle a las inmensas mayorías a las que tu perteneces.
Comencemos por un principio
periodístico. Si quieres conocer lo que verdaderamente ocurre, rastrea de dónde
viene el dinero. Ya sabes, el dinero es el poder supremo que rige las
decisiones y que compra a las personas para que hagan lo que necesitas, para
que trabajen para ti. Ya sabes que detrás del cambio climático, la corrupción
política, la privatización de las semillas y el agua, la prostitución de los
medios de comunicación, la masificación de estilos de vida no saludables, y tantas otras cosas lo que hay es ambición.
Ambición de dinero, porque con dinero se compra estatus, poder, placer y
privilegios. Ya sabes que un porcentaje mínimo de personas en el mundo, unas
8.500, posee casi todo el dinero que hay en el planeta. El resto de la gente no
tiene mucho tiempo para volverse más conciente, amorosa y feliz, porque está
endeudada y tiene como prioridad sobrevivir.
Vamos paso a paso. Usas dinero a
diario, pero no entiendes qué es eso, ni entiendes de verdad cómo se convirtió
en la principal motivación de todo el mundo. Crees que es real, porque todos lo
creen, todos creen en su valor. Punto por punto:
1.
Cuando todos nos ponemos de acuerdo en
que algo es valioso, se vuelve valioso porque todos lo creemos y deseamos y
queremos obtener y acumular, para ofrecerlo a los demás a cambio de lo que
queremos de ellos.
2.
Las pieles de animales, la sal (de donde viene la palabra “salario”) y el
oro son ejemplos de cosas que históricamente muchas sociedades se pusieron de
acuerdo en considerar muy valiosas y por lo tanto útiles para comerciar. Luego,
en nuestros días, el petróleo, que es fuente de energía industrial, plástico,
abonos, etc.
3.
Para no tener que transportar estos bienes al
llevarlos para comerciar, o no perderlos al transportarlos, se inventó
garantizar su entrega por medio de valores más fáciles de entregar al
comprador, más portátiles. Surgió la moneda. Y su representación en papel, el
billete o cheque. Y su representación digital, la moneda electrónica. Valores
cada vez más abstractos intercambiables por valores cada vez más concretos:
información, educación, servicios, diversión, abrigo, comida, refugio, bienes
muebles e inmuebles. Y la red de lugares para intercambiarlos: mercados,
bancos, cajeros y dispositivos electrónicos, celulares.
4.
La garantía de la intercambiabilidad
de valores representados como papel
moneda se basaba en la existencia real de sus contrapartes más concretas: el
oro para el dinero, los bienes y servicios personales para el oro. El papel
moneda para comprar oro o petróleo, el oro o petróleo para comprar bienes,
productos, y servicios de personas.
5.
Los bienes más concretos a obtener son
bienes materiales (casa, comida, abrigo, ropa, tierra, semillas, herramientas,
etc) y personas. Personas dispuestas a trabajar para el comprador son las
contrapartes del valor comúnmente acordado como “universalmente” deseable para
todos.
6.
Descubrimos yo y mis amigos que había
que mejorar la forma de asegurarnos la disposición de las personas a trabajar
para nosotros y para poner a trabajar a otras personas para ellos, en una
pirámide de control del trabajo de las mayorías a favor de las minorías.
Llamaremos a estas personas serviles, sirvientes. Nosotros somos los amos, y en
adelante en esta confesión, cuando veas la palabra “nosotros”, entenderás que
hablo por todos los míos, los amos.Todos los que están por debajo de nosotros
son sirvientes, incluyendo a los sirvientes y a los amos de nuestros
sirvientes. Los únicos amos que no somos sirvientes somos nosotros ( a menos
que tengamos amos que no conozcamos, o que no queramos declarar aquí que
tenemos). Nosotros somos humanos. Los amos humanos.
7.
Desde tiempos milenarios supimos que había
que combinar el temor de las mayorías hacia las minorías en la pirámide, con la
admiración. A imaginarse entonces los jefes de hordas, clanes y tribus e
imperios. Protegíamos a los nuestros y matábamos o expropiábamos a los ajenos.
Pero desde adentro segregábamos a los sirvientes de nosotros, los amos. Para
que nos admiraran deberían idealizarnos. Los reyes nos volvimos dioses.
8.
Para que nos temieran deberíamos ser no
solamente más fuertes, implacables y astutos sino mejor informados y
tecnológicamente superiores en armas y estrategias de defensa, guerra y
supervivencia. Primero estuvimos en los frentes de batalla, visibles, dando
ejemplo. Pero era arriesgado. Evolucionamos. Descubrimos que era mejor dirigir
la batalla desde la cima de la montaña. Y luego sin ir a la batalla. Y luego
tras bambalinas, nombrando y controlando reyes y generales que pusieran la cara
en sus tronos, por si algo salía mal.
9.
Para idealizarnos no deberían conocernos
de cerca, sino adorarnos de lejos, y mejor aún, no conocernos directamente,
sino indirectamente, por medio de figuras públicas. Si todo salía mal podrían
odiarlas, destronarlas o echarles la culpa de sus miserias. Ya luego nosotros
podríamos controlarlo todo de nuevo tras los telones. Figuras públicas,
títeres, también llamados políticos.
10.
Entonces montamos escenarios sociales
cada vez más sofisticados y difíciles de descifrar. Y les hicimos creer a
nuestros subordinados que en esos escenarios
ellos eran los protagonistas de la historia. Y los entretuvimos creando
utopías diferentes por las que pudiesen pelear unos contra otros, sustentadas
en ideologías diferentes, en escenarios a veces democráticos, a veces
totalitarios, pero todos gobernados y financiados por nosotros.
11.
También descubrimos además, para mejorar
los métodos de temor y admiración, métodos de distracción y sugestión, para que
mirando otras cosas, nos volviéramos invisibles para ellos.
12.
Y descubrimos que para todos es muy
importante que todos los demás los acepten, que nadie los rechace, por lo cual
hay que fabricar una forma de percibir la realidad en la que todos crean para
que todos impidan que alguien perciba las cosas de manera diferente. Y que
conviene hacer, promover y permitir ligeros cambios en esas percepciones para
crear la ilusión del progreso.
13.
Además de métodos de sugestión mágicos,
narrativos, épicos y religiosos, desarrollamos métodos de sugestión casi
hipnótica con medios de comunicación cada vez mejor respaldados por investigaciones
científicas de sicología social y sicología de masas, sicología del consumo y
de control informático de la opinión pública y del voto en elecciones.
14.
Volvamos al dinero.
15.
La confianza en que TODOS valorarían por
igual ese valor deseable útil para intercambiar o negociar con el fin de
obtener lo necesario para vivir bien era la base de la economía.
16.
El supuesto de que cada valor más
abstracto sería intercambiable por alguno más concreto era la base de esa
confianza.
17.
Observamos que a la gente le gusta y
agradece lo que tiene, pero envidia y ambiciona no solo tener lo mismo y más
que lo que sus vecinos tienen, sino tener más a futuro para que nada les falte
nunca y obtener admiración, estatus, adulación y envidia de parte de los demás.
A eso lo llamamos tener poder. A la gente le gusta tener poder, superioridad,
porque es ambiciosa. El poder trae sexo, experiencias, gozo, excitación,
creencia de superioridad. Produce gula por más de lo mismo.
18.
Vimos junto con mis amigos que si en la
pirámide de control social ofrecíamos poder a cada estrato superior sobre el
inferior, se sentirían muy apegados a conservar ese estatus y toda la pirámide
se sostendría a nuestro favor permaneciendo nosotros en la punta de la
pirámide.
19.
Concluimos que ofrecer poder,
distribuyéndolo por capas piramidales, favorecía nuestro poder. Y que había que
marcar amenazas muy drásticas para que nuestro poder no fuera usurpado, pero
líneas menos drásticas para que de
nosotros para abajo pudiesen ocurrir usurpaciones de poder, es decir, cambios
políticos, que generaran la ilusión de progreso.
20.
Volvamos al dinero. Está muy
relacionado. Su historia resume nuestras estrategias para distribuir y
controlar el poder de la punta de la pirámide hacia abajo.
21.
Vimos siempre que a la gente no solo le
gusta lo que ya tiene, sino lo que puede llegar a tener. Y que no solo nos
favorecía acumular y guardar bienes, sirvientes y promesas de intercambio de
bienes abstractos por bienes más concretos (dinero), sino ofrecer posibles
bienes y valores futuros.
22.
Entonces a mí y a mis amigos se nos
ocurrió una idea: prometer. No solo acumular en graneros y bancos y tierras
cosas como granos, semillas, oro y ganado sino promesas de conseguir más cosas.
Las llamamos préstamos. Se basan en la esperanza de tener más y gozar más.
23.
A cambio de los préstamos pedimos pagos
a cuotas de lo prestado. Pero no hicimos préstamos de bienes materiales ni de
sirvientes, sino de dinero con respaldo en oro, bajo el supuesto de que el oro
era respaldo para conseguir bienes y trabajo servil.
24.
Los endeudados nos lo agradecieron
porque les prometimos placeres a futuro. Y no se preocuparon por entender
nuestra profesión de prestamistas y banqueros. Confiaron en nosotros.
25.
Nuestro negocio era ser confiables,
creando una red de bancos muy estables por todas partes, en donde los mismos
valores de intercambio fueran accequibles para todo el mundo. Nuestro destino
era globalizarnos, porque si en alguna parte surgían otros valores de
intercambio, que nosotros no ofreciéramos, la gente no confiaría sus intercambios
a nuestros bancos.
26.
Lo que queríamos obtener a cambio de
prestar dinero era más dinero y poder. ¿Pero de dónde saldría ese dinero extra,
si a cada cantidad de dinero le correspondía una cantidad de oro fija? Habría
que conseguir más oro cada vez, como de hecho ya venía ocurriendo, mediante
minería del oro y robo de oro a colonias que íbamos fundando por todo el mundo
27.
Pero no era suficiente oro. Cada vez
había más gente en el mundo. Todos querían tener mucho dinero respaldado en
oro. O respaldado en otro valor. Y estaba el petróleo, que resultó mucho más
real que el oro, porque es más útil. Y el petróleo ¿por qué? Porque produce
energía que pone a marchar máquinas
industriales y transporte. Sin esas industrias no puede producirse más
supervivencia para más gente en el mundo que va naciendo y que necesita y desea
consumir productos y tener poder y sirvientes en la pirámide.
28.
Pero lo importante es que el petróleo
produce energía. La energía es lo que se necesita para producir el trabajo
industrial que hace posible el crecimiento demográfico. Descubrir energías
eficientes y baratas nos pareció vital. Después de la segunda guerra mundial
los ganadores impusimos el respaldo en petróleo, que se llamó petrodólar.
29.
Pero había otro respaldo mejor que el
oro , el petróleo o la energía. Lo supimos hace siglos. Y era la promesa de
dinero o préstamo. ¿Por qué lo llamamos promesa de dinero, en vez de
simplemente llamarlo préstamo? Porque un préstamo, en algún momento, se
devuelve del todo. Y el endeudado descansa y recobra su libertad.
30.
A la gente le dijimos que se llamaba
préstamo. Eso los ilusiona con la libertad a futuro, cuando paguen. Sueñan con
jubilarse, por ejemplo, y con no ser ya más sirvientes de nadie. Y hay
cantidades de dinero que en efecto logran pagarse alguna vez. Sin duda. Pero
nosotros fuimos más astutos. Inventamos e impusimos más necesidades, mediante
sugestiones sociales de consumo, para crear más necesidades de deudas y de
préstamos. Hoy tenemos un sistema mundial de endeudamientos, que ya te explicaremos.
31.
A cambio del préstamo hicimos una
pequeña solicitud. La llamamos interés. Nos interesaba que se nos devolviera
más dinero del que prestábamos. Los endeudados estuvieron de acuerdo. Les
prestábamos 100 unidades, pero pedíamos 105 a
cambio, a cierto plazo. El endeudado no podría pagarnos con oro ni
petróleo ni energía esos 5 faltantes, sino con dinero. ¡Y nosotros le
prestaríamos ese dinero, ni más faltaba, estábamos para servirlo! A cambio, por
supuesto, de cierto interés.
32.
Hagamos un paréntesis antes de
continuar. Para hacerlo fácil, llamemos monedas nacionales a las que no se usan
para transacciones internacionales. Y monedas no nacionales a las que sí se
usan, o son muy estables, como el dólar o la libra esterlina.
33.
Cobramos intereses a la deuda y también
al dinero que prestamos para pagar los intereses que se suman a la deuda. Pero
hacemos lo mismo no solo con personas naturales, individuos reales, sino con
personas jurídicas y con nuestros propios bancos, excepto con la entidad que
rige a todos los bancos, que por definición nunca debe dinero a nadie, sino que
emite las normas que rigen a los bancos emisores nacionales, entidad que
nosotros mismos fundamos en 1932.
34.
Eso asegura que todos trabajen para
nosotros incesantemente. Cada persona se
endeuda para sostenerse y sostener a su familia. El banco local le presta el
dinero para que disfrute no solo de lo que ha obtenido, sino de lo que se le
promete que podrá ir disfrutando y usando hasta pagarlo del todo alguna vez,
por ejemplo una casa hipotecada. Pero ese banco local no es dueño del dinero
que presta, sino que lo debe a un banco emisor nacional, que hace el dinero en
moneda local. Un respaldo importante del dinero del banco local es el dinero
del banco emisor nacional, es decir, la promesa de giro de dinero al banco
local de parte del banco emisor. Pero este banco emisor nacional no es
autónomo, sino que necesita permiso de algún banco mundial, necesita su
respaldo o promesa de giro de dinero en moneda no nacional. Y los bancos
mundiales o muy grandes, como el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos,
deben obedecer las normas para tener permiso de emitir dinero en monedas no
nacionales. Esas normas las dictamos nosotros, por medio del banco de pagos
internacionales, Bank of International Settlements (BSI), creado por nosotros y
para nosotros en 1930. Este banco pone las normas a los impresores de moneda en
papel y de moneda digital que se contabiliza en computadores y servidores,
moneda hecha de ceros y unos registrados en chips.
35.
Pero ese dinero que le prestaríamos a
los sirvientes del sistema para pagar su interés no estábamos dispuestos a
respaldarlo en oro, petróleo ni nada materialmente existente. Solo en un
comienzo fue así. Lo que en realidad importa es respaldarlo en poder. El poder
es una capacidad para perjudicar a alguien y (o) para seducirlo, hipnotizarlo, anestesiarlo o
lo que sea necesario, con tal de sostener el control sobre él. Alguien con
poder dice: en este reino está prohibido negociar con cualquier otra cosa que
no sea las monedas de oro que el emisor de monedas de este reino fabrique, y el
que incumpla será encarcelado. Entonces todos obedecen y esas monedas se
vuelven deseables.
36.
El poder antiguo se basaba en la amenaza
de prisión, expropiación, condena de muerte o destierro, etc. Por eso las
mejores armas eran monopolio del cuerpo
armado, militar y policiaco del rey, y luego del presidente nacional de una
democracia. Pero hemos descubierto formas más sutiles de ejercerlo. La amenaza
de bancarrota es la mejor. Podemos prohibir o limitar la emisión de dinero en los bancos mundiales
si queremos. Entonces estos no podrán girarle dinero no nacional a los bancos
emisores nacionales para que estos respalden sus emisiones de dinero a los
bancos locales ni estos puedan prestar dinero a los sirvientes del sistema, las
personas.
37.
Si los sirvientes no reciben préstamos
no pueden comprar a crédito y no necesitarán prometer su trabajo de por vida.
Eso le convendría a los sirvientes si supieran renunciar o pudieran renunciar a
muchas necesidades, pero quizás no querrán hacerlo. Sobre todo si definen su
felicidad como satisfacción de esas necesidades, e ignoran otras posibles
fuentes de felicidad que el sistema no sabe o reconoce que existen, pero
existen, como las de origen espiritual.
38.
¿Qué le pasará a los sirvientes que no
puedan endeudarse porque el sistema no pueda prestarles dinero, y que ya tengas
deudas, o vayan a adquirirlas cada año en forma de impuestos a la nación, que
son deudas que se contraen por el simple derecho de haber nacido en un
territorio nacional y de tener cosas adquiridas para vivir, como una casa o un
vehículo? Que sacarán sus ahorros. Intentarán sacarlos. Pero los bancos locales
no tienen esos ahorros. No en papel moneda. Veamos. Es necesario entenderlo
para entender cómo aprendimos a ejercer el poder mundial por medio del miedo a
la bancarrota.
39.
Cada nación fija la cantidad de papel
moneda mínima que sus bancos locales deben tener en cajas fuertes. Generalmente
un 10 %. Si el banco tiene 100 unidades, las puede tener así: 90 en cifras
digitales, y 10 en billetes. No puede entregar en billetes a sus ahorradores
100 unidades en papel moneda, si ocurriera un pánico colectivo. Podrá entregar
en papel moneda 10 unidades solamente. Pero ¿dejan de existir esos restantes 90,
que están en digital? El banco dirá que no, que allí siguen porque los puedes
ver al consultar tu cuenta. Veamos si eso puede ser verdad, tanto a cada
momento como en un determinado momento en el que una catástrofe hiciera a todos
sus ahorradorres pedir todo su dinero para aprovisionarse para sobrevivir en la
catástrofe, o huir de ella.
40.
Supongamos que tu banco local tiene un
capital inicial de 100 unidades y dos clientes. El cliente A es un ahorrador
que depositó esos 100 y quiere ganar intereses y poder hacer transacciones
digitales. El cliente B quiere comprar una casa que vale 90 unidades. Se los
pide prestados al banco. Este se los paga al dueño de la casa que se puso en
venta. B le debe 90 al Banco. El banco se queda con 10. Pero el banco cobrará por
años intereses a B a cambio del préstamo, y además cobrará el préstamo de 90.
Normalmente obtendrá por lo menos tres veces esos 90, es decir, unos 270, tras
unos años. Si el banco consigue hacer lo mismo 10 veces consiguiendo tener 10
ahorradores ya tiene 100 unidades en papel moneda y 900 en promesas de pago. Si
no pudieran pagar, recobraría esos mismos 900 o más, en el valor de las casas
que confiscaría, mas su valorización.
41.
Pero volvamos al banco cuando solo tiene
10, porque le pagó 90 al dueño de la casa que hipotecó B. El banco necesita
hacer más negocios y dinero para hacerlos. Le pide prestados 90 al banco emisor
nacional en moneda local. Estos 90 los debe, no los tiene. Y los otros 90 se
los debe B, no los tiene. El banco
guarda 10 en papel moneda, porque sabe que el ahorrador A normalmente no desea
usar sino unos 10 de sus 100 en papel moneda. A se siente seguro creyendo que
los otros 90 están disponibles. Pero ahora una epidemia o guerra o catástrofe
urge a A a sacar del banco todo el depósito. Para darle su dinero, el banco
necesita tener 100, pero no los tiene. Necesita pedírle 90 a B, pero B no los
tiene. A no quiere la casa de B, sino su dinero. Y además el banco emisor
nacional se siente igual de urgido de recoger dinero para los gastos de la
catástrofe, por lo que le solicita a tu banco local que se los pague.
Concluyamos: A no podrá usar sus 90 ni en forma digital ni en papel moneda. No
a menos que el banco emisor nacional se endeude con el banco mundial para
girarle a tu banco local los 90 que A solicita.
42.
Tu banco local se declara en bancarrota
y le transfiere la responsabilidad de devolverle el dinero al ahorrador A, a tu
banco emisor. Pero este hace lo mismo porque ha hecho lo mismo a otro nivel: no
tiene cómo emitir dinero porque está endeudado con el banco mundial por un
lado, y por otro lado porque sus deudores, todos los bancos locales, han
entrado en bancarrota. Tu nación se declara en bancarrota.No queda otra opción
que confiscar bienes de respaldo del préstamo. El banco local le quita su casa
a B, el banco emisor nacional se adueña del banco local y de sus bienes, y el
banco mundial se adueña del trabajo y de los recursos naturales del territorio
de esa nación, que sí son reales.
43.
¿Cómo toma posesión de esos recursos
nacionales el banco mundial? Antes lo habría hecho invadiendo militarmente, en
algunos casos es así. Pero hay mejores métodos más baratos. Usa a las
multinacionales, que también le deben a los bancos mundiales. Las mete a
explotar. E impone políticas nacionales. Si nos conviene en la punta de la
pirámide que imponga políticas de
reducción o no crecimiento de la población, o eugenesia, lo hace. Los estados
no podrán oponerse, porque sus armas de ataque o defensa no son tan letales
como los que tienen los países que también manipulamos mediante el
endeudamiento, a los que obligamos a ir a la guerra para defender los intereses
de las multinacionales que queremos imponer en los territorios. Y porque la
estrategia no es una amenaza directa de gobierno a gobierno, sino entre bancos
mundiales que tienen inmunidad internacional, bancos transnacionales que hemos
creado, que siguen reglas que hemos creado desde la punta de a pirámide. A la
opinión publica le podemos decir otra cosa que la distraiga de la verdad,
mediante medios de comunicación que hemos comprado.
44.
¿Nos conviene que haya catástrofes? Sí.
Generan deudas y embargos a favor nuestro. ¿Habremos pensado en promover o
crear nosotros mismos esas catástrofes, o esas masivas pérdidas de confianza en
el futuro, que hacen caer las bolsas, para acelerar los embargos enmascarados
de imposiciones comerciales, intelectuales, culturales, ideológicas, primero en
los países más débiles, y luego en los más fuertes? Dedúcelo por ti mismo.
Imagina si un arma biológica, o una pandemia, o una histeria colectiva mediante
estrategias de sicología de masas, o una mezcal de estas cosas nos conviene. Un
desastre nuclear no nos conviene, porque daña los recursos naturales y mata a
los potenciales sirvientes.
45.
Para garantizar aún mejor el
endeudamiento de las naciones impusimos la idea de que las monedas nacionales
no valgan todas lo mismo. Las monedas de países pobres valen menos. ¿Por qué?
Porque necesitan o los obligamos a que necesiten lo que solo nosotros les
proveemos, porque no se los permitimos conseguir de otra manera. Los
chantajeamos con su propia necesidad y les decimos a los países más pobres los
países más ricos: te lo vendo, pero si aceptas que una de mis unidades de
moneda valga muchas veces una de las tuyas. Creamos ciencia y tecnología que
los países pobres no sepan cómo desarrollar, o deseen tener. Y gracias a los
cambios de moneda los más pobres necesitan esforzarse mucho para obtener lo
mismo que obtienen más fácilmente los países más ricos. No logran ir al mismo
ritmo de comodidades y avances en producción y consumo. No nos conviene.
Tampoco se los permitimos. Si no hay unos que trabajen mucho y pesado para que
otros no tengan que trabajar, no podríamos dedicarnos al placer de imaginar
nuevos planes para tener más poder y placer.
46.
No somos mineros ni petroleros. Somos
banqueros. Y descubrimos que no era necesario buscarle respaldo materialmente
existente al dinero. Hay normas que prohíben que el petróleo se negocie en otra
moneda diferente del dólar. Por eso se habla del petrodólar. Hay amenazas
financieras para cualquier país que lo intente. Y hemos castigado inclusive
militarmente a países que lo intentaron. Lo hacemos presionando a los gobiernos
con mejores ejércitos y métodos de espionaje para que ejerzan el castigo.
47.
Bastaba con asegurarle al endeudado que
teníamos ese dinero que le prestaríamos para pagar su interés, respaldando el
dinero con dinero. Lo importante era que confiaran y siguieran confiando en
nosotros. ¿Con cuál dinero respaldaríamos ese dinero? Con el que nos deberían
otros endeudados, con el que le prestaríamos a otros endeudados a los que les
diríamos lo mismo.
48.
Haríamos préstamos respaldados en
préstamos. A unas personas les
prestaríamos dinero que otras personas nos estarían debiendo. Todo lo
anotaríamos minuciosamente. No habría necesidad de tener oro ni respaldo, o
solo un poco, por si acaso. Solo habría necesidad de que unas personas
trabajaran permanentemente para ir pagando sus necesidades cada vez mayores, a
cambio de que otras personas que se endeudaran después que ellas hicieran lo
mismo permanentemente. Todo eso hicimos.
49.
Los banqueros comenzamos por ser
prestamistas, pero descubrimos que podríamos diseñar toda la actividad humana a
favor nuestro. Nosotros pondríamos a los unos, las mayorías de cada nivel de la
pirámide, a pagar con su trabajo los
bienes y servicios de los que disfrutarían los otros, las minorías relativas de
cada nivel de la pirámide, y llevaríamos la cuenta del endeudamiento a futuro
de todos.
50.
Pensamos que podríamos crear una cadena
piramidal de endeudamientos y trabajos infinita. Pero recientemente hemos
notado que no puede ser infinita. Resulta que a la base de la pirámide ya no
hay deudas teóricas contables en un banco, sino gente que ya no puede pagar con
su trabajo, por diversas razones. La primera razón es que se quedan sin trabajo
o no quieren ofrecérselo al sistema, sino a ellos mismos. La segunda es que se
quedan sin materiales para trabajar.
51.
La primera. Se quedan sin trabajo porque
su trabajo ya no es requerido, ya que lo hacen computadores o inteligencias
artificiales o robots. O porque no tiene preparación técnica ni educación. Y
hay gente que no solo no puede, sino que no quiere pagar. O no quiere tener
tantas necesidades porque define su felicidad de manera autónoma ( no se deja
sugestionar). O logra no tener tantas necesidades (además de conscientes,
rebeldes). Hay gente o incapaz o innecesaria o perezosa o conciente que no
contribuye al sistema.
52.
La segunda. Para trabajar se necesitan
herramientas de trabajo y materiales de trabajo para transformar. Por ejemplo,
martillo y serrucho además de madera para hacer un asiento. Pero los materiales
están escaseando, porque son finitos. El planeta no produce materiales
infinitamente reciclables, como los combustibles fósiles. O cuesta demasiada energía reciclarlos, y
vale más dinero recuperarlos que acumularlos como basura. Cada vez hay menos
territorio cultivable y explotable porque hay más gente y porque se intoxican,
erosionan, contaminan o dañan los terrenos.
53.
La gente sin trabajo se resiente, a
menos que tenga alguna fuente de consuelo. No solo sobra, sino que puede
irritarse. No siempre conviene permitirle que apoye revoluciones políticas que
nosotros mismos planeamos y financiamos, para canalizar sus esperanzas. Las
esperanzas religiosas no siempre bastan, y menos ahora con el desprestigio de
las religiones a favor de la ciencia. Eso nos hizo pensar en la eugenesia: que
nazcan menos personas y que nazcan mejor preparadas para servir al sistema
mundial de endeudamientos. Que usen recursos del planeta pero no aporten nada a
nuestro favor no tiene sentido. Comen, usan biocombustibles, se quejan, y hasta
podrían usar su tiempo para conspirar contra nosotros.
54.
55.
Podemos reducir la población inútil al
sistema y hasta erradicarla, pero los recursos naturales se están agotando y se
agotarán del todo, a menos que ocurran varias soluciones sucesivas o
simultáneas:
a.
Que haya más fuentes limpias de energía.
Eólica, marítima, solar, etc.
b.
Que haya energía libre (energía que
proviene del “vacío” cuántico, energía que no requiere una fuente de combustión
ni una fuente mecánica, fotovoltáica) y que su potencial y costo de producción
sea mucho más ventajoso, y seguro que el de la energía atómica).
c.
Que usemos otros planetas como materia
prima.
d.
Que haya menos gente inútil al sistema.
e.
Que logremos reciclar lo suficiente a un
costo bajo para beneficiar solo a la cantidad mínima de gente sirviente útil
necesaria para que quienes estamos en la punta de la pirámide tengamos cada vez
mayor placer, poder, conocimientos, estrategias, longevidad y salud.
56.
Si se descontrola el crecimiento
demográfico se puede perder el control sobre el sistema de endeudamientos,
sobre todo si surgen poblaciones que aprendan a volverse autosuficientes. Por
eso hay que crear sistemas de dependencia cada vez más estrictos, que requieren
vigilancia y recogida y procesamiento de información sobre lo que piensan,
hacen y planean en todas partes.
57.
Si hay fuentes de energía renovables y
baratas, más poblaciones podrán ser menos dependientes del sistema. Si hay
energía libre o se descubre, o ya se ha descubierto aunque no se haya permitido
que se masifique su uso, eso no debe saberlo sino la élite.
58.
Volvamos al dinero.
59.
Para respaldar el dinero que le
prestábamos a unos con el dinero que le prestábamos a otros necesitábamos que
todos estuvieran permanentemente trabajando, los unos para los otros, los unos
endeudados con los otros, por medio de nosotros, los bancos, que
administrábamos el endeudamiento. Eso exigió más gente trabajando más
tiempo y a un ritmo cada vez más
acelerado en bases poblacionales inferiores relativas cada vez más populosas.
60.
El sistema requería superpoblación,
ciudades, clases sociales intermedias y ya no solo altas y bajas, megalópolis.
Estrés. Poca calidad de vida, mucho adormecimiento respecto a un sentido de
vida superior. Televisión, diversión, entretención barata basada en violencia,
chismorreo, sexo, alcohol, droga, deportes, exaltación de actividades competitivas,
competitivismo, exhibición narcisista en redes sociales de la propia
individualidad. También costó enfermedades sicosomáticas, rabia contenida,
sensación de vacío existencial, resistencia y rebeldía inconcientes o no muy
concientes respecto al entorno brutal del consumismo y del productivismo
laboral. Darwinismo social. La ley del más fuerte.
61.
Y hubo que ir creando bancos muy ricos
que le prestaran dinero a otros bancos menos ricos. No era fácil gobernarlo
todo en todas partes con un solo banco. No era eficiente. Se crearon bancos
regionales y locales. Y lo más importante: acuerdos internacionales respaldados
por todas las élites políticas, que protegieran el sistema bancario mundial.
Los bancos grandes le prestarían dinero a las naciones, y las endeudarían.
Necesitarían para ello persuadir a las élites políticas de todas las tendencias
ideológicas. Y Los bancos grandes le prestaron dinero a las multinacionales. Y
las multinacionales deberían poder entrar a los territorios nacionales a
explotar recursos a favor del sistema bancario, so pena de que los bancos
mundiales entraran a cobrar las deudas cada vez más imposibles de pagar, que
adquirían las naciones. Y en la cima estuvimos siempre nosotros, orquestando
detrás de bambalinas. Somos unas 8.500 personas.
62.
En la punta pusimos el banco de pagos
internacionales, Bank of International Setllements (BIS), creado en 1930 en los
países bajos, sede central del control de la banca, con sede en Basilea, Suiza.
Es una institución privada , no gubernamental, que tiene inmunidad absoluta y
total. Nadie puede fiscalizarla, espiarla, gobernarla, vigilarla, ni dictarle
normas; ningún gobierno, ningún estado en el mundo, ni aun el suizo. Tienen su
propio territorio y fuerzas de seguridad, como el Vaticano. En 1931 todos los
bancos lo reconocieron como autoridad suprema del sistema financiero
internacional. Cada banco central del mundo depende de Basilea y del BIS. En la
segunda guerra mundial le compró su oro, robado de los judíos, a los Nazis. El
fondo monetario mundial y el Banco Mundial le sirven con pleitecía. Lo hacen
creando o aprovechando problemas en países a los que luego van a “ofrecer
ayuda” prestándoles dinero que no podrán pagar. Cuando dejan de pagar les
pueden pedir el pago de varias maneras, por ejemplo dejando entrar a las
multinacionales a que expropien los recursos naturales de cada país. Si no
pagan los pueden difamar, crear caos guerrillero, y condiciones que justifiquen
invasiones militares para “liberarlos” del opresor e instaurar una
“democracia”. Debajo de los bancos centrales, como del banco central de Europa,
ponemos organizaciones no gubernamentales de fachada, u organizaciones
benéficas, y por supuesto a la Organización mundial de la Salud (OMS), Unicef,
La Organización de las Naciones Unidas (ONU). A Londres le damos en la práctica
un trato tipo Vaticano. Es un centro financiero mundial a nuestro servicio,
ponen por ejemplo el precio del oro a diario en el mundo. A Estados Unidos lo
gobernamos por medio del Banco de la Reserva Federal. Los bancos de comercio de
la bolsa son nuestros, y debajo de todo esto están los bancos regionales.
63.
A cada nivel dentro de la pirámide le
damos información parcial y a todos les prohibimos que la compartan hacia
arriba o hacia abajo, respecto a los verdaderos objetivos finales de todo el
sistema. Cuanto más arriba suben las personas más las involucramos en actos
ilegales o moralmente sucios, para tener cómo acabar con ellas si traicionan al
sistema. Es el viejo truco que se llama administrar mediante información compartimentalizada.
Lo usan mucho los grupos terroristas, la delincuencia organizada, las agencias
de inteligencia y contrainteligencia, y los guerrilleros. El poder tiene un
precio proporcional al peligro por traición.
64.
A la base de la pirámide tendremos
millones de contratos de deuda firmados por cada sirviente del sistema,
trabajador o persona, a favor del ascenso de su aporte monetario hacia la punta
de la pirámide. Un contrato de deuda es una promesa del sirviente, en la que
este se compromete a trabajar casi todos los días del año y de las horas del
día para pagarle al sistema las compras que hace para satisfacer sus cada vez
mayores necesidades fácticamente imposibles de pagar del todo alguna vez.
Nosotros nos encargamos de crearle nuevas necesidades para que cuando pague sus
necesidades antiguas tenga nuevas, o necesite reemplazar objetos que se le
dañen, que se han fabricado con obsolecencia programada, es decir, con un bajo
tiempo de uso útil.
65.
Los impuestos a la renta y a la
propiedad se le presentarán al sirviente como aportes esenciales para el
funcionamiento del estado. El estado se le presentará como una entidad que vela
por sus derechos y bienestar, pero en realidad será una entidad que ya hemos
comprado o compraremos nosotros mediante la deuda externa que impondrán
nuestros bancos mundiales. La principal fuente de financiación del estado y de
las inversiones en infraestructuras para su funcionamiento proviene de nuestros
préstamos, no de los impuestos, pero el sirviente tendrá una presión adicional
para que no intente volverse autosuficiente al saber que sus propiedades podrán
ser expropiadas por los bancos o por el estado si no paga sus hipotecas o
impuestos.
66.
Para persuadir a la clase política hay
dos mecanismos: sobornar y amenazar. Procuramos no hacer lo segundo, pero con
frecuencia toca. Vamos a un gobierno y
decimos: te doy esto para que te hagas rico y sean ricos tus hijos y nietos. Y si no lo haces mejor no
me preguntes lo que te pasará. Puede ser que aparezcan “suicidios”. Y además de
matarte podré decir esto y aquello de ti, porque te hemos espiado por años y
tenemos estas pruebas. (A muchos políticos y empresarios o banqueros nacionales
les pedimos que se vuelvan pedófilos o asesinos o usuarios de trata de mujeres,
y conservamos esas pruebas, para luego usarlas como chantaje para doblegarlos).
Si se ponen muy nacionalistas les decimos: lo que hiciste lo dirán los medios
de comunicación, de los que somos dueños. La labor de espionaje e inteligencia
ha mejorado enormemente con las nuevas tecnologías, pero es muy antigua.
67.
Además de persuadir a las clases
dirigentes hubo que educar a la población en una determinada manera de valorar
la vida y de comprender la historia, de entender el universo que nos rodea. Fue
fácil. Creamos un sistema de reconocimientos intelectuales, académicos, premios
nobel, evaluaciones, certificaciones y
validaciones interuniversitarias, escalonadas, piramidales. Nos hicimos dueños de las universidades más prestigiosas.
Todo el sistema universitario, secundario y primario se hizo afín al sistema de
gobierno mundial que creamos. Quien no se ajustaba, o era desprestigiado, o
moría. Todavía es así.
68.
En realidad, por mucho tiempo, que
hubiera más gente en el mundo trabajando para nosotros fue muy conveniente.
Mucha gente pagando impuestos para que las naciones pagaran sus deudas a los
bancos mundiales nuestros, mucha gente local ayudando a explotar recursos
locales que nuestras multinacionales se llevaban para usar en los países
industrializados nuestros…todo eso iba bien. Pero suponíamos que los recursos
para explotar eran infinitos. Y no lo son. Sale muy caro tener contentos y
satisfechos tantos sirvientes, evitar que se salgan de control. Usan energía y
consumen alimentos y recursos. Y ya nos hemos cansado de compartir los escasos
recursos que quedan con ellos, cada vez hay menos petróleo, menos especies
vivas, más plásticos en los mares y botaderos, más basura. No será pronto que
podremos explotar los recursos de la luna, marte u otros planetas. Nos amenaza
el cambio climático.
69.
Para tener más gente endeudada y
trabajando para pagar y sosteniendo nuestro poder habría que depredar más. Es
hora de tener menos gente. Y no es hora de revelarles que ya hay métodos para
que trabajen menos consiguiendo más fácilmente más energía y con menor daño
ambiental, satisfaciendo además sus necesidades igual o mejor que en los países
más ricos.
70.
Las economías nacionales ya no se basan
en la agricultura y la artesanía, ni en la fuerza muscular de animales y
humanos. Al músculo animal lo reemplazó la máquina de vapor y de hidrocarburos,
base de la industrialización y de las
economías desde hace dos siglos. Pero la ciencia, la información y el
conocimiento mueven ahora las economías industriales mucho más que los
hidrocarburos, porque permiten tecnologías mucho más eficientes y limpias. Por
eso los nuevos bienes a atesorar ya no son la tierra, el oro ni el petróleo, y
ni siquiera el dinero, sino el conocimiento y en especial el conocimiento sobre
las futuras y mejores fuentes de energía no contaminantes pero mucho más
poderosas.
71.
Antiguamente gobernamos haciéndonos más
hábiles, astutos y abiertamente crueles. Creando temor y admiración en nuestros
súbditos. El temor a morir o a perder la libertad era el principal valor a
adquirir, para ejercer el arte de gobernar. Luego, gobernamos mediante el temor
a la bancarrota, y ya no fuimos abierta sino solapadamente crueles, usando
bancos, políticos y naciones títeres. El dinero fue inventado para ejercer la
amenaza de pobreza. La ignorancia de nuestros sirvientes sobre nuestra
existencia tras bambalinas era el principal valor a adquirir, para ejercer el
arte de gobernar por medio del dinero y del miedo a perderlo. El valor que nos
interesa ahora no es el dinero, este solo es un medio para atesorar
conocimientos que nos hagan más y más poderosos. Conocimientos sobre cómo
controlar más y mejor a nuestros sirvientes y a la naturaleza. Estamos
descubriendo mejores formas de controlar a nuestros sirvientes que mediante el
sistema financiero. Será mediante la ingeniería social, sicológica, informática
y genética.
72.
El dinero lo producimos nosotros
obligando a todos a que no puedan imaginar otra forma de vivir que debiéndole
dinero a alguien. Creando la ilusión de que lo que produce el trabajo humano es
el dinero que les prestamos para trabajar y obtener, y no los conocimientos ni
las personas ni los recursos naturales y las fuentes de energía que provee la
naturaleza. Y los sirvientes podrían darse cuenta.
73.
Ese es el problema, que la naturaleza no
le debe dinero a los bancos. Y que los sirvientes se reproducen naturalmente.
Por eso hemos ideado maneras de que la naturaleza sea propiedad de los bancos,
mediante patentes de semillas, de ADN y genoma animal y vegetal, de plantas y
animales modificados de tal manera que no puedan alimentarse ni reproducirse
sin los herbicidas, abonos y alimentos que nosotros diseñemos, con patentes de
exclusividad a nuestro nombre sobre toda la cadena.
74.
Y muy pronto patentaremos ADN humano,
que solo sobrevivirá, será mejorado o será controlado mediante tecnologías
genéticas que nosotros diseñaremos y patentaremos a nuestro nombre. Alguien nos
ha propuesto inocular vacunas genéticas a todos los sirvientes, con la excusa
de que es una vacuna contra alguna pandemia, para modificar el ADN de los
sirvientes de tal manera que no sobrevivan, sean útiles a sus países ni
trabajen bien a menos que nos compren algún otro antídoto que les hayamos
diseñado previamente. Como cuando las semillas se vuelven incapaces de producir,
cuando den frutos, semillas que puedan crecer, gracias a las modificaciones
genéticas que les hacemos, a la vez que nos volvemos dueños de las únicas
semillas que sí son capaces de crecer.
75.
Hemos observado intentos de independencia
respecto a nuestro sistema financiero. Los hemos visto. Lo han intentado
algunos países petroleros, que se han envalentonado contra el sistema
financiero. Y lo podrían intentar con nuevas tecnologías de producción de
energía sin base en el petróleo, que les daría autonomía a muchos países, si además desarrollaran la
ciencia y la tecnología necesarias, lo que no es difícil ahora que la
información científica se encuentra por todas partes, en internet. Esto hay que
evitarlo. Si se inventase ( o ya se inventó, pero no permitimos que se
divulgara) una forma de obtener energía
muy potente y sin hidrocarburos ni empuje mecánico, ese invento debería
permanecer en secreto, para que nadie objete el sistema financiero queriendo
volverse autónomo. La energía libre, por eso mismo, es algo que nosotros
afirmamos que no puede existir jamás.
76.
Hay cuatro fuerzas fundamentales de la
naturaleza: gravedad, electromagnetismo, interacción fuerte e interacción
débil. Las nuevas ciencias y tecnologías se basan en el conocimiento y uso del
electromagnetismo y las energías nucleares (la fuerte y la débil). La
informática, la cibernética, la robótica, la inteligencia artificial, los
computadores cuánticos, la ingeniería social y la ingeniería genética nos harán
cada vez más sofisticados, poderosos, imponentes, saludables, longevos y hasta
quizás inmortales. Hasta podremos potenciarnos como organismos Cyborgs, mitad
orgánicos y mitad informáticos. Ya hemos pensado a veces que somos de hecho una
especie humana diferente y superior a la de los que nos sirven. Y que ha
llegado la hora o de prescindir de nuestros sirvientes, o de modificarlos
genéticamente para que se supediten y nos obedezcan mejor, o de reemplazarlos
por inteligencias artificiales y robots hasta donde sea posible, hasta cuando
se necesite y en la medida en que sean imprescindibles. Pero pronto serán
imprescindibles si avanzamos más rápido. Posiblemente crearemos en el futuro
niveles de longevidad, salud, inteligencia y tecnología acordes a cada estrato
de la pirámide del mundo; mediante ingeniería genética y social que nos permita
controlar y vigilar a la menor cantidad de gente que se necesite para progresar
al mayor ritmo posible en niveles de felicidad, poder, placer y salud muy altos
para nosotros, los que hemos nacido privilegiados, los escogidos para seguir,
como desde hace milenios, los superiores,
en la punta de la pirámide.
77.
Cada vez que ha surgido una nueva
tecnología revolucionaria ha pasado poco tiempo para que la disfruten las
mayorías humanas. Da poder. Sirve para construir o para destruir. Cualquier
tecnología apoya la vida o la destruye. Hemos controlado le energía nuclear en
lo posible. Cuanto mayor el poder de una tecnología más peligroso es que lo
tenga también el enemigo. Lo importante es impedírselo, como se viene haciendo
de parte de los países con energía atómica y armas atómicas hacia los países
sin ellas. Si se impidiese que los potenciales enemigos tuvieran el
conocimiento científico de esos grandes poderes, mejor. Si hubiese un poder
tecnológico mayor que el que tiene la energía nuclear, debería guardarse en
secreto. Si se hubiese descubierto una
forma de obtener energía libre y muy eficiente, top secret.
78.
Hasta ahora la humanidad no ha creado
ciencias basadas en el conocimiento y uso de las leyes naturales asociadas con
la gravitación, la gravedad. O no lo ha hecho públicamente. Si hubiese
tecnologías para dominar la gravedad de los cuerpos, su peso, y para reducir a
cero la resistencia del entorno al movimiento de un vehículo desprovisto de
peso, esto sería una revolución en transportes, ingeniería y exploración
espacial. No sería conveniente que los sirvientes las conocieran o dominaran.
79.
Nuestra más moderna herramienta de
manipulación social se llama implantación de primado negativo. Hay que
adelantarse a las sospechas de tus sirvientes, presentándoles como ficción
risible y ridiculizable sus sospechas, antes de que las tengan. Es mucho mejor
que ocultarles nuestro modus operandi, hacerlo explícito, a modo de ficción
risible. Que lo clasifiquen como ficción, para que cuando a alguien se le
ocurra denunciarlo, dicha persona sea clasificada como delirante. Permitimos
que haya figuras públicas delirantes por eso mismo. Los conspiracionistas son
nuestros aliados. Trabajan para nosotros haciendo su trabajo de manera tan ridícula
que nadie la pueda tomar por cierta. Nos gusta en especial cuando tienen bajo
nivel cultural, hablan de manera poco elegante, se parecen a adivinos y magos
de feria, o ganan mucho dinero por su trabajo publicando libros y dando
conferencias, o luciendo despeinados y extravagantes en las series de
televisión documental conspiracionista que nosotros mismos les hemos reservado.
De vez en cuando destapamos algún escándalo que los haga avergonzar ante la
opinión pública. Nuestros medios de comunicación les dan su lugar, en la franja
de entretenimiento. Hasta hemos convertido antiguos canales de historia, muy
académicos, en canales de entretenimiento ficcional. Permitimos y fomentamos el
conspiracionismo de baja calidad, porque nos invisibiliza. Pero cuando una
persona seria y respetable inventa algo que hemos prohibido, o afirma algo que
no debe saberse…
80.
Otra forma de implantar un primado
negativo es mediante el cine, la ciencia ficción, la parafernalia metafísica,
esotérica y espiritual, creando tal mescolanza de hipótesis locas que todos los
sirvientes queden desorientados y desconcertados, incapaces de discernir
verdades de mentiras. Mezclar ficciones de baja calidad y muy risibles con
hechos reales y secretos es la mejor manera de proteger secretos. Se llama
desinformación. Queda a tu juicio relacionar esto con la ciencia ficción,
matrix, películas de misterio, películas sobre ovnis y aparatos
antigravitatorios, extraterrestres, civilizaciones hundidas, élites mundiales
pedófilas, satánicas y sexualmente perturbadas, sacrificios humanos, etc.
Cuando oyes todos estos términos, por supuesto, te pones confuso. ¿Ves cómo
funciona? Revolvemos asuntos que clasificas como reales con asuntos que
clasificas como ficcionales, y entra a jugar tu miedo a estar volviéndote loco,
paranóico, a punto de ser objeto de burla de parte de quienes te rodean. O
encerrado en un manicomio. Resuelves ese miedo colocando cualquier hipótesis en
la categoría de ficción, que es donde las personas que te aprueban las colocan.
En vez de investigar, te diviertes con la hipótesis. Allí queda todo. Hay mucha
gente que realmente perdió la cordura creyendo tonterías. No quieres ser uno de
ellos. Pero sobre todo no quieres creer que todo lo peor pueda ser cierto.
Sería demasiado doloroso. Si nosotros somos lo peor que hay, no quieres
saberlo.
81.
Sabemos que hay vida espiritual, pero no
somos sus aliados. Somos aliados de otra cosa. Preferimos que la gente confunda
la vida espiritual con la religiosidad barata. Le gusta y tranquiliza mucho a
nuestros sirvientes.
82.
A propósito de tranquilidad, hemos
desarrollado muchas metodologías para dopar a los sirvientes. Sirven mejor así.
Que no estén muy despiertos, para que no se envalentonen, ni muy dormidos, no
sea que no puedan trabajar para nosotros. Dopaditos mejor. Métodos: fluor en el
agua potable y las pastas dentales, porque inhibe la actividad de la glándula
pineal. Pornografía, porque desvitaliza y reduce la actividad crítica.
Ludopatías, casinos, adicciones en general. Televisión es lo mejor, noticieros
es su cúlmen; y en entretención, redes sociales y teléfonos celulares para
nutrir la ilusión de la importancia personal. Sobre todo para estimular y
aconductar al cerebro a las soluciones inmediatas y las respuestas fáciles.
Para filosofar o adquirir capacidad argumentativa y crítica se necesita tener
paciencia, esperar soluciones a largo plazo, darse tiempo. El aprendizaje se ha
logrado ralentizar mucho en cosa de décadas, -pregúntale a un educador qué tan
bien escriben y leen sus estudiantes, hoy , comparados con los estudiantes que
tuvieron o fueron ellos mismos hace cuarenta años. Ahora estamos invirtiendo
mucho en investigación sobre el cerebro, porque hay zonas específicas que nos
conviene desactivar, y hasta quizás vacunas genéticas que podemos implantar
para lograrlo. Vacunas con nanotecnología robótica molecular, capaz de
desactivar la zona cerebral del pensamiento crítico, la creencia en un
principio superior, el apego por las fuentes de placer diseñadas para
sirvientes a modo de salario.
83.
Nos disgusta el dinero en efectivo. No
es fácil seguirle la pista. Con dinero digital es mejor, porque hay puertos
electrónicos de origen y destino de las cifras: cajeros electrónicos, cajas
registradoras digitalizadas, datáfonos. Si logramos que nada se compre sino en
dinero digital, nadie podrá adquirir servicios ni productos sin que lo sepamos,
o lo podamos impedir -dado que no se comporte como queremos. Si mejoramos las
redes digitales con antenas 5G, eso sería lo máximo. Si reforzamos el
seguimiento del dinero digital con espionaje individualizado con cámaras de
reconocimiento facial, de retina o de huella dactilar, como ya ocurre en China,
mejor. Si obligamos a las naciones a que lo impongan, perfecto. Pero ¿Cómo?
Pues llevándolas a la bancarrota, quebrando las bolsas, recomprando todos los
activos a bajo precio, ofreciendo refinanciación con más déuda y poniendo como
condición el seguimiento pormenorizado e individualizado de cada sirviente,
mediante localización con GPS y satelital de sus movimientos, monopolio del
dinero digital e identificación de sus gustos, preferencias, billetera digital,
caja menor y cuentas de ahorros, temperatura corporal, bioquímica de su cerebro
y estados anímicos. Ya hemos ido preparando a todos para aceptar que no es tan
grave que ocurra, mediante películas. Y ya viene ocurriendo, porque los
investigamos haciendo que lo revelen todo sobre sí mismos en redes sociales,
los rastreamos con localizadores en sus móviles, y les administramos su dinero
digital.
84.
Pero mejor sería si llevaran el
dispositivo de seguimiento, que a la vez será su billetera digital, su detector
de bioquímica cerebral y su certificado de conducta no criminal, a modo de
chip. Presionaremos para que se considere conducta criminal no recibir el chip
en una vacuna que venderemos para curarlos de alguna pandemia de alto contagio,
como de alguna gripe. Repitiendo como
loros que es una pandemia muy grave, lo creerán y correrán a vacunarse. Si
necesitaran refuerzos “farmacéuticos” para comportarse como queremos, ese chip nos
enviará la información, y será a la vez la condición para que puedan comprar
cosas y sobrevivir, o no poder hacerlo. Dictaminaremos nuevas definiciones de
conductas criminales, para que poco a poco obedezcan más normas. Será
importante que la epidemia u otra estrategia los confine territorialmente. De
ese modo serán ubicados y conducidos más fácilmente a los lugares de
vacunación. Puesto que una pandemia o supuesta pandemia se propaga mejor si la
gente se moviliza, crearla o inventarla será una buena excusa para confinarlos.
Y si luego de propagar un virus sintético y alarmar a los sirvientes les
vendemos la vacuna con el chip al mismo tiempo que les causamos la quiebra…
III-
Antídotos
para el modus operandi del temor
Ya lo sabes. Conoces el veneno.
Ahora toma el antídoto. Pasa a la acción. Inclusive si no fuera cierta ninguna
de las hipótesis aquí planteadas, sería estupendo que aprendas a volverte
autosuficiente, independiente del sistema económico que te quita tu tiempo y
energías para tener calidad de vida. Huye al campo o a lugares sin mucha
infraestructura dependiente del dinero,
y haz redes de apoyo solidario. O aprende cultivos urbanos y consigue
autosuficiencia energética y alimentaria. Hazte a un refugio habitable.
Ahora reconozcamos las
principales herramientas del amor. Son
exactamente las que trascienden y superan las herramientas del temor. Hay
trucos para lo uno y para lo otro. Pero los trucos del amor no son lo opuesto a
los trucos del temor. La lógica de los opuestos es la lógica misma del temor.
Odiar el odio no lo disminuye, sino que lo incrementa. Hacerle la guerra a la
guerra no es sabio. Fíjate en la política: los de ultraderecha son los mejores
aliados de la ultraizquierda, y
viceversa. Polarizar es lo que hacen quienes se llaman a sí mismos “amos”, para
llamarte “sirviente”. No eres lo uno ni lo otro. Eres algo mejor. No
polarizarás con ellos.
Antídoto a la
parálisis que te puede haber causado leer todo esto: compartirlo con
personas que consideres igual de inteligentes y mentalmente abiertas que tú, o
más todavía. Pedirles su opinión.
Antídoto del
miedo: prácticas diarias y ojalá grupales, meditativas y de
oración basadas en la canalización del amor y del silencio interior. Aléjate de
personas que tengan ataques de pánico, o que estén pasando por una crisis aguda
de negatividad o pesimismo, odio o emociones muy negativas. Luego, mide fuerzas
a ver si ya puedes ayudarles.
Antídoto de la
desesperanza: si crees que ya triunfaron los poderosos, es porque no
conoces sus debilidades. Ni ellos mismos las conocen. Pero ahora te las hemos
revelado. Un nivel vibracional elevado siempre triunfa sobre un nivel
vibracional más bajo, aunque parezca lo contrario de vez en cuando. Es una ley
de la vida, en todas partes.
Antídoto de la
ignorancia o negación de la existencia posible de una lógica del dominio: estudio
reflexivo, paciente, de repetidas lecturas, personal y grupal, de las hipótesis
criminalísticas aquí mencionadas, buscando correlacionar los hechos históricos
y evidencias con las hipótesis. Evita el sectarismo, usa la lógica,diferencia
la conducta paranoica de la sospecha inteligente, e identifica las técnicas de
control mental con las que opera el dominio.
Antídoto del
dinero: el trueque, y monedas locales con respaldos reales en
valores de supervivencia intercambiables.
Antídoto al odio
hacia personas poderosas, autoritarias e ignorantes que te subyugan: identificar
a las personas poseídas por la lógica del miedo como víctimas del desamor igual de sedientas de amor que
tu. Ellas existen porque son reflejo de ti. Es muy poco inteligente buscarlas
para sermonearlas y esperar que cambien. Tampoco puedes destruirlas, porque lo
que persevera en ellas es su lógica del poder del temor, que transmiten a
quienes les suceden. Si tu te transformas en amor ellas desaparecen.
Antídoto del
temor a la quiebra: conciencia de abundancia. Investiga de
lo que se trata este término.
Antídoto del
miedo a la enfermedad y a la muerte: conciencia de tu propia alma, que
es eterna, mediante prácticas espirituales personales y grupales.
Antídoto del
miedo a las autoridades policiacas y judiciales fieles a las políticas de los
“amos”: solidaridad social sincronizada, sorpresiva y discretamente
planificada.
Antídoto a las
fechas de inicio de las nuevas normas de endeudamiento mundial: renuncia
definitiva, solidaria, universal, preparada y sincronizada al sistema
financiero mundial en calidad de usuarios del mismo.
Antídoto a la
posibilidad de que la vacuna contra el coronavirus contenga ya el chip de
identificación mundial: creación de grupos de investigación del
contenido de la vacuna, libres de
interés, chantaje o manipulación.
Antídoto al
miedo del momento de ejecución obligatoria del chip personalizado mundial de
identificación: creación y diseño de grupos de supervivencia
solidarios.
Antídoto de la
violencia que ejerzan las autoridades locales o mundiales: desobediencia
civil social solidaria
Antídoto del
miedo al ridículo por sospechar de la existencia efectiva de una lógica del
miedo: autoaprobación, creación de y participación en grupos que
te aprueben.
Antídoto de la
instauración de una red digital y satelital omnipresente de control social: creación
de una energía capaz de ser emitida, que apague la red y la destruya.
Antídoto de la
dependencia de las fuentes de energía necesarias para sobrevivir y vivir con
comodidad: instalación y uso de fuentes de energía alternativas a
las que proveen las autoridades fieles al dominio. Investigación sobre energía
escalar, energía libre, Nicola tesla.
Antídoto de la
dependencia de semillas que son monopolio del dominio y de productores
agrícolas: acopio de semillas no modificadas genéticamente.
Aprendizaje de prácticas de cultivo orgánico y permacultura.
Antídoto de la
impaciencia durante las épocas de resistencia: El dominio no
tiene poder si TODOS resisten desde el
mismo momento, sincronizadamente, planificadamente, sostenidamente, practicando
e invocando amor, solidariamente, entendiendo que no vale la pena vivir sin
libertad. Eso crea confianza en que caerá bajo su propio peso y eso induce
paciencia. El período de resistencia no puede durar mucho. Sin sirvientes, no
sobreviven los amos.
Otros remedios:
Para ver las cosas desde muchos puntos de vista,
jerarquizados y valorados, Lecturas: cultura alternativa, exopolítica,
sicología transpersonal, medicina alternativa, economía solidaria ,metateoría AQAL, OCON.
Recuerda
Es necesario y urgente crecer en conciencia de amor por
toda la vida en todas partes. La evolución planetaria pasa por un punto crucial
que requiere como nunca tu participación personal, voluntad firme e
introspección a fondo acerca de las áreas sicológicas oscuras, reprimidas de tí
mismo, que no son agradables de reconocer pero gobiernan sin que lo sepas mucho
de tu conducta pasiva o activa. Hay cosas que permites que ocurran a tu
alrededor para seguir en tu zona de confort, a las que te ciegas porque pueden
ser demasiado dolorosas. Llevan a tu conducta pasiva, todo lo que no haces, no
piensas, no investigas y prefieres no saber, para permanecer ingénuo sobre las
fuerzas que se oponen al amor. En realidad nada se opone al amor, porque el
amor todo lo logra y siempre triunfa a la larga, debido a que la vida se nutre de amor y es lo único
real. Lo irreal no puede prevalecer sino de modo efímero, es sintético,
ilusorio, falso.
Puedes motivarte a sentir amor
sin conocer la lógica que opera en sentido contrario, la lógica del temor. Sí,
sí puedes y debes. Una vez que pierdas tu inocencia infantil entendiendo lo que
te vamos a revelar a continuación, debes “olvidar” lo que entendiste para no
permitir que te perturbe de nuevo. Te perturbará provisionalmente para que
pases de la inocencia cómplice a la inocencia adulta de un constructor de amor.
Lo que oirás es muy perturbador, hiere el corazón. De ser completamente
verdadero lo que aquí se plantea, es muy triste. Debes saberlo y luego, sin
duda, no volver a pensar en ello. Pero es indispensable que conozcas la lógica
y los falsos poderes que rigen tu mundo geopolítico, según lo que se puede
sintetizar hoy en día por medio de un poco de investigación en internet, de
fuentes creíbles.
Lo sentimos mucho por ti. Es hora
de que despiertes y trabajes con más esmero por hacer lo que se llama “masa
crítica” para el despertar colectivo urgente que se requiere. Si puedes
trabajar con mucho más esmero que ahora, dedicando tu vida principalmente a
crecer en amor incondicional, desde ahora mismo, no necesitas leer esto. Pero
es muy probable que no hagas prioritario
trabajar por el cambio planetario transformándote radicalmente si no te enteras
del “modus operante” que se nutre de tu comodidad e ingenuidad para seguir
adelante con sus planes de prolongar lo que no es real, sino sintético, porque
no procede del amor, sino de su inexistencia.
Los agentes de esta forma de
obrar simplemente son seres dormidos. Sufren enormemente porque no se sienten
con el poder interior para saltar al vacío del amor, poniendo en riesgo su
estatus, dinero, poder, prestigio y estilo de vida. Creen que no hay amor del
otro lado, que pueda recibirlos, y la cobardía los consume. Tú no eres uno de
ellos. Ellos no deben ser objeto de odio. El odio es eso de lo que se alimenta
su lógica. Deben ser despreciados, ignorados, desobedecidos y desatendidos
simultáneamente por una masa crítica primero, y luego por toda la humanidad,
para que ocurra la transformación deseada. Y primero debe ser comprendido su
modo de actuar y pensar.
Que haya amor
anexo 1 por fernando baena
Lista de chequeo para
el debate entre oficianoicos y conspiranoicos
Inventario de argumentos que hacen plausible que
esté ocurriendo lo peor para la mayoría y lo mejor para la minoría, y listado
de razonamientos que tendría la minoría si así fuera.
· Hay mucho dinero en pocas manos en este
planeta.
·
Hay
mucho poder decisorio en pocas manos en este planeta.
·
El
dinero da poder y el poder da dinero en proporción directa y geométrica.
·
El
poder de influir en la opinión pública y en las mentes humanas con medios de
comunicación efectivos es un tercer poder tan importante hoy como el poder del
dinero y el del poder político.
·
El
cuarto poder ha sido también el genealógico o heredado, ya se trate de
apellidos o de reinados, o de patrimonios. Y la sensación de superioridad
social se ha heredado también entre las élites.
·
El
quinto poder es el del conocimiento científico, pues poder manipular
tecnológicamente a la naturaleza y al ser humano es útil para crear bienes y
servicios, y para la publicidad, la manipulación de electorados y de masas.
·
El
sexto poder es la información veraz
acerca de las conductas humanas, para la regulación ética de las
conductas de quienes tienen poder, de parte de quienes velan por la universalización de valores como equidad,
justicia y prosperidad.
·
El
conocimiento se ha generalizado gracias a internet. Esto puede darle poder a
grupos que no pertenecen a la élite.
·
Esto
puede no agradarle a algunos miembros de la élite, que podrían pensar en crear
información falsa,o fomentar o permitir que haya poca o ninguna información
veraz sobre las conductas de quienes tienen poder y que haya poca información
científica y tecnológica que les conviene atesorar y no compartir.
·
A la
élite le gusta reunirse con la élite y reproducirse cultural y biológicamente,
endogámicamente, para preservar su poder y privilegio grupales.
·
Es
más fácil gobernar tras telones que sobre el tablado, a la vista de todos.
·
Es
mejor tener poder sobre los actores visibles del poder que ser unos de los
actores visibles, y estar sujeto a críticas. Por eso es mejor ofrecer poder a
todos los bandos a los que los actores visibles pertenecen en el teatro
democrático, monárquico o hegemónico de cualquier poder visible.
·
Todo
lo anterior ya ha ocurrido en mayor o menor medida en la historia humana. Y ya
hubo planes de lograr poder total sobre el mundo conocido, desde Atila y los Cesares
hasta Alejandro Magno y Adolf Hitler.
·
No
hay nada radical que se haya hecho para evitar que siga ocurriendo lo mismo,
excepto la revolución francesa y el pensamiento moderno europeo, la revolución
rusa y el comunismo chino y otras revueltas populares.
·
Conforme
avanza la tecnología se sofistica y potencia la capacidad de dominio potencial
de las élites que quisieran repetir la historia. Sería ingenuo creer que no ocurrirá
de nuevo.
·
Las
democracias ya son controlables mediante fake news y compra de los medios de
información y publicidad, sobornos, etc. No presentan demasiado peligro para
las élites activamente interesadas en el poder, gracias a las tecnologías de
manipulación cultural y mental, que presentan ideales de felicidad que ya se
ofrecen efectivamente a las masas de países comunistas y capitalistas.
·
Pero
ofrecen algún peligro aun para aquellos que de las élites se interesan por no
perder, o aumentar el poder que ya tienen.
·
Posibles
ideas que las élites sostienen:
o
El
planeta se enfrenta a una crisis ecológica y energética futura. No es
sostenible ni con la población actual ni con una mayor.
o
Ya
tenemos comprados a la mayoría de los seis poderes. Ya podemos hacer pruebas
eugenésicas o eutanásicas masivas.
o
La
misma cantidad de recursos hace más rica y cómoda la vida para una menor
cantidad de personas que sea capaz de sostener el mismo estilo de vida o mejor
que el que tienen los que mejor viven.
o
Van a
sobrar personas si queremos gastar menos energía y depredar menos el planeta
para vivir igual de bien o mejor que
como vivimos hasta ahora los que mejor vivimos.
o
Si
sostuviéramos el nivel de vida que tenemos, con menos gente aspirando a
enriquecerse demasiado, sería más fácil tener contenta a menos gente
rivalizando por tener poder, que a una mayor cantidad.
o
Reduzcamos
la población gradualmente, o a un ritmo que convenga de acuerdo a la urgencia
de no llegar a un punto de no retorno en la explotación de recursos terrestres.
o
Si lo
hacemos con sutileza y lentitud, sería mejor que si lo intentáramos con descaro
y rapidez. Evitemos los daños nucleares e infrinjamos daños que ya sepamos que
podemos evitar en nosotros mismos.
o
El
problema de tener que reducir la población es que no nos quedemos sin quien
pueda servirnos. Hay que sostener una cantidad útil de población servil.
o
Si
robotizáramos la producción de bienes y servicios haríamos menos necesaria la
existencia de muchas personas que saldrían sobrando de la cadena productiva y
lograríamos reducir la población.
o
Si
optimizáramos las inteligencias artificiales y las tecnologías para volvernos
más inteligentes los que tenemos
privilegios, y si estuviéramos mejor informados sobre todo cuanto ocurra en
este planeta, diagnosticaríamos mejor,
más detallada e individualmente y más oportunamente lo que ocurre con personas
y grupos que puedan estar interesados en competir con el poder que nosotros
tenemos.
o
Hay
que correr a mejorar y sofisticar las tecnologías de información, vigilancia,
diagnóstico, control y represión sociales; no sea que grupos poblacionales rivales puedan competir
por recursos y poder con nosotros.
o
Hay
que hacerlo discretamente pero con celeridad.
o
Controlar
mediante el temor es más fácil que mediante el adoctrinamiento.
o
El
mayor terror que tiene el ser humano es el de enfermar y morir.
o
La
medicina se encarga de tener el poder que le da el conocimiento sobre la
enfermedad, la muerte y la cura. Se le obedece más rápido al médico que al
alcalde.
o
Hay
que tener el poder sobre todo lo relativo a la salud y mejor si es un poder
global. Inventemos una organización mundial que monopolice el criterio sobre lo
que enferma y cura: la OMS. Tengamos cada vez mayor poder sobre ella.
o
Hagamos
pruebas piloto para confirmar el nivel de pasividad y gobernancia que podemos
tener hoy en dia con el poder que tenemos ganado hasta ahora, mediante una
pandemia real o mediáticamente exagerada.
o
Saturemos
o pixelemos mejor la información que tenemos, mediante un sistema de
información de hipervigilancia, como el que nos brinda la 5G. No es suficiente
con haber perfilado los intereses e ideologías de millones de personas con
Facebook y redes sociales varias.
o
Si la
5G causa patologías, hagámosle sombra con las patologías de la pandemia y atribuyámoselo
a la pandemia. Si no las causa igual hay que implantarla.
o
En la
medida de lo posible, que lo gobiernos menos informados e ingenuos actúen por
convicción y no por conocimiento de nuestros planes, apoyando nuestros planes,
para lo cual es mejor poner de por medio a la OMS.
o
Si se
filtra la información, ridiculicémosla o ataquemos con desinformación, o
hagámosle mala propaganda creando nosotros mismos diversa información
conspiranoica fácil de desmentir.
anexo 2 por Fernando baena
Sin brújula pero con mapa
Reflexiones sobre la pandemia
Por Fernando Baena
Vejarano*
No se trata ya de buscarle su
lado bueno a la pandemia para practicar resiliencia con el “Coaching” de moda, ni de entender cuáles sean sus causas,
culpables, consecuencias y soluciones; sino de comprender qué significa todo
esto en medio del paisaje histórico. Necesitamos una brújula, pero el
maremágnum de la mar revuelta no nos permite encontrar una. Quiero, como todos
ustedes, entender lo que nos pasa. Tengo muy claro que el suceso es colectivo y
que nos acucia una pregunta gigante y común, mas global que nunca. Nos gustaría
que este revolcón semejante a una guerra mundial ocupara un lugar en su
contexto, es decir, que tuviera algún significado; que no fuera simplemente un
azar ciego, un golpe de dados caprichoso o deliberado de la biología. Que
tuviera un sentido, por lo menos retrospectivo.
El sentido anticipado de las
cosas es asunto de profecías, es terreno resbaloso. El sentido retrospectivo es
la consolación para la que se inventó la disciplina de la historia, esa
seudociencia que nos pone cada suceso en un lugar tal que todo parece que
estaba planificado para que las cosas fueran como efectivamente se dieron. La Edad
Media tenía que darle paso al Renacimiento por tales y tales razones que a su
vez le dieron lugar a la modernidad y a la postmodernidad, etcétera. La
historia es una ficción que nos permite aceptar lo que, sin saber si formó o no
parte de un plan superior, de alguna voluntad divina, parece haber tenido que ocurrir
tal como pasó. Nos permite ir de la negación, de la frustración, de la evasión,
a la aceptación ilusionada de lo ocurrido. Fuerza lo ocurrido a que encaje. Mas
o menos como lo que hacen los intérpretes de Nostradamus con sus cuartetas.
Si el virus tuvo autores
asesinos, si fue una maniobra geopolítica china o norteamericana, si es una
pieza del rompecabezas de un complot supremo por el control completo sobre las
voluntades humanas…no lo sé, no puedo saberlo. Ya he perdido mi tiempo lo
suficiente, aliándome con unos creyentes y con otros, pasando del optimismo
espiritual sobre la gran oportunidad que se nos presenta para dar un salto
sociopolítico evolutivo que yo mismo he predicado intentando auto convencerme,
al pesimismo delirante y paranoide que induce a noches de insomnio en las que
somos testigos todavía de la batalla entre ángeles caídos y legiones de luz
fieles al salvador del mundo.
Me quedo sin piso. Si hace dos
décadas tenía noticias compradas al antojo de los dueños del capital, de los dueños de noticieros y editoriales, por lo
menos contaba con un consenso general, un pastel horneado de mentiras cocinadas
con los ingredientes de unos mismos hechos. Pero con el auge de las falsas
noticias y las redes sociales, la desaparición de la diferencia entre la verdad
y la mentira, la multiplicación de la voz periodística en las voces de cualquier
mitómano con ganas de divertirse y de los muchos que necesitan likes y
seguidores para lucirse como youtubers, el pastel se diluye. Lo fáctico
desaparece en su libre invención. La representación fotográfica, lingüística,
documental y audiovisual deja de ser fiable con la aparición de aplicaciones
para el rediseño perfeccionado y ultrarealista de cualquier imagen, secuencia,
montaje o suceso. El periodismo gráfico se vuelve indistinguible de la astuta
manufactura con photoshop, la simulación de voz
y de movimiento gráfico tridimensional se perfeccionan al límite, la versión
del poseedor del poder se impone y la credibilidad se vuelve imposible. Pero ya
a nadie le hace falta. El narcicismo de la autofoto suplanta la necesidad de
objetos históricos conocidos. El sujeto se hace dueño de la noticia: lo que se
le antoja, lo que opina, lo que hizo para escandalizar, -sinónimo de existir-
suplantan la realidad sobre la que anteriormente se debatía. Ya no hay debate.
¿Sobre qué podría debatirse, si ya no hay realidades consensuables, sino
subjetividades que deciden al capricho de los días lo que tienen derecho de
inventar, periodismo prostituido a sueldo, seudorealidades amparadas por un
subjetivismo radical y una ontología ilimitada de lo imaginario?
La identidad desaparece, o se
vuelve infinitamente mutable. No solo la identidad del mundo social que se
desea alcanzar, porque la utopía se transforma en la multitopía plural,
vertiginosa, de las dispersas comunidades que se empeñan, cada una, en defender
sus mundos posibles, con sus nuevos sujetos mutables. El pluralismo moderno
cedía el paso al pluripluralismo postmoderno. Ya no solo se podía escoger
ideología, creencia y estilo de vida, como en el ideal burgués de la
norteamérica suburbial, sino identidad propia, corporal, expresiva y emocional,
como en el New York de los años ochentas. Pero la opción tampoco tendría que
ser definitiva e inapelable por el resto de la vida. Mutabilidad de las
preferencias y derecho a todas: de rol social de género (comportamientos
femeninos, masculinos, ambiguos), de fenotipia sexual (cirugía genital,
mamoplastia, tratamiento hormonal), de tipología relacional (monogamia,
poliamor, anarquía relacional), de identidad nacional (ciudadanía múltiple). Para
completar el panorama, mutabilidad orgánica: ser un organismo a base de carbono
ya no es un dogma, para la ciencia ficción, cada vez mas cercana, y dando sus
primeros pasos, en la neurocomunicación entre lo electrónico y lo orgánico, en
la computación de datos, en la multilocalidad virtual del individuo. ”Post
humanismo”, lo llaman, como si mereciera eso la segunda parte del neologismo. Mutabilidad
temporal, ser mujer la primera mitad de la vida y hombre la otra parte;
mutabilidad espacial, no tener lugar de residencia, convertir el hogar en un
aeropuerto y el dormitorio en un cubículo de cristal , un ataúd climatizado y
oxigenado de una terminal de metro japonés.
La relación con el otro se
trastoca, y no solamente como la describió el teórico de la liquidez, sino
quizás de un modo más radical todavía. El otro era presencia y el costo de ese
valor era su frecuente lejanía. Era sagrado, como María para Efraín, en la
novela romántica de Jorge Isaacs. Se podía amar sin tocar, como en el amor de
las novelas de caballería y las gestas españolas. Se amaba porque no se
necesitaba tocar, -esa era la prueba de amor verdadero-, pero se anhelaba tocar para poder amar aun
mejor. El contacto de piel era posible, deseable, esencial. Pero transmuta también
la fenomenología del abrazo. Para hacer presente lo ausente, el teléfono
aprende a simular la tonalidad, el ritmo, la pronunciación de las vocales y
consonantes, traducidas a impulsos electromagnéticos y vueltas a recomponer
como imitaciones de la vibración de las cuerdas vocales en un altoparlante.
Micrófono en vez de boca y pulmón. Auricular en vez de oreja. El anhelo se
reduce, satisfecho con la presencia de la voz simulada, que hace olvidar el
resto del cuerpo, por un momento, por un minuto, por días, semanas y años
luego, hasta que se olvida anhelar lo que huele, lo que se saborea o escupe, lo
que se acaricia o duele, lo que densifica el mundo: el cuerpo ajeno.
Reemplazados ya como conversación cámara a cámara, el rostro y el cuerpo del
otro encuentran su avatar en la eficiencia del encuentro: me dijiste lo que
querías decirme, te dije lo que quería decirte. La información era todo lo que
importaba, o…¿había algo más? ¿Pero qué mas puede importar, sino la información
que se transmitió, la brevedad de tiempo con la que se logró, el ahorro
energético que se tuvo, evitando viajes físicos innecesarios, emisión de
carbono, y consecución de tiempo para otros y muchísimos otros eficientes y
brevísimos encuentros? Nada sino la información importa, porque nada sino la
información existe, como diría Noah Harari. La historia del universo mismo no
es más que una matrix de ceros y unos, códigos binarios que se disfrazaron de
genomas que evolucionarán como seres de silicio, y a los que lo mejor que
podría sucederles sería quedar sujetos a una inteligencia artificial
planetaria, soportada por una superpoderosa red satelital vigilante, juez,
policía y legislador operante en una red 5G.
El cuerpo social desaparece,
confinados los cuerpos individuales a sus casas, resignados a convertir el
encuentro interpersonal en una suma de registros audiovisuales grabables y
reproducibles en pantallas ajenas y en la sacrosanta pantalla propia. En el año
2019 las marchas de los chalecos amarillos globalizaban la presencialidad política,
revelaban que la complicidad de los medios de comunicación con los poderes
dominantes se quedaba corta con la responsabilidad de canalizar el hastío hacia
la corrupción, el robo del tesoro público y la sectarización cada vez más
descarada de los oligopolios. En el año 2020, gran casualidad de la historia, gran necesidad de hacer encajar
las piezas del relato ¿Cómo no podría surgir el imaginario social de un virus
manufacturado, sintético, previsto para difundir pánico en tales casos ,
prescrito y visualizado con antelación por el conductismo social, el
neuromarketing, la tecnologización de las conciencias sofisticada hasta sus
límites por las ciencias del consumo, las tecnologías de la manipulación del
elector, del televidente, del usuario del celular, de la víctima de la
algoritmización de las preferencias, de la manipulación del gusto personal, de
la identificación estadística y el seguimiento secreto de las tendencias
poblacionales por parte de todas las agencias de inteligencia sobre toda la
población mundial carnetizada en las IPS de celulares y PCs? ¿Y cómo saber que
no, o que sí ocurrió de ese modo, con esa crueldad, esa vandálica estrategia de
ingeniería social, esa astuta respuesta de las élites? Pero con tanto
desquiciado construyendo teorías conspirativas mal fundadas, fáciles a la burla
de quienquiera que posea una mediana inteligencia, pagados o permitidos
precisamente por las hipotéticas agencias conspiradoras, ¿Cómo saberlo?
El resultado, en todo caso, es
el mismo. Mueren los cuerpos, porque no se tocan. Cuerpo no tocado es fantasma,
y los fantasmas, aunque conspiren, no guillotinan las cabezas de los reyes, que
pertenecen, ellas sí, al mundo de los vivos. ¿Cómo podrían conspirar, si solo
cuentan para hacerlo con el espacio que les brindan las redes digitales, en las
que ya están instalados, probados y funcionando, los sistemas de detección de
información de los vigilantes? En las casas de, por ejemplo, los precursores de
la independencia americana, no entraban los funcionarios ingleses ni españoles.
Los recintos eran infranqueables, porque no había cámaras ni micrófonos. Eso daba tiempo para
estrategias y planes y secretos. A la sofisticación de la inteligencia y la
contrainteligencia, revelada por Snowden, cosechada por Assange, nunca se le
adelantó alguna cofradía de Hackers, ¿verdad? Pues entonces la insurgencia de
quienes creíamos en las libertades individuales, los derechos personales, la
vida privada, la expresión incensurable de la vida interior por medio del
arte…todo eso….y ya no solo Dios…ha muerto. Ya lo sabíamos, pero la pandemia es
su momento más glorioso. Es el inicio de la etapa de la aceptación de la muerte
del hombre. A menos que, una vez accesados todos lo rincones, como se hace ya
en China, como ocurre ya en una Wuhan infestada de torres 5G; una vez accesadas todas las terminales de
celular y de PCs, quede algo para colonizar todavía. Pero las conciencias se intervienen y se
programan, por lo menos estadísticamente, con gran éxito algorítmico, como
prueban ya el neuromarketing y la neuroestimulación del elector político. Trump
es presidente y los logos de la ropa de marca pagada con mano esclava en barcos
gigantes cuelgan de nuestros armarios.
Cuerpos convertidos en
fantasmas digitales, mentes convertidas en terminales orgánicas y neuronales de
sistemas de cómputo de información, sexualidades transformadas en preferencias
y orgasmos a distancia, emotividades traducidas como clubs de encuentro
swinger, ideales de pareja servidos por agencias matrimoniales, aplicaciones en
el celular para intercambios genitales provisionales, éticas revisadas como
listados escritos de derechos humanos. ¿Qué queda por colonizar, o mejor aún,
qué hay en el ser humano, que sea en todo caso incolonizable? Si lo supiéramos,
tendríamos un nuevo territorio identificado, para tentar a los conquistadores
con un nuevo reto. Pero ¿y si el conquistador fuera ciego a ese color, si
existiera en él alguna especie de daltonismo? La habitación humana ha sido
evangelizada por el televisor, el escritorio por el computador, el oído y la
vista por el teléfono celular, el ágora de la polys griega por la publicidad
algorítmica personalizada, el ritual religioso por la telemisa, el sermón por
el show, el noviazgo por el chat, el acto amoroso por el dispositivo sexual
mutuo, de latex, vibrante, operable a distancia gracias a una aplicación que se
baja en la red y se compra a domicilio. ¿Queda algo más por digitalizar? ¿El
alma?
Con tecnología 5G el
supervisor tendrá un millón de ojos en un millón de lugares. Con servidores y
satélites ultraconectados a sensores de retina, mas la experiencia y la
naturalización justificada de la ubicación oportuna en una pandemia, el gran
ojo de horus del billete de dólar podrá demorarse segundos para encontrar a
inocentes y a culpables. ¿Desde cuál criterio, inocentes, o culpables? ¿Y por
qué necesariamente o inocentes, o culpables, como si no hubiera otras
categorías para etiquetar a los individuos, para asignarles una lista de
estímulos y respuestas acordes con su
nivel de ajustamiento, nuevas versiones del shock eléctrico y de la galletita
estimuladora de los perros de Pavlov? ¿Y
por qué, en general, tener que aceptar que haya que etiquetar, para gobernar?
¿Es que no se puede constituir un sistema de interacciones sociales armónicas
sin gobernadores centrales? Las jerarquías se hicieron necesarias para
centralizar la toma de decisiones cuando fuimos tantos que ya no podíamos
permitirnos el lujo de ser tan lentos y deliberativos, por ya no estar reunidos
en clanes pequeños. Feudos e imperios,
monarquías (dictaduras consanguíneas heredables) y presidencias
(monarquías provisionales sujetas a elección popular) , gerencias y pirámides
organizacionales, son simplemente sistemas de organización de la testosterona,
para darle cauce a la satisfacción mal repartida de las necesidades sociales.
¿Fueron eficientes, para proveer felicidad? Muy poco. Tras las sociedades no tribales surgieron muchas
culturas patriarcales, lo que no justifica añorar románticamente un regreso al
matriarcado, no menos primario y cruel. Pero ¿Y no se trata, precisamente, de
redefinir los fines y los medios? ¿No estamos para eso en un receso reflexivo
pandémico? ¿No podría usarse al revés esa misma capacidad computacional para
identificar necesidades, soluciones y respuestas inmediatas y justas,
ecológicamente proporcionadas a los retos de la supervivencia y satisfacción de
la población humana planetaria?
Del alma se ha dicho y se ha
abusado. Palabra gastada. Definida precisamente por su inasibilidad, por su
carácter no objetivable, por su identidad con el sujeto, con el que no es ni
puede ser objeto, merece tomarse como la punta del hilo del que pueda ir
desenredándose toda la madeja. Ni la modernidad ni la postmodernidad se la
tomaron en serio, pues la guardaron en la habitación de los chécheres de la
universidad y de la academia. Se le ve como un trasto viejo de la edad media,
una silla victoriana que se guarda en el museo, al lado de las respetables pero
irrisorias creencias de tribus africanas ya extintas. ¿Lo es? ¿Y si fuera
inexpugnable?
¿Veníamos de la etapa de la negación? Tal vez
sí. Pero no entremos en la etapa de la
aceptación, sino en la de la inteligente rebeldía. El público promedio del
siglo XX negaba ser postmoderno, creía vivir aún en la Europa del siglo XIX, en
la preguerra, cuando la familia, el estado y la propiedad privada, el
patriarcado del hombre blanco, jefe de hogar,
bastaban para definir la buena vida. ¿Qué eran todas esas otras
excepciones, las minorías sexuales, las libertades de la mujer, los
descubrimientos de culturalidades no occidentales, las nuevas afectividades?
Anomalías pasajeras. Para reemplazar las certezas religiosas de antaño, se hizo
el comercio de las nuevas espiritualidades. Oferta y demanda. Para los
racismos, xenofobias y opresión de las minorías se decretaron derechos humanos.
Todo en orden. Pero no pensábamos que nuestros instrumentos nos transformarían
a nosotros. Y lo han hecho. El hierro y la rueda nos hicieron guerreros, la
moneda nos hizo comerciantes y el mundo digital nos volvió rostros
digitalizados en reuniones por zoom donde , óigase bien, no hay encuentros. Los no occidentales hicieron mejores
capitalismos que el nuestro, no cabe duda; y ya viajan a la luna y hacen armas
atómicas. Después de todo, señores victorianos, no eran pueblos tan
atrasados e incapaces de razonamiento
científico tecnológico, a pesar de sus ojos sesgados y sus pieles amarillas.
¿Nos permitirá la pandemia
pasar de la negación, a otra cosa? Ahora hay también otra forma de negación,
que es la idealización de la pandemia, una idealización espiritualizante,
sicologizada al punto de transformarla en algo indoloro. Lo que no duele, no
existe. Estoy sano siempre y cuando me den mi dosis diaria de morfina. Yo mismo
me he adherido a ella, no menos consciente de que se trata de un paliativo, muy
conciente de que no puedo vivir sin su dopamina, hasta muy contento de poder
transmitir la esperanza que me ofrece mi doctrina, y rehacio a considerarla
algo que no pueda tener, definitivamente, algo de sentido, algún asidero en
alguna realidad metafísica a la que me he asomado algunas veces, mediante
prácticas meditativas. ¿En qué consiste? Todo estaba previsto en una especie de
plan divino, que la astrología permite rastrear de manera bastante aproximada.
O en una especie de agenda de una hermandad de seres de luz desencarnados, que
viene planeando el tipo de dificultades que habrá de experimentar la humanidad
para dar su siguiente salto evolutivo. Y la pandemia es por fín el gran
momento, la gran lección de la escuela de la evolución de la conciencia que nos
estaba esperando desde el incumplimiento de la profecía maya para el 2012,
ahora sí por fin cumplida. Los mayas estaban descachados por unos añitos, pero
el tejo cayó por fin encima de la mecha. Y se viene la inevitable muerte y
resurrección de la especie humana.
No es que no lo crea, sino que
soy patológicamente conciente de lo mucho que deseo que así sea. Y quien quiere
creer y lo admite, poco puede creer ciegamente, aunque lo intente; así como
quien cree porque quiere y no lo admite, ya no sabe que cree porque quiere,
sino que se engaña creyendo porque cree que sabe. Así que soy un mediocre
espiritual a sabiendas, un filósofo a mi pesar y en contra de mi propio anhelo,
un anticlerical moderado, un no católico tolerante, un budista por inclinación
(aunque desafecto a sus liturgias) y un tibio creyente de asuntos esotéricos, a
mucho honor.
El alma. Sí, puede que sea.
Pueda ser que quede un oasis y que los
vigilantes, llámense como sea, estén conspirando juntos o no, aprovechando o no
las circunstancias para ahora sí comenzar a conspirar juntos; puede que no sean
capaces de comprender ni de tomarse en serio que la contraparte tiene un
recurso que ellos ni siquiera sospechan y al que nunca podrán esclavizar. No me
voy a negar esa esperanza, cerrando las puertas a lo que puede ser, como lo
hace el nihilista, el escéptico, el vanagloriado de su propia superioridad
intelectual o el embrumado de relativismo, el enfurecido contra todo asomo de
espiritualidad que no perdona los desmanes de la iglesia, como si solo pudiese
existir espiritualidad dentro del cristianismo, y como si no hubiese también focos de verdadera
espiritualidad, libre de dogmática, inclusive por dentro de las instituciones
protestantes y católicas. Las religiones debieran resucitar de su escándalos, y
o morir para dar a luz algo mejor que dogmas y ovejas ciegas a la vida, o
volver a los valores primordiales que encarnaron maestros como Jesús o el Buda.
El arte, por su parte, ya debiera abandonar sus aires neoburgueses. Ya basta
del arte de la queja, el retrato de la barbarie, la denuncia enfadada, la
idealización del ser humano degradado
y la vanalidad de los orinales
exhibidos como grandes revoluciones en la historia de la estética. Que
propongan algo.
Pero otra cosa es usar alguna
receta espiritualista para sostenerse en la etapa de la negación. Sí ha pasado
algo, viene pasando, se agravará con la pandemia, se verá como post pandemia y
es de un acentuado carácter antihumanista. Por mucha sicología de la felicidad,
sicología positiva, optimismo que le pongamos, los mecanismos sociales de
control están exacerbados y se exacerbarán aun más. No es improbable que se
pongan al servicio de las élites mundiales, de las irrisorias minorías que son
dueñas del fruto del trabajo de las inmensas mayorías, de las genealogías que
han usufructuado y heredado los frutos del capitalismo liberal y neoliberal,
del capitalismo de estado chino o ruso, del comunismo y su falso humanismo. No
es tonto pensar que ya ellos son dueños de las estrategias de aconductamiento
que nos tienen a millones en nuestra casa por cárcel, no porque el virus no
exista, sino porque existe, no porque haya sido manufacturado, sino porque es
mucho peor que el del SARS o el ébola por su tardanza en sintomatizarse, su
medio de contagio, y su difícil trazabilidad. Ahora el pánico ha funcionado,
porque el peligro es real, así haya sido un golpe de suerte para quienes ya tenían dolor de
cabeza con las manifestaciones sociales del 2019. Y si funcionó, funcionará de
nuevo. Eso pensarán. Eso dirán, para que permitamos que la vigilancia y el
control sean el nuevo negocio de Sillicon Walley y de sus similares en china,
ahora que el terrorismo islámico dejó de protagonizar la película del terror.
No era lo suficientemente universal. Una pandemia, en cambio sí que lo es.
Llega hasta el interior de cada alveolo del pulmón de cada habitante de la
tierra. Y no saldremos ganando en libertades culturales, artísticas,
espirituales ni en calidad de vida, los que pensamos que la felicidad es un
bien que debería repartirse y promoverse mejor, por huidizo que sea.
Somos un sistema vivo, pero
sobre todo un canal de la evolución del espíritu. El ser humano no es un
sistema mecánico. Chaplin nos lo dijo en su película “Tiempos difíciles”.
Tampoco es una matrix digital, nos lo
dijeron en su premiada serie cinematográfica los hermanos Wachowski. El arte
siempre lo ha sabido, así la espiritualidad humana solo se lo haya revelado del
todo a los ganadores de la lotería del sentido, los místicos, que se cuentan
con los dedos de la mano. Comprar espiritualidades baratas para que nos
indigesten, palien el peligro o nos faciliten hacernos los de las gafas, es
cosa peligrosa. Pero no intentar construir espiritualidades verdaderas es un
peligro peor. Es abominable refugiarse en la pequeña consolación de un mundillo
personal y familiar resignado, en teleconferencias, a eludir el peso de nuestra
época con pasteles de cumpleaños cuyos pedazos nunca llegan a la boca de los
celebrantes. Es despreciable resignarse a que la tecnocracia se tome el mando
del barco. Y es poco espiritual hacer pose de postmodernidad, y darle la mano a
quienes consideran que todo es relativo, menos lo que afirman cuando afirman
que todo es relativo y sujeto a la historicidad. Es como decir que todo ha sido
colonizado o será colonizado, y que la libertad fue un sueño de antaño al que
la gente, cuando madura, renuncia. No todo da lo mismo.
¿Que si hay modelos teóricos
fiables, para hacer masa crítica en la historia humana, y promover un nuevo
horizonte de sentido? Los hay, se fundan en la sicología evolutiva, se inspiran
en la filosofía perenne y nunca antes en las ciencias sociales se tuvo tan
claro. No voy a hablar de ellos, para no pasar del tono crítico del filósofo al
color esperanzador del estudioso del crecimiento y del desarrollo humano. Pero
hay que decirlo en tiempos de crisis. Vivimos, en las disciplinas blandas, un
momento de tanta sabiduría que sería comparable a la fractura de la historia de
la biología con la teoría de la evolución de Darwin, o a la decodificación del
genoma humano. Es un mapa que permite ver luces y sombras de cada etapa
recorrida y por recorrer, ventajas y peligros de cada salto que damos en el
intento de humanizarnos. Podríamos implementar ya poderosas transformaciones
educativas y sociopolíticas, y desperdiciar esos avances sería como dejar a un
lado la teoría de la relatividad de Einstein, para no hacer sentir mal a los
físicos newtonianos. Sabemos, paso a paso, cómo tiende a mejorar el ser
humano cuando en condiciones ideales se
le permite elevar su inteligencia ética, emocional, interpersonal,
intrapersonal, existencial y espiritual, para no convertirse en el árbol
torcido en el que lo convirtieron los sistemas educativos obsesionados con el
desarrollo cognitivo, en desmedro de las otras y no menos esenciales
inteligencias. El mundo puede pasar de manos de los comerciantes y de los
banqueros, al de los educadores, los amantes, los filósofos, los buscadores
espirituales y los artistas. Esta vez no serán quijotes, porque han descubierto
lo que los hacía soñar con molinos de viento. Y no por ello quebrarán los
negocios ni dejarán de prosperar las empresas. Sobrevivir como especie en este
planeta, sin oprimir a las mayorías, sin usar el sarcasmo, sin menospreciar al
peatón corriente, sin cuadricular las conductas, puede ser a mediano plazo también un gran negocio.
¿Hemos dado ya, sin saberlo,
las primeras puntadas? Los movimientos neo rurales, las pruebas piloto de
economía solidaria, los movimientos pro desconexión de la red, la permacultura
son ya los primeros avances de un proceso de reacomodación que vendrá, le
convenga o no al sistema bancario y al culto al endeudamiento? Quien vea por dónde esquivar el iceberg hacia
el cual va el barco, que grite. Su silencio sería un delito. Quizás haya muchos
pasajeros dispuestos a vocear en coro, que se hagan oír del capitán, y le demos
a esta pandemia un giro a estribor,
guiados por alguna brújula que nos permita llegar a puerto.
** Filósofo, novelista, ensayista,
sicoterapeuta, profesor de Meditación Transpersonal.
o anexo 3 por fernando baena
Los poderes del
siglo XXI, explicados por un bufón.
Por Fernando
Baena Vejarano
1-
El bufón se presenta.
Como cualquier observador del
mundo que no tiene acceso más que a periódicos, revistas y noticias de dudosa
calidad en redes sociales, me pregunto qué tipo de lógica rige mi entorno
nacional e internacional. Las conductas visibles pueden rastrearse, pero la
gramática oculta hay que descubrirla. Ha de haber una lógica perversa tras las
bambalinas de las guerras económicas y militares, tras la profunda desigualdad y el predominio de las prácticas
económicas que nos condenan al cambio climático. No creo en un club secreto de
malignos multimillonarios que conspiran para apoderarse del planeta, pero sí en
una cosmovisión de baja estirpe, en unos lentes que no nos han permitido
emprender colectivamente rutas de provecho común, de felicidades compartidas
sin soluciones violentas ni mesianismos políticos sectarios o recetas simplistas.
Alguien me dijo que siguiera
escribiendo como quien dice las cosas de manera tan escueta que parece decirlo
un niño o un bufón, con completa honestidad
y sin ningún reparo diplomático. Sin tacto y haciendo reír al público.
Gritando abiertamente que ese rey está desnudo; ese rey de la fábula, el que
salió a la calle con un traje que según su intrépido sastre era invisible
solamente para la gente deshonesta, cuando en realidad no portaba traje alguno.
Es lo que los intelectuales llaman con sofisticación deconstruir una verdad,
revelar una farsa. Por miedo a que me acusen de deshonesto no voy a decir que
el emperador porta un lindo vestido. No, va desnudo. Disimula su miedo a que
alguien lo diga en voz alta. Siente frío y el astuto sastre no solo miente sino
que nos chantajea a todos con su truco de pacotilla.
2-
Seres y cosas para usar
Dos disciplinas principales que estudian el
funcionamiento del mundo se llaman economía y política. La verdad desnuda es
que los seres humanos usamos la naturaleza y usamos a otros seres humanos para
sobrevivir. Sería mejor pasar del uso al trato, al cuidado mutuo, y para eso es
necesario entender primero por qué y cómo, en vez de cuidar del entorno y del
vecino, nos hemos aprovechado de ellos hasta agotarlos. Todavía mejor sería
entregar la vida propia para servir a la felicidad ajena al reconocer que tu
felicidad es la mía porque somos uno y no podemos no serlo, pero la conducta
general y mayoritaria del ser humano actual es mas bien egoísta que altruista.
Exhausta se siente la gente de
tanta salida en falso; dos guerras mundiales tras la espalda y unos 50 millones
de víctimas políticas por regímenes autoritarios en la segunda mitad del siglo
XX. Herida de muerte se siente la
biodiversidad planetaria; hace dos siglos existían casi el doble de las especies biológicas que corren a su
extinción hoy. En los años sesentas y setentas surgieron esperanzas de una
pronta renovación sobre cómo hacer del mundo un lugar mejor pensado, pero
resultó que algunos ingredientes no le sentaron bien a la receta
postmoderna: demasiada ingenuidad, prisa
y a-racionalidad espiritualosa, demasiado
ardor político no canalizado hacia transformaciones concretas, no
aterrizado en nuevas y más ecointeligentes
formas de hacer empresa, economía, ciencia,
relaciones de género, cultura y política planetaria. Para luchar contra
el autoritarismo se impuso
autoritariamente el antiautoritarismo a nombre de lo políticamente correcto, y
se volvió imposible discernir lo mejor de lo peor en terrenos éticos,
educativos, culturales, artísticos, espirituales y sicológicos. Todo se volvió
válido. Pero no todo es válido. Discernir niveles menos evolutivos de niveles
más evolutivos es la única manera de subir por la escalera que nos humaniza. La
desorientación axiológica fue el autogol que se hizo la postmodernidad.
Como yo lo veo, y para explicarlo
del modo más burdo pero pedagógico posible, el sistema económico mundial es un
sistema de apuestas acerca de cómo le irá a una inextricable red de negocios
empresariales. Cada negocio se basa, o principalmente en la explotación de
recursos naturales y tecnológicos, o principalmente en el uso del tiempo, la
energía y las habilidades de seres humanos diversamente expertos en ciertas
actividades, o en complejas combinaciones de ambos insumos (recursos naturales
y trabajo humano -o robotizado informáticamente con trabajo humano-).
Las apuestas se llaman
inversiones, -se hacen adquiriendo acciones- y la incertidumbre relativa sobre
el futuro es su naturaleza. Son básicamente promesas de prosperidad que se
compran y venden, dependiendo de la confianza o desconfianza que en general
se tenga respecto a ellas. Los recursos naturales son propiedades
adquiridas por estados que tienen territorios que defienden por medio de
ejércitos armados y sistemas de amenazas armadas potenciales, o territorios que
conquistan mediante estrategias diversas: invasión directa, “liberación”
simulada mediante guerras
ideológicamente enmascaradas (Afganistán, Irak por ejemplo), invasión
diplomática, invasión comercial, cultural e ideológica, etc. El tiempo, energía
y habilidades humanas se ponen al servicio del sistema de producción de
mercancías usando la imperiosa necesidad biológica de sobrevivir, procrear y
experimentar placer.
Los recursos tecnológicos se
hacen combinando inteligencia humana y recursos naturales para crear artefactos
que explotan, producen y usan energía
haciendo más eficiente el trabajo. Los seres vivos somos sistemas que recogemos
y gastamos energía. Para trabajar y conseguir lo que necesitamos hemos usado la
fuerza muscular, usado nuestra imaginación creadora y recurrido luego al
músculo animal y la rueda; hemos investigado más y encontrado luego el carbón y
el vapor, el petróleo y la energía atómica. Mientras más eficiente el método
de consecución de energía más rápido
producimos más bienes de consumo para más personas, siempre que sea posible
darle mejor alimentación, salud y preparación laboral a más gente que se
reproduzca. El crecimiento de la economía se basa en esta carrera exponencial
de medición de consumos y la ideología que afirma que ese crecimiento puede
prolongarse infinitamente sin efectos colaterales se llama capitalismo. No es
lo opuesto del socialismo, que comparte esa expectativa. La aparición de la
máquina industrial, el reloj mecánico, la brújula, el ferrocarril y el
telégrafo, combinadas con la medicina moderna, los fertilizantes, la imprenta,
la colonización comercial y la exploración y explotación de nuevos territorios;
todo esto, le dio su venia a la sobre explotación de recursos terrestres que ya
llega a su agotamiento. Prevíendolo ya muy tarde nos hicimos la pregunta de
hasta qué punto serían igualmente o más eficientes las fuentes de energía no
renovables. Resulta que nos enferman menos porque no intoxican el nicho
ecológico del que nos alimentamos y al que pertenecemos por esencia, no causan
cambio climático, no matan el ecosistema, y resulta que la voluntad política,
no ya los conocimientos técnicos, son la gota que se necesita ahora que ya casi
se rebosa la copa.
3-Motivaciones
A nadie le gusta morirse de
hambre, no darse placeres, no tener máquinas y artefactos que le automaticen una
cotidianidad más eficiente, no establecer lazos
de mutuo apoyo y afectivos o pasarla mal. Si presionamos a alguien lo
suficiente como para que se de cuenta que la satisfacción de sus necesidades
está en riesgo, entonces trabajará; se pondrá en acción para sobrevivir y
disfrutar, en vez de decaer y morir. El capitalismo permite que haya miseria y
pobreza; de ese modo amenaza a todos para que se alejen de ella, trabajando. El
socialismo disminuye esas brechas de diferencia en las capacidades
adquisitivas, o las maquilla, o las esconde, o promete que las anulará alguna
vez; mientras que intenta motivar al trabajo con argumentos ideológicos
moralizantes. No le ha funcionado mucho la motivación moral al trabajo, no
tanto como funciona el miedo a la miseria. Ni capitalismo ni socialismo han
engendrado sin embargo sociedades felices, aunque se escuden en la promesa de
que aun no alcanzan a perfeccionar sus
respectivas lógicas. Quizás lo que ocurre es que sus lógicas siguen sordas a
otras, y por eso siguen incompletas.
Además de comida, techo,
abrigo, afectos, salud y entretenimiento, a mucha gente la motiva no pasarla
peor sino mejor que otra gente, es decir, competir por el éxito, verse por
encima en lo referente a la capacidad obtenida para conseguir experiencias y
cosas. Hay que estudiar la competitividad como una proclividad humana adicional
a la necesidad animal que tiene el homo sapiens sapiens de estar satisfecho
biológicamente.
La envidia, la insaciabilidad,
la ira, el orgullo, el miedo, la avaricia, la vanidad, la gula, la lujuria de
experiencias de todo tipo juegan un papel de la misma importancia que la
necesidad de sobrevivir, cuando se trata
de entender las motivaciones que tienen los seres humanos para la acción. La
sicología de las conductas políticas es tan importante como la matemática de
los fenómenos económicos para entender la caja negra del avión de la actualidad
mundial. Y el amor, el afecto, la buena relación con nuestra madre y padre nos
harían seres humanos menos caracterizados por los mencionados defectos.
3-
Liderazgos y democracia
Los seres humanos influimos
unos en otros. Algunos influyen más, es decir, lideran. Narran, convencen, ideologizan,
prometen, venden, presionan, amenazan, meten miedo y hasta paranoia, dividen,
polarizan, manipulan, chantajean, moralizan, apelan a fidelidades tribales y
valores ficticios, intrigan, usan su oratoria, interpretan a su modo la
realidad para diferenciar lo que tiene sentido de lo que no lo tiene. A veces
filosofan o investigan con sincero afán de saber; otras veces argumentan nada
más para convencer, publicitan, evangelizan. La política es el arte de influir
en otros por medio de un variopinto abanico de estrategias para que piensen y
hagan determinadas cosas.
La manera de influir los unos
en los otros es crear interpretaciones
que parezcan dejar de serlo, para que tomen la apariencia de verdades. Las más
primarias de esas interpretaciones se llaman mitos y mitologías, su sustrato
arcaico es el pensamiento mágico y su versión mejor acabada es la doctrina
religiosa, en especial la de las religiones monoteistas, con sus narrativas
etnocéntricas de la salvación. El arte de la argumentación arreglada se llamó
oratoria, en ello fueron expertos los sofistas
de la Grecia antigua. Y la filosofía antigua fue el contraataque a la
sofística; Sócrates, Platón y Aristóteles quisieron argumentar no a favor ni en
contra de los intereses del orador, sino en arreglo a la verdad. La actitud
científica fue la hermana gemela de la filosófica.
En el siglo XX quedó claro
que, sin embargo, las verdades también son interpretaciones. Hasta los datos y
los hechos con los que sustentamos nuestra comprensión del mundo son el
resultado de la selección o filtro ideológico del intérprete. Todo intérprete
quiere sentir que tiene razón para justificar las ventajas que tiene sostenerse
en el poder. Interpretar el mundo para influir en los demás convenciéndolos de
interpretar del mismo modo que uno, para que estén de acuerdo con las
decisiones que uno tome, se llama política. Hasta interpretar el mundo social
como un sistema de interpretaciones es una interpretación. Pero no es una
interpretación cualquiera, como las otras. Es una interpretación mejor, porque
es pluralismo interpretativo. Es preferible al monólogo interpretativo que
quiere imponerse a los demás, es mejor que la ideología que quiere imponerse.
Es preferible el pluralismo interpretativo porque no facilita sino que dificulta el fanatismo
político, religioso, deportivo. Se sustenta éticamente. No ejerce violencia ni
demerita las razones que tenga al otro. Todavía mejor que el pluralismo
interpretativo es el pluralismo
integrativo, o conciencia integral, pero no hablemos de esto por ahora. Solo digamos
que el talón de Aquiles del pluralismo es el relativismo radical, el nihilismo,
el narcicismo e individualismo consiguientes, y la falta de discernimiento
entre lo menos evolutivo y lo más evolutivo, a los que conduce. Pero volvamos
al punto, dejemos el trabalenguas.
Las religiones y la política
son actividades que nacieron muy hermanadas y por eso el dogma y las ideologías
moralizantes son de ambas clases con mucha frecuencia. Stalin era un dios. El
papa es un rey. A veces los líderes creen sinceramente en lo que predican que
se haga, en las decisiones que proponen que se tomen. Muchas veces no. Los
liderazgos pueden perseguir elevados o muy bajos valores morales y
espirituales. Hay bellas e idealistas teorías políticas que debieran
inspirarnos, como quiso Jean jacques Rousseau. Influir o ser influido no es de por
sí negativo, pero es siempre riesgoso. El nivel de sofisticación de las
estrategias para influir se ha elevado mucho, y cada vez es más difícil no ser
presa de enormes y complejas estrategias mediáticas para convertirse en un
juguete de publicistas e inteligentes estrategas, descendientes de la obra de
Maquiavelo -ese gran observador de las crudezas humanas, su mentor.
No parece muy saludable esa
simbiosis entre religión y política: lo redescubrieron en la edad moderna en
Europa; ya lo habían presentido en la Grecia clásica y en las protodemocracias
de la India antigua. Demasiada influencia se vuelve explotación, esclavitud,
manipulación de los unos sobre los otros. Tener poder es muy adictivo para los
que lo ejercen, y muy humillante y generador de violencia reprimida para los
que lo padecen.
De los poderes heredados,
monárquicos y feudales, de las aristocracias reales de sangre azul y las
tiranías celestiales de los emperadores celestiales chinos, la humanidad pasó a
probar la pertinencia de los poderes alternantes. Si el poder corrompe, no le demos tiempo al poderoso
de corromperse demasiado,
fiscalicémoslo, limitemos su poderes dándole poder a cuerpos colegiados y votemos en igualdad cada cierto tiempo por
las ideas de alguno otro que quiera hacer las cosas a su modo. Se le llamó democracia. Suponían
sus defensores que cada voto valdría tanto como cualquier otro porque cada
votante sería tan juicioso y responsable pensando bien antes de votar como cada
otro votante sería reflexivo y fiel al ideal de ponerse a favor de lo que
considerase mejor para todos. No era así. No se vota por el bien común sino por
el propio, el voto real se hace con indiferencia por la afectación negativa que
pueda tener sobre los que no forman parte de aquellos a quienes amo o con los
que me identifico. En una democracia se resignan todos a ser gobernados
alternativamente por quienes los perjudicarán, por un tiempo, para luego ser
gobernados otro período por quienes los beneficiarán, si tienen esa suerte. Como
en el futbol. Que los unos sufran para que los otros gocen. Las democracias
representativas, necesarias en poblaciones demográficamente numerosas y en
sociedades que requieren decisiones
políticas de peritos, no de aficionados, agravan el problema. Aumentan el
desconocimiento de los representados acerca de sus representantes. No es
posible verificar si son gente honesta, o roban, aquellos que elijo porque
hicieron campaña pero no porque pueda dar fe de ellos. Economistas muy agudos,
como Daniel Castellanos, proponen no un sistema democrático basado en la
generalizada insatisfacción alternativa de las minorías perdedoras, sino en la
aceptable satisfacción -menor pero permanente- de excluir sistemáticamente a
todos los candidatos e ideas más temidas por todas las facciones representadas.
5-Biología de esa
interpretación del valor de cambio, llamada dinero.
Volvamos a lo económico. ¿Qué
es el dinero? ¿Por qué parece imposible vivir sin él, o repartirlo más
equitativamente, o tan difícil de obtener para tanta gente, -y tan costoso en
tiempo que nos quita para disfrutar más los unos de los otros y de la
naturaleza-; por qué parece que somos
sus esclavos, por qué da la impresión de que solamente los economistas
entienden y pueden entender las “leyes” que rigen el juego que nos está
conduciendo al calentamiento global, efecto de una economía basada en el uso de
combustibles fósiles que se niega a transitar
con suficiente rapidez a otras fuentes de energía? ¿Por qué puede
ponerse en tela de juicio cualquier cosa, menos que sea posible y necesario
repensar si la actual manera de vivir basada en la búsqueda de dinero es tan
necesaria como respira oxígenos y beber
agua? ¿Es nuestro último tabú?
Somos verdaderos analfabetas
de los mayores poderes que rigen nuestras vidas: el poder del dinero, el de las
influencias que no reconocemos, el de las políticas o sistemas de influencias,
y sobre todo el de las emociones que gobiernan nuestras conductas acríticas,
sumisas, heterónomas y pasivas.
Partamos de un principio:
somos seres vivos. Los seres vivos consumen energía para sobrevivir. Los
vegetales obtienen energía de la luz solar, que les sirve para transformar
nutrientes en moléculas de carbono que son la base de sus células y órganos. Los animales parasitan esa energía
carbonatada, comiéndose a los vegetales o entre ellos mismos en cadenas
alimenticias. Todos quieren dejar descendientes, por eso se reproducen sexual o
asexualmente.
Pero los seres humanos somos
algo más que seres vivos. Usamos la naturaleza no solo para comérnosla y
sobrevivir, sino para transformarla para lograr algo más que sobrevivir, es
decir, para darle a la vida un propósito adicional, resultado de deseos más
complejos que los que satisface un pájaro al hacer su nido, más sofisticados
que los que satisfacen las ballenas al comunicarse por medio de cantos
submarinos, o más sutiles que los que colman muchos primates al establecer
jerarquias entre ellos y hasta emprender feroces batallas de exterminio
arborícolas.
El ser humano quiere saber qué
más puede ser, pensar, crear, disfrutar y tener. Se imagina muchas
posibilidades y las pone a prueba. Esto es un gran peligro, porque puede hacer
lo peor. También puede inventarse lo mejor, esta es su gran esperanza. Con cada
avance, retrocede. Como el niño que se aventura
a caminar, se pela las rodillas a punta de caídas. Con cada retroceso,
puede aprender a avanzar de nuevo. En el camino, puede destruir su propio
planeta y morir como mueren las células de cáncer cuando matan al organismo del
que se alimentaron.
Hay quienes piensan, sienten y
aseguran saber filosófica y espiritualmente que
no somos un ser vivo especial por capricho, ni por azar genético, sino
por una tendencia evolutiva de la vida misma. Ojalá. Me adscribo a esta
esperanza. Si esto es así, debe ser posible intervenir de un mejor modo en este
planeta, pasando de usarlo a cuidarlo, y de explotarnos los unos a los otros como
si fuéramos objetos, a relacionarnos los unos con los otros como sujetos con
derechos y dignidad propias. De ahí podríamos pasar inclusive a ya no solo
respetarnos y vivir en equidad y justicia -horizontalmente, digámoslo así-,
sino a amarnos y vivir en plenitud – valores verticales, por así decirlo. Pero
esto implica entender y transformar la economía y la política, comprendiendo
paralelamente las emociones y conductas humanas que refuerzan lo que nos
estanca a las estrategias de expoliación y explotación, para construir nuevas
emociones que impulsen nuevas maneras de hacer economía y política.
La ganancia de dinero es el punto álgido, la meta
empresarial, nacional, transnacional. Las guerras son para ganar dinero; por
ejemplo. La depredación de recursos, la extinción de especies, sucede porque le damos prioridad a la
ganancia de dinero. Es más fácil , más inmediato, ganar dinero sin cumplir
políticas de sostenibilidad ambiental. Una abstracción, un concepto, algo
que consiste en una combinación de dígitos,
de ceros y unos en un computador, eso parece el dinero. Una cuenta bancaria,
cifras, números transferibles, que se suman y se restan en un sistema de
computadoras a todo lo largo del
planeta, dependiendo de si gano o invierto, de si adquiero o pierdo.
Pero ¿Qué es en realidad el dinero, y por qué sin él parece imposible la vida,
y por qué parece que no podemos inventarnos otra manera de comparar el valor
del producto de nuestros respectivos trabajos? ¿Qué nos obliga a convertirlo en
algo tan real, que con él o sin él nos permitimos sentir que estamos entre la
vida y la muerte? ¿Sólo un economista puede entenderlo?
Yo siembro maíz y tú traes sal
de una mina lejana. Nos encontramos. Yo quiero tu sal, tú quieres mi maíz. En
mi tierra no se consigue sal, en la tuya no crece el maíz. Tengo escasez de lo
que tu tienes abundancia y viceversa. Conversamos, en vez de asaltarnos o
robarnos el uno al otro. Nos parece mejor no tener bajas de un lado ni del otro, es mejor no matarnos;
resulta mejor que sigas usando tu experticia en minería mientras yo aprovecho
la mía como agricultor. Ahora debemos ponernos de acuerdo: ¿Cuánto esfuerzo por
cuanta de tu sal equivale a cuanto esfuerzo por cuanto de mi maíz?
Puedo mentirte; decirte que
consigo muy poco maíz con demasiado esfuerzo. Puedes hacer lo mismo. O puedo
persuadirte de que en realidad tu sal es mucho más fácil de obtener que mi
maíz. O aprovecharme de tu urgencia de maíz, que es menor que la mía de sal. O
persuadirte de que en realidad no necesito sal, pero tampoco quiero verte
muerto por falta de maíz. Y empezamos a jugar al póker: yo no te dejo saber la
necesidad que tengo, para que no la aproveches; y te hago creer que no
necesito, para que me rebajes. Mentiras, estrategias, verdades a medias,
astucia, mecanismos de espionaje para saber lo que en realidad le pasa al otro;
a veces, deseo sincero y empático de ver feliz al otro, satisfecho. Avaricia
y astucia, bondad o indiferencia. Como
se ve, no hay un criterio de comparación objetivo entre el maíz y la sal
obtenidos por ambas partes. El valor está sujeto a la interpretación del valor
de la mercancía, que es el resultado de la capacidad que tenga el uno de
influenciar o persuadir al otro para que interprete del mismo modo el valor de
lo que se compara. Yo puedo decirte: un mes de trabajo de sol a sol por parte
de cinco hombres adultos en campos de maíz a cambio de un mes de trabajo de sol
a sol por parte de cinco hombres adultos en minas de sal. Pero el tiempo de
trabajo es solamente un factor de comparación, los factores de esfuerzo y
riesgo son innumerables, podemos pasarnos un año discutiendo qué vale más, si
el riesgo de derrumbes en las minas o el de las insoladas en los maizales, si
el sufrimiento de la comida insípida o el de el desayuno sin arepa.
Para decidir, hay que ponerle
un tatequieto a la discusión. Alguien intercambia de alguna manera, se vuelve
costumbre tanto para el comprador como para el vendedor comparar de ese modo al
hacer el trueque, y se intenta meter en
la ecuación, cada vez que se negocie, qué tanta oferta o demanda de cada cosa
hay cada vez que se negocie, procurando tener en cuenta el valor acostumbrado
al iniciar cada negociación. El valor acostumbrado no es objetivo, es
tradicional; aunque la oferta y la demanda intervengan, el valor de intercambio
es una interpretación del valor que tiene el trabajo ajeno.
El fruto de mi trabajo
adquiere un valor de intercambio que es el resultado de la importancia que mi
cultura acepta darle a ese producto. Por ejemplo, el oro. No sirve para mucho,
pero es bello, y mi mitología local dice que es el sudor del dios sol. Mi
vecino, que no cree en ese dios, se entera de que para mí es sagrado el oro.
Ahora me lo vende a mejor precio para él. Sabe que lo deseo mucho más que otras
cosas, que me vende más baratas que el oro. Ese valor aceptado por ambos, en este caso, es
aceptado a las buenas, negociando.
Pero también me pueden imponer
a las malas un valor de intercambio. Mi vendedor, en ese caso, debe amenazarme,
hacerme sentir que soy inferior a él, o
que puede ponerme en peligro. Mi vendedor exhibe su poder. Y me convence de que
no tengo chance de vencerlo y de que me hace inclusive un gran favor, en vez de
asesinándome, comprándome muy barato lo que le vendo. En este caso también,
aunque violenta, la valía de mi mercancía es el resultado de una interpretación
que hago sobre el poder de mi adversario, y mi debilidad propia.
En resumidas cuentas, el valor
de intercambio es el resultado de un acto de persuasión, de una interpretación
a la que me acostumbro. Y esto se dice
de otro modo: el dinero es un valor comparativo impuesto por una tradición
persuasiva, es decir, por un acto político. ¿Por qué veo como lo más natural
que no le paguen por su trabajo a un ama de casa, pero sí gane millones un
cantante o futbolista famoso, y en cambio a duras penas sobreviva un
profesional de la educación que lleva estudiando desde los cinco hasta los
treinta años para obtener un doctorado? Porque es una costumbre que todos lo
interpreten de esa manera: es más valioso tomar decisiones internacionales y
asistir a inauguraciones de carreteras siendo
presidente de un país que enseñarle valores a unos niños.
6- Los intermediarios del valor, al poder.
Hace siglos hubo un pueblo
disperso por todo el mundo conocido, cuyos miembros tenían una misma religión y
cultura. Era el pueblo Judío. Confiaban mucho los unos en los otros y tenían
estrictas reglas de ética y honor entre ellos. Entonces era usual que asaltaran
y robaran su oro a peregrinos que cruzaban de unas ciudades a otras. ¿Cómo
asegurarles que al llegar a su destino no hubieran perdido su oro? Pues
volviendo innecesario que lo llevaran consigo. Además de pesado de llevar era
arriesgado transportarlo. Algún judío habitante de, digamos, Roma, pensó que si
se ponía de acuerdo con otro correligionario suyo que viviera en un lugar
distante, y si ambos guardaban oro en sus casas, bastaría con enviarle una
carta debidamente certificada pidiéndole a su amigo en, digamos, París, que le
entregara en oro al peregrino el mismo peso en oro que había depositado en
Roma. A cambio, bastaría pedirle al peregrino cobrarle una pequeña fracción del
oro que se “enviaba” (el interés monetario. ) Esa carta certificada era una
especie de título valor, del que surgió el invento llamado billete. Los
peregrinos aceptaron el trato. Y empezaron a negociar con los billetes,
vendiendo y comprando ya no en oro, sino en billetes. Era como endosar cheques.
El oro se guardaba en bodegas, y los billetes se negociaban en lugares
públicos, dando origen a los bancos. Los
usuarios creían que siempre que lo quisieran, podrían pedir a cambio su oro.
Pero se iba volviendo casi innecesario. Los negocios se podían hacer en papel
moneda. Algún banquero lo notó y empezó a emitir mayor cantidad de peso en oro
del que contaba en bodega y no pasó nada grave porque nadie pedía tanto oro ni todos lo pedían al mismo
tiempo como para que se descubriera que faltaba el respaldo. Más y más cifras del interés monetario acumulado
en los cuadernos de contabilidad de los banqueros pasaron a manos de los
banqueros. Pero los intereses no siempre se pagaban con cada transacción de
envío. A veces se emitía papel moneda a modo de préstamo y con un interés por
encima de la cantidad prestada. Por ejemplo se prestaban 100, pero con interés
de 10 a favor del prestamista, lo que endeudaba en 110 al urgido de dinero. Este invertía el dinero en
un negocio. El préstamo se garantizaba empeñando o hipotecando una propiedad.
Si el negocio no generaba ganancias o producía pérdidas, la propiedad empeñada
pasaba parcial o totalmente al arca del banquero. Para garantizar que el deudor
no se negase, el banquero apoyaba al político que poseyera mando sobre la
fuerza pública, de modo que con amenaza de fuerza se desposeyese al negociante
perdedor. En todo caso el banquero poseía cada vez más, ya fuese que ganara por
intereses pagados en cifras, o en bienes incautados por fuerza. Y esa posesión
teórica de más cifras a su favor se llamó capital. Los banqueros, -ya no
necesariamente judíos-, se hicieron muy amigos de los poderosos gobernantes.
Les prestaron dinero para hacer guerras, por ejemplo. Pronto se prohibió
comerciar grandes cantidades en forma directa, el trueque se volvió tabú. Para
controlar las transacciones y poderse quedar con una parte de ellas, con la
promesa de defender y mejorar la vida de sus protegidos, algunos gobiernos se
hicieron dueños de los bancos. Había nacido el capitalismo.
La gente trabajaba e
intercambiaba el producto de su trabajo. Quedaban mejor hechos los productos
creados por especialistas. Era mejor
intercambiar los mejores productos. El trabajo se especializó. Comparar alimentos, materias primas, tejidos,
artesanías y cosas era menos abstracto que comparar servicios con servicios, o
cosas con servicios. Hubo que acordar interpretaciones sobre el valor de los
intercambios, por medio de supuestos culturales, prejuicios sobre el valor.
Hubo que representar los valores de comparación, es decir, reemplazar los
bienes por algo que todos en el sistema desearan por igual y que fuera igual de
escaso, ojalá fácil de transportar y más
liviano: sal, oro, conchas marinas. Se hizo más fácil representar el oro por
cifras certificadas de peso en oro. Y se inventó representar en oro la ganancia
del trabajador (banquero) encargado de certificar los intercambios teóricos de
oro. Pero el banquero no producía bienes, sino que facilitaba intercambios. Y
acumuló interés y capital al punto que muchos ya no pudieron ni no depender del
papel moneda para conseguir insumos para trabajar ni no endeudarse con el
banquero y sus amigos gobernantes. La banca y el gobierno se adueñaron del
trabajo humano, pasaron a controlarlo. El fruto del trabajo estaba en manos del
trabajador y de su capacidad de negociación, pero ahora estaba en manos del
intermediario de las transacciones. Y ahora el intermediario se enriquecía más
que el trabajador, su capacidad adquisitiva era superior. Limitar mucho esa
capacidad adquisitiva, no presionar con demasiados impuestos y no enfurecer a
los empobrecidos, en Inglaterra, sino darles capital para trabajar y competir,
fue la opinión de los parlamentarios que se sentaban en las bancas de la
izquierda. Los que se sentaban a la derecha preferían beneficiar mas bien a los
intermediarios del trabajo, el gobierno y la banca.
Mucha gente empezó a vivir, no
de intervenir, transformar y recrear materias primas, sino de ser
intermediario. Mucha más gente que antes. Agricultores y artesanos ya no se
necesitaron tantos, porque hubo fábricas y técnicas que maximizaron la
producción y la hicieron más eficiente. No es que antes no hubiera políticos,
reyes, aristócratas aliados al rey o familiares del mismo, comerciantes,
artistas, soldados, pensadores, escritores, profesores, sacerdotes,
trabajadores sexuales. Todos estos no eran artesanos ni agricultores, pero no
eran intermediarios del mecanismo principal que existía para poder trabajar y
sobrevivir. No acumulaban capital sino bienes, cuando podían, y no cobraban
intereses por emitir papel moneda.
Ahora el exceso de capital,
sumado a inventos mecánicos y descubrimientos sobre cómo producir más energía
para fabricar y transportar y comunicarse -todo esto-, generó exceso de bienes, lujo al alcance de
muchos, que recibieron el apelativo de burgueses. La mayoría migró del campo a
la ciudad cada vez más. No se necesitaban mayorías campesinas, ahora se
requerían mayorías obreras. Los campesinos vivían sobre todo de su tierra. Los
obreros, del dinero que les pagaran o prestaran. Les pagaban poco, trabajaban
más horas diarias que sus ancestros en el campo. Si producían más bienes y
nacía más gente, más compradores habría de una mayor demanda de consumo, lo que
permitiría acumular más capital a los intermediarios, revisores, fiscalizadores
y controladores del trabajo humano.
El trabajo campesino,
artesanal y obrero es más duro
físicamente que el trabajo de los intermediarios. Es más cómodo contar dinero,
manejar dinero y hacer reuniones para discutir decisiones. Tensiona ser
comerciante, banquero, burócrata o político, pero al menos no causa llagas
y hernias. Y nadie prefiere trabajar más
duro que trabajar más suave. Todos aspiraron a ser burgueses. Pero era muy duro
ser obrero, y Carl Marx vaticinó que los obreros se adueñarían de los trabajos
de los intermediarios. Eso no sucedió exactamente así, ni por las buenas, ni
sin traumatismos autoritarios, ni sin afectar la calidad, la motivación y el
ritmo de la productividad laboral. En Estados Unidos grandes mayorías lograron
aburguesarse sin necesidad de que los obreros se tomaran el poder y millones
pasaron a vivir en enormes suburbios donde consumieron y consumen enormes
cantidades de energía por cabeza, emitiendo cantidades proporcionalmente
gigantescas de dióxido de carbono a la atmósfera.
El trueque suponía el encuentro de personas comparando
valores. En un negocio bien hecho la empatía jugaba un rol. Daba satisfacción
ver al otro usando lo que uno sabía ofrecerle y generaba gratitud recibir lo
que el otro se había esforzado por brindarme. El oro y el billete distanciaron
a ambas partes, enfrió la relación. Pero
los comerciantes directos igual sostenían afectividades, llevaban y traían
ideas, nutrían el intercambio cultural y lingüístico. Ya con los intermediarios
la brecha se hizo mayor en la comunicación entre minorías acumuladoras de riquezas
y minorías de asalariados endeudados. Ni la gratitud por lo recibido ni la
satisfacción por lo ofrecido son suscitadas
en el intercambio presencial de compra, ni mucho menos en la compra
online. Las cosas ya no parecen provenir ni de personas, ni de mataderos, ni de
granjas, sino de dispensarios electrónicos.
Deja de ser visible el opresor y de ser posible acusarlo. Si hay
injusticia no hay a quién achacársela, porque el sistema se vuelve onmipresente
pero anónimo. Ni siquiera el opresor se sabe a sí mismo, está difuminado; sus
cifras digitales en un banco en suiza, aunque las donara, no cambiarían la
lógica dominante.
Cada vez más profesiones fueron
menos pesadas, más urbanas y menos fabriles. Las fábricas y los obreros, los agricultores y la producción
y transformación de alimentos siguieron siendo necesarias, pero la
automatización y la informática, la
bioingeniería y la genética hizo y hará cada vez menor la necesidad de grandes
mayorías de personas haciendo trabajos pesados. Ahora hay que saber procesar
información para diseñar y controlar procesos productivos. El nuevo obrero
teclea en su computador, dondequiera que esté, adonde sea que viaje, a la hora
que le toque, y da con un botón la orden de envío de su producto a la vez que
compra su comida a domicilio. Cree ser más libre, porque no marca tarjeta ni
asiste a una planta de producción. A veces presiente que aunque no es trabajo
con las manos, ha vendido su alma al “éxito”.
7-El mono
diplomático
La economía es política. La
política no es economía del mismo modo en que la economía es política. La
materia del dinero es mucho más el poder que unos ejercen y otros internalizan
que lo que la materia de la política es el dinero. El valor de cambio es un
complejo entramado de interpretaciones culturales, demanda y oferta,
tradiciones de valor e imposiciones que se naturalizan por necesidad. Los
frágiles internalizan las normas de juego de los poderosos. Si la influencia,
la persuasión, la interpretación convencional de un valor de intercambio es el
origen del trueque, que es el origen del dinero-, y si la política es el arte
de la persuasión (forzada u diplomática) entonces la acción económica es hija
de la acción política y no al revés. El costo de las cosas no es en sentido
primario un arreglo consensuado entre las partes que comparan libremente
el esfuerzo invertido para producirlas,
sino además de eso y principalmente la decisión de valorar los bienes y
servicios en conformidad con el valor que los intérpretes dominantes de mi
cultura me dicen que cada cosa tiene. El precio lo impone la interpretación
dominante. Y domina el que sabe cómo desvalorar lo ajeno al sobrevalorar lo
propio, o tiene las herramientas de fuerza y (o) amenaza, la capacidad de persuasión
y la información necesaria para aprovechar la necesidad y urgencia, la
fragilidad material y sicológica de la contraparte.
A la fuerza se impone, y no
solo como resultado del libre acuerdo y de la tradición, el valor de
intercambio o canon de comparación entre el valor de los bienes y servicios. Demos
un ejemplo: tras la segunda guerra mundial los recursos energéticos del futuro,
que estaban en yacimientos petroleros, fueron apropiados por los países
vencedores, Estados Unidos a la cabecera. Habían librado al mundo de la
soberbia nazi, algo muy meritorio sin duda. La banca internacional,
mayoritariamente judía, le hizo entender a los países árabes por medio del
gobierno norteamericano, -y le prometió a las principales familias de Arabia
Saudita-, que contarían con su apoyo militar y el del mundo libre para
convertirlos en los nuevos multimillonarios del mundo o conspirar contra ellos
hasta hacerlos trizas. De paso, impusieron la creación de Israel. Para reforzar
la estrategia de dominación, todos los países del mundo deberían comerciar de
allí en adelante, entre ellos, en
dólares. El dólar sería la divisa obligatoria y su respaldo sería el petróleo,
ya no los lingotes de oro. El banco de la Reserva Federal, -una empresa
privada, no una institución estatal-, se hizo cargo de la emisión del dólar. Le
presta dólares a los bancos norteamericanos que le prestan dólares a las
personas jurídicas y naturales para que compren e inviertan, se endeuden,
trabajen para pagar sus deudas y nuevamente se endeuden. Es un sistema de
endeudamiento de personas que pagan sus
hipotecas a bancos que pagan sus deudas al Banco de la Reserva Federal. Suena
increíble. El prestamista mayor emite cifras de cuya cantidad de dólares solo
imprime en papel una cantidad menor, porque hizo un trato con la nación que
ganó la guerra y a la que le prestó
dinero para comprar armas y ganarla. El bien más codiciado por todas las
naciones para poner en marcha sus economías, el petróleo, se toma como respaldo
de la emisión de dólares, gracias al pacto de enriquecimiento mutuo entre los
países dueños de los pozos y Estados Unidos. Desde entonces, para negociar
entre países, hay que conseguir dólares y ser aliado del país del banco emisor.
¿De dónde sale que el dólar sea la
divisa dominante? No de una ley de la naturaleza, como quisieran los padres de
la economía liberal, la mayoría intelectuales anglosajones, ciudadanos leales a
sus naciones imperiales y a sus economías coloniales. Surge de una imposición política, de una
tradición cultural posicionada por un país líder, militarmente fortalecido,
capaz de invadir a la fuerza las tierras ricas en yacimientos energéticos
vitales.
¿De qué nos sirve saber que el
valor que le damos al dinero es el resultado de un acto de la imaginación, de
una interpretación política mundialmente aceptada, de una convención entre los
que lo poseen, lo crean de la nada en forma de cifras de respaldo en una
computadora, lo imprimen parcialmente en forma de billetes y monedas? No todo
sino una fracción muy reducida de todo el dinero que hay en los bancos, en
cifras digitales, tiene respaldo en forma de lingotes de oro. Ni se imprime en
billetes sino una parte de lo que se dice que se posee en cifras. Si todos
los clientes de un banco pidieran su
dinero en billetes al mismo tiempo, los bancos no tendrían cómo entregárselos
de inmediato, porque las cantidades poseídas son teóricas. Una gran parte
existe en forma de cifras en una computadora. ¿Qué lo hace tan real? Pues que
hay gente dispuesta a ir a la guerra, o a usar armas, o a quitarte tus
propiedades y tus comodidades, para forzarte a que trabajes para conseguir el
dinero que les debes. La policía puede venir a desalojarte si no pagas la hipoteca, y el ejército del
país vecino puede invadir tu territorio para ponerse a negociar con tus
recursos naturales, o te pueden meter a la cárcel por no pagar una deuda, o un
país puede convencer a todos los demás países a que ya no intercambien más productos contigo, y
te quedes sin compradores de lo que haces, y sin lo que los demás hacen mejor
que tú. Lo que hace real el dinero es la
amenaza de fuerza, la posibilidad de que seas víctima de la violencia de
alguien. La economía es política. El dinero es poder. Y el poder es la amenaza
de la fuerza, la exhibición de superioridad bélica en el peor de los casos, o de superioridad tecnológica, que en
el fondo se traduce como superioridad bélica.
La amenaza del uso de la
fuerza vuelve real el dinero. El sistema generalizado de obediencias al poder
dominante vuelve al dinero cada vez más indispensable para conseguir cada vez
más cosas. La autosuficiencia financiera, alimentaria y energética, de grupos y
personas, atenta contra el interés del sistema, que es vincular toda la fuerza
posible de trabajo a una única cadena de intercambios comerciales visible,
evaluable, intervenible, controlable y explotable por un poder central que
promete -y también incumple- hacer un uso noble, generoso y justo, una
inversión planificada y beneficiosa de los impuestos que recauda. La
satisfacción con su vida tal como es, de cada persona, no es de interés efectivo
y real para el sistema. Si el individuo goza demasiado de su presente no se
afana por su futuro. Si no se pone
ansioso por evitar lo peor que le pueda pasar o por conseguir lo que aun no
tiene, relaja su productividad. Para asegurar que el individuo permanezca
dedicado más al trabajo que a la fruición de su vida y sus relaciones, el
sistema productivo y publicitario le crea necesidades que no sabe que tiene
sino hasta que las siente con urgencia. Y para que satisfaga sus nuevas
necesidades le presta dinero, que tendrá que pagar trabajando hasta no quedarse
atrás en riquezas y comodidades respecto a individuos similares igualmente
endeudados por motivos semejantes. Es un sistema de recompensas a futuro que
mantiene a los ratones del experimento en constante movimiento hasta que se
pensionan cerca de la edad en que mueren.
Así somos de simios todavía.
Nos entendemos a los gritos, pero hacemos pose de personas educadas: vestimos
de seda al mono, y le ponemos traje
diplomático para que hable con susurros, en cenas elegantes y en la sede de las
Naciones Unidas. ¿Es posible evolucionar, pasar a otro nivel? Los grandes
poderes económicos y corporativos mundiales no pueden dejar de tener respaldos
de fuerza militar, a menos que puedan amenazar la supervivencia de la gente por
medios informáticos y digitales. Y eso es lo que ya sucede hasta cierto punto.
Ya no es necesario que te desaloje de tu casa un policía con un revolver.
Pueden quitarte el agua, la electricidad, la cuenta bancaria y la información por medio de una decisión
computacional. La central eléctrica, el sistema hidráulico, el contacto con
otras personas funcionan con computadoras.
Dependemos de las redes de información mucho más que del dinero en
efectivo, porque el dinero es cada vez
más digital. Pero además dependemos de las comunicaciones, y pronto todos los
objetos serán inteligentes en una gigantesca red 5G que se rumora que será de
grave impacto negativo en la salud por su potencia electromagnética.
Quien se adueñe de las redes
de información, digitales ahora, cuánticas muy pronto, tendrá el poder. Cuanto
más dependamos de la red para sobrevivir, más frágiles y manipulables seremos.
La misma fragilidad la generaba la dependencia del petrodólar o del oro. Si las
naciones pasan a ser compradas por las grandes corporaciones multinacionales, y
estas a ser compradas previa o
simultáneamente por los dueños de las redes de información, el poder pasará de
las naciones que defendían reglas de juego constitucionales relativamente
afines a los derechos humanos, a las megaempresas que a su capricho quieran o
no posicionar la ganancia y el dinero a la felicidad y la libertad del ser
humano.
¿Pero no está en la naturaleza misma de la
complejidad digital, no poder ser controlada de manera exclusiva por nadie? ¿O
le cederemos a las inteligencias
artificiales y autoaprendices las decisiones globales, como propone Noah
Harari? La tecnología de guerra mecánica llegó a su culmen en la segunda guerra
mundial y ya no podrá superar a la
tecnología de guerra digital, que espera pronto su reinado. ¿Qué tan fáciles
de controlar son estas redes, qué
intenciones tendrán quienes se apoderen de ellas, que tan sutiles serán esta
vez las estrategias de uso de unos seres humanos sobre el trabajo de los otros?
¿O podremos trabajar esta vez los unos para los otros, sin aprovecharnos tanto
ni de modo tan violento los unos de los otros?
Hubo esclavos que lavaron los baños de sus amos y los cargaron en
literas por las calles a cambio de azotes, o de indulgencias plenarias en el
cielo. Luego hubo esclavos marcando tarjeta en las fábricas inglesas 14 horas
al día. El trabajador del siglo XIX obtuvo una esclavitud de suburbio
neoyorquino en el siglo XX, con todos los bienes de consumo a su disposición y
una vida vacía pero regordeta. Ahora la esclavitud es líquida, se ejerce por
voluntad propia como marca personal, milenial o centenial en su estilo,
renuente a expectativas pensionales y a oficinas modulares. El asalariado de
vanguardia ya no usa corbata que lo ahorque ni se encierra en cubículo que lo
asfixie, pero abre su computador personal más horas al día que lo que Charles
Chaplin apretaba tuercas en su famosa película sobre la vida proletaria.
8- La siguiente
crisis
Pasaremos a otra etapa, la
historia no se detiene. Los seres vivos son usuarios de energía solar y
orgánica, los seres humanos privilegiados parasitan el trabajo de otros seres
humanos; y ahora usaremos además inteligencias artificiales que reemplazarán
muchísimos trabajos humanos. La determinación del valor de intercambio de los
productos del trabajo humano va a cambiar, porque los robots harán robots y las
inteligencias artificiales harán inteligencias artificiales. Todo eso abaratará
el trabajo humano que requiera
decisiones inteligentes reemplazables por inteligencias artificiales. Cada vez
más gente quedará con las manos libres y más tiempo. Si no nos convertimos en
desempleados empobrecidos, angustiados y resentidos con el sistema que
prescindió de nosotros, podríamos dedicarnos a construir una nueva cultura
mundial mutua y concientemente abrazada al planeta madre, el planeta Tierra.
Un escenario posible es que ya
no se necesiten tantos humanos trabajando, y decaiga la población trabajadora,
o baje su nivel de natalidad, o se siga multiplicando pero aumente la pobreza,
-porque no devengarán salarios-, o se sostenga su número mediante seguros
de desempleo patrocinados por gobiernos
concientes de no querer masas populares empobrecidas y furiosas contra las
clases poderosas. Si bajara la densidad demográfica mundial podrían quedar en
el planeta los seres humanos dueños de las inteligencias artificiales y de los
sistemas de producción robotizados, con una pequeña base de científicos y
técnicos asalariados para trabajos de sofisticación tecnológica y mantenimiento
de equipos. Pero esto podría ocurrir mucho después de un cambio climático
irreversible, de grandes conflictos sociales asociados a búsqueda de recursos
por motivos migratorios masivos -que ya se presentan- y de una catástrofe de la
biosfera y la biodiversidad.
En este mismo o en otro
escenario los seres humanos podríamos sentir que hemos quedado libres de las
presiones biológicas de supervivencia, y que ya podemos emplear nuestro tiempo
y energía, no en trabajar siendo explotados por otros, o explotando el trabajo
de otros, sino en potenciar nuestras muchas inteligencias. La inteligencia
cognitiva es indispensable para el desarrollo científico y tecnológico, y por
eso la educación en la era industrial y postindustrial se centra en estimular
las capacidades analíticas y deductivas del educando. Pero hay un potencial
existencial, artístico, afectivo, interpersonal, creativo y espiritual por
explorar, y en condiciones aseguradas de supervivencia una humanidad servida
por inteligencias artificiales y medios de producción robotizados podría
liberarse de la necesidad de oprimir mediante la invención de vivir para ganar
dinero. Herbert Marcuse lo imaginó como una especie de re-erotización de la
vida social. ¿La inteligencia política se sofisticaría, o hasta sería
innecesario el maquiavelismo? ¿Para que manipular a cuáles trabajadores para
que sirvan a los ricos y poderosos, si el trabajo industrial, agrícola, postindustrial
y hasta informático, ya se lo hubiesen asignado a los drones, los robots y los
androides, las computadoras del futuro? ¿Para qué usar el invento del dinero,
ese tótem antiguo, tan innecesario entonces como ahora nos parece innecesaria
la cosmovisión medieval para terraformar el planeta Marte?
9-¿ Una nueva
conciencia emergente?
Pero lo grave es que
todavía no es mañana. El dinero es un
motivador efectivo a dos décadas corridas del siglo XXI, y gira alrededor de
los poderes de las primeras potencias, que todavía no se atreven a basar sus
economías en las fuentes de energía no contaminantes. Las reservas de petróleo
son ahora la garantía de respaldo del dinero que circula, y por eso el dólar es
petrodólar desde hace tantas décadas. A la fecha, año 2019, China parece haber
vuelto a la tradición del respaldo en oro, y se dice que ya guarda muchas más
toneladas de lingotes que cualquier otro país. Rusia, en boca de Putin, le propone a China y a otros aliados hacer a un lado la divisa
norteamericana y comerciar en monedas locales. Trump se enfurece y reafirma su
guerra comercial. Muchos países menos Estados Unidos, dan avances
esperanzadores en proyectos de consecución de energías por fuentes renovables.
Una niña alemana de nombre Greta empodera a toda una generación de jóvenes
preadolescentes para protestar por la lentitud y el disimulo en el cumplimiento
de acuerdos climáticos que ya se suponía que se estuvieran materializando.
Seguiremos, en todo caso, por
bastante tiempo, emitiendo gases de invernadero y depredando selvas y mares y
llenando de plástico, derivado del petróleo, nuestros ecosistemas. El
trabajador promedio de la mayoría de los países del mundo no se libera aun de
las cargas laborales que consumen la mayor parte de su tiempo, salud, energía y
recursos. No tiene calidad de vida. El dinero es su amo. No tiene tiempo ni de
preguntarse cuál propósito superior de vida puede existir, además del que le
brinde la falsa representación de si mismo en autofotos sonrientes de redes sociales.
El proceso de deterioro
ambiental está irreversiblemente ligado a un sistema productivo basado en el
dinero, -es decir, en el poder y sus amenazas latentes-, y que no puede
funcionar sin sistemas de endeudamiento y crecimiento continuo de indicadores
económicos, que suponen un mayor deterioro ambiental y más emisión de dióxido
de carbono. La economía postindustrial neocapitalista, tanto en países
comunistas como en naciones democráticas, tanto en gobiernos populistas de
derecha como de izquierda, se basa en el principio del crecimiento. El dinero
existe para producir endeudamiento que se paga con trabajo, que implica que
haya más gente necesitando explotar más recursos naturales para consumir más
energía, tecnología y productos que hagan de cada generación de seres humanos
una masa más consumidora de energía que la generación anterior, es decir, más
expoliadora de recursos fósiles. La insaciable utopía de que toda la población
del mundo tenga alguna vez el nivel de gasto energético que tiene un
norteamericano promedio nos tiene en la loca carrera del crecimiento comercial
a como cueste ambientalmente. Esto no va a durar porque la población
trabajadora no solamente va a aumentar, sino que además va a tener que emigrar
y en general enfermará o será presa de violencia y xenofobia en la competencia
por recursos. La población disminuirá a las malas si el cambio climático
irreversible no se previene al máximo
ya.
Las esperanzas mesiánicas
quedan descartadas. Ni la ciencia, la razón y la tecnología civilizaron el
mundo, como esperaban en el siglo XIX; ni el marxismo vio cumplidas sus
profecías, ni la raza superior dominó la historia, ni el orientalismo, ni la
profecía maya, ni los esperados apocalipsis religiosos hicieron que bajaran del
cielo los extraterrestres a rescatarnos de nuestra ignorancia. Las nostalgias
románticas no sirven tampoco: no pudimos volver al paraíso del buen salvaje, no
sabríamos cómo decolonializar las américas ni se trata de añorar las épocas del
imperio Incaico o Tolteca solo porque no había colonizaje español en aquel
entonces, y latinoamérica ya no puede dar reversa quinientos años atrás, como
si el paraíso hubiera existido antes de
la conquista. Estamos donde estamos.
¿Nos salvarán las otras
inteligencias no potenciadas del ser humano, otras cosmovisiones, nuevas empatías y afectos
que puedan reeducarnos a tiempo, los
descubrimientos de la psicología evolutiva, de alguna nueva conciencia
espiritual emergente? Así como pasamos de una etapa mágica a una mitológica, de
una mitológica a una racional ideológica, de una racional ideológica a una
científico tecnológica, pasaremos de la ceguera axiológica del capitalismo a
ultranza, a una cultura mundial ecologista, pluralista, tolerante, como la que
creíamos ver venir en las últimas décadas del siglo XX, antes del retroceso a
los populismos y a los nacionalismos que hoy nos encandelillan? ¿O ya vimos el
fracaso de la postmodernidad, y aprovecharemos esa lección para encontrar
nuevos fundamentos de una nueva manera de habitar este planeta, que no sea la
de la lógica de una nube de langostas?
La insaciabilidad humana, su
deseo inconmensurable, le preocupaba a Schopenhauer. Tenía razón. El consumismo
individual y transnacional nos muestra este
hormiguero que somos de criaturitas desesperadas, infatigables, buscando lejos,
en utopías revolucionarias o en civilizaciones de la ciencia ficción, -donde no
toca-, la felicidad que nunca reconocimos cercana. Pero también el filósofo
sabía entrever por el ojo de la chapa
esa habitación secreta del alma, origen de sosiego. De golpe en golpe sale el
ciego de su celda guiado por el calor del sol y los trinos de las aves. Ojalá
llegue pronto la hora en que los sicólogos y sociólogos de la felicidad se
vuelvan los optómetras del futuro, y convenzan de ponerse otras gafas a publicistas, asesores de
imagen, políticos escandalosos y mediáticos y férreos economicistas y otras vacas sagradas de las academias que
creen aun que la lógica del siglo XX servirá para el siglo XXI. Los ideales persuasivos y economicistas no podían
preveer los efectos colaterales de lo que en realidad nos estuvieron
prometiendo: este paraíso de islas de basura flotantes, cambio climático,
pánicos colectivos y salidas falsas.
10- Caminos de
integración
Toda época, afortunadamente,
presiente cómo trascenderse e incluirse a sí misma en otra etapa subsiguiente. ¿Pero
pudo la modernidad conservar lo mejor de la edad media y antigua, o se perdió en el camino con su
propio narcicismo histórico? A veces logra una época nueva integrar lo mejor de
lo antiguo, sin apegarse al pasado, sin terquedad, sin apresurarse a ser otra cosa
negando lo que ha sido, sin negar,
desconocer o disociarse de lo mejor que
tuvo. Como cuando uno pasa de ser niño a adolescente, o de ser un rebelde sin
causa a ser adulto. No hay nada mejor que un adulto de cincuenta años de edad
que conserve la capacidad crítica de sus quince años y el espíritu juguetón de
cuando tuvo siete, todo esto sin perder la capacidad ejecutiva de cuando tuvo
treinta y la actitud de amor a los demás que descubrió que era lo que valía la
pena a los cuarenta. La división de los
tres poderes, la alergia a todo absolutismo, los derechos humanos, el concepto
de vida privada, la libre expresión, que no los perdamos ahora que intentamos
dar un paso más allá de la matriz patriarcal, explotadora, depredadora y
economicista del occidentalismo predominante. No se trata de retornar al
pasado, ni es posible. Los nacionalismos no entienden que fraccionar de nuevo el
mundo en feudos indiferentes al bienestar ajeno va en contravía de la necesidad
histórica de integrarnos todos, que es casi un destino.
Si hay individuos que
maduraron bien, no hay por qué pensar que sea imposible que la sociedad
planetaria logre dar el paso sin trastabillar hasta autoaniquilarse. Parece la
dinámica de la historia del desarrollo humano que muy bien han estudiado
intelectuales como Ken Wilber. Es el mejor destino -que hay que ganarse a
pulso-, de las personas que se ocupan apasionadamente de la evolución de su
propia conciencia, de aquellos que saben
que sin su propio desarrollo personal no habrá avance colectivo.
No todo lo que nació en los
años sesentas murió de inanición a manos de la realpolitiks y del
juego de Tronos. La ambición y la bajeza de corruptos y adictos al
poder era menos evidente cuando su imagen era más fácil de proteger. Con
Wikileaks y algoritmos inteligentes para
manipular al analfabetismo mediático del ciudadano promedio se puede llegar
hasta cierto punto, pero el contrapeso histórico lo gesta la tendencia misma de
todo sistema vivo, del sistema social mismo. Hay gente dándose cuenta. La
rebeldía se encauza ya no principalmente, como en los sesentas, en la sicodelia
revolucionaria, la apertura sexual, las tendencias nueva era y mesianismos
variopintos. También se mueve en el filo de la navaja, porque juega ahora a
veganismo, animalismo, permacultura, poliamor, tejidos de mujeres que se
colaboran económicamente y repiensan su corporalidad y en el maternaje como un
recurso de cambio colectivo, nuevos derechos a nuevas identidades, pruebas de
cambios de rol entre géneros y experimentos de preferencia relacional,
mindfullness para aplacar neurosis laboral -y mantener intacta la neurosis del
sistema productivo-, yogas y coaching de todas las estirpes. Nada oscuro
con ello; todo lo contrario, cada exploración es una experiencia que puede aprovecharse.
Pero individuos más
espirituales, ecológicamente conscientes
y emocionalmente maduros no es todo lo que se necesita. Tienen que armar
redes. Si la política en el siglo XIX y XX se hizo sofisticando los mecanismos
de manipulación de los electores a gusto de los intereses de los compinches de
los elegidos, ahora tendrá que pasar a manos de redes de personas que no solo
se satisfagan lavándose las manos del mundo que co-crean mediante cursitos de
crecimiento personal, sino que se dediquen a conocerse mutuamente para crear
emprendimientos que aterricen las nuevas lógicas emergentes hasta convertirse
en contrapesos políticos que nadie pueda comprarles, para que lleguen blindados,
inmunes a las estrategias cada vez más sutiles que el sistema inventa para
prostituir las cosmovisiones que no le rinden pleitesía a las viejas ideas que
funcionaron para construir la sociedad monetarizada, consumista y mercantil que
ya dio de sí todo lo que pudo, hasta que mostró las uñas, hasta que mostró
que su oro era simple cobre.
Hay que crear ya redes de
redes. La historia del dinero y la de la política es la de personas que se
pusieron de acuerdo en creer cosas, hasta el punto de creerlas tanto que las
volvieron realidades incuestionables. El dinero como lo pensamos y como lo
manejamos hoy en día, sus “leyes” de funcionamiento, son reales porque las
personas se comportan como se comportan. Pero podemos comportarnos de manera
diferente si incorporamos valores solidarios más que lógicas egoístas, y eso es
posible si creamos culturas
solidarias, tejido social. El poder
político es el resultado del acuerdo histórico. No tiene que ser la crudeza de
la imposición vertical de privilegiados que legislen, decidan y juzguen a su
conveniencia. Mentes jóvenes e idealistas, protectoras de la vida, deberán pensar con la mayor concreción y
prontitud posible un planeta habitable por una humanidad amigable con los
océanos y la biósfera. Está claro que el encuentro presencial será de gran
valor, porque los mitines online se quedan cortos para las nuevas afectividades
que habrá que construir. No llegará el cambio con likes en Facebook y en
Instagram. Habrá fuerzas opositoras cada vez más mordaces cuanto más
avancen las nuevas solidaridades y las nuevas soluciones para nuestros antiguos
y nuevos problemas. La tecnología hará posible mucho de lo imposible, siempre y
cuando la construcción de lazos de
inteligencia, ética y solidaridad haga su parte. Esa combinatoria visibilizará
la verdadera espiritualidad futura, que ni será la caricatura de las comunas
Hippies ni consistirá en ver multitudes de fieles reunidos en sinagogas,
mezquitas e iglesias.
La espiritualidad impregnará
la política, la economía y la educación, y estas desaparecerán como existen
actualmente, si suficientes personas hacen masa crítica para impulsar al resto
de la gente a probar una lógica pluralista y tolerante primero, capaz de
discernir lo mejor de lo peor y de integrar lo menos evolutivo a lo más
evolutivo más tarde. Solo unos pocos intelectuales de vanguardia jalonaron la revolución francesa, porque
supieron comprobar que el emperador estaba desnudo, que el traje de la
monarquía era obsoleto para entrar con dignidad al siglo XIX. Las estrategias
divisionistas, polarizantes, no tienen por qué manipular a una población que
logre conciencia histórica sobre las estrategias que usaron todos los
maquiavelos de la ultraderecha y de la ultra izquierda, todos los fascismos y
todos los populismos. Superaremos la lógica del plano bidimensional, en el que
solo es posible moverse hacia los lados, por la ascensión a una tercera
dimensión. Ganaremos el cenit al mismo tiempo que transformaremos las sombras
de nuestro nadir, porque solamente bajando al infierno de lo que hemos sido
podremos subir a las soluciones de un nuevo período. Subiremos bajando y
bajaremos subiendo, en ambos casos profundizaremos; pero ya dejaremos la
costumbre de movernos a derecha o izquierda como Hamsters corriendo sobre
ruedas que no los llevan a ninguna parte.
Los modelos educativos se readaptarán a las nuevas expectativas del
mercado laboral, y hasta podrán independizarse de la oprobiosa y monopólica demanda
de buenos perfiles laborales. La felicidad personal no fue asunto ni de las
fábricas inglesas ni de sus similares rusas. Las fábricas requerían
trabajadores y solicitaron hojas de vida técnicas a las instituciones
educativas. Estas les dieron lo que querían: borregos puntuales capaces de
monotonías en la actuación productiva, fichas humanas para contabilizar
resultados, generaciones que morían de tedio y ni recibían amor o afecto en la
infancia ni sabían darlo, porque para que las clases asalariadas cumplieran su
misión era mejor separar a los padres de los hijos mandando a los unos a
oficinas y plantas de producción en serie, y a los otros a cuarteles
disciplinarios a memorizar fórmulas, nombres y fechas. Kafka. Un mundo en el
que se nacía culpable siempre de no ser uno lo suficientemente bueno para
obtener la aprobación de una autoridad
que nunca se revelaba. O que se revelaba escondiéndose en una abstracción que
nunca nombró nada real, salvo el miedo de todos a ser juzgado por ella: el
sacrosanto partido, la sacrosanta patria, la sagradísima corporación. Ni el
socialismo totalitario ni el totalitarismo democrático se daban cuenta de que
ni la lógica del capitalismo ni la del anticapitalismo eran capaces de poner
por encima de la loca carrera del progreso la felicidad personal y el derecho a
buscarla. Sus individuos siempre pusieron triste la cara aunque enarbolaran en público la sonrisa.
¿Saldrán de las aulas
colegiales y del campus universitario los procesos de aprendizaje sobre todos
los temas posibles, incluido el tema de cómo discernir los buenos contenidos de
los malos? Ya han salido a internet millones de fuentes de información,
escritas y videograbadas. ¿Para qué seguimos entonces pidiendo a los niños y
jóvenes que se alejen de sus hogares y se encuentren con compañeros y
profesores? ¿Aprovecharemos el vacío que dejan los conocimientos, que ya
salieron de los cerebros de los memoriosos y de los eruditos, para introducir
dinámicas profesor alumno que serán mas bien ahora laboratorios de potenciación
de múltiples inteligencias? Es hora de comprender que la educación ya no es
para modelar trabajadores asalariados, ni emprendedores alienados por el
consumo de falsos productos de bienestar, ni tan solo tampoco para formar
buenos ciudadanos que no cometan delitos y dejen vivir en paz a sus vecinos,
sino para brindarle una plataforma a cada ser humano para que explore -si así
lo quiere- su pleno potencial afectivo, estético, existencial y espiritual.
11- Invitación
El debate no es contra el
capitalismo ni contra el socialismo. Es un cambio de actitud lo que nos pone ya
no contra algo, desde la bioquímica cerebral del temor primigenio y
prehistórico, sino a favor de lo que nos beneficia a todos. Funcionemos ahora
desde la corteza prefrontal y las zonas del cerebro capaces de imaginar agendas
razonablemente felices para todos. Pasemos de la política del temor a la
política de la confianza mutua, del armamentismo y la guerra fría a la economía solidaria y la cultura
planetaria. Del secretismo a la transparencia en las agendas de gobierno. El
dinero como objetivo, el crecimiento no sostenible y sin reparos al entorno
ambiental, las relaciones humanas como relaciones de explotación, los egoísmos
nacionalistas, las guerras comerciales, los sentimientos de superioridad
ideológica, cultural y religiosa, el etnocentrismo; todo esto era lo que
aparecía ante nuestros ojos estrábicos como lo más normal del mundo. Hagamos
innecesaria en la política la costumbre primitiva de anular las decisiones de
la corteza cerebral cada vez que algo nos asusta, reaccionando con la amígdala,
la testosterona y la adrenalina en vez de columpiarnos en la serotonina y la
oxitocina.
Si las similitudes entre lo
que somos y ya no las diferencias fueran el eje de un nuevo planeta, ¿simbolizaríamos
de nuevos modos el reconocimiento del valor del trabajo que hacemos los unos
por satisfacer las necesidades de los otros, es decir, desaparecerían las
lógicas actuales del dinero y las injusticias de las divisas como las
conocemos? ¿Interpretaríamos de otra manera nuestra actual devaluación de los
trabajos y profesiones “blandas” sobre
las “sólidas”? ¿Los países más adelantados cultural y tecnológicamente
comprenderían el importante rol que cumplen las comunidades ancestrales y las
sociedades tradicionales? ¿Le daremos un valor de intercambio monetario más justo a los aportes
cualitativos del trabajo humano, a intangibles como el trabajo doméstico, la
educación, la terapia, el trabajo social, la difusión de ideas y prácticas
espirituales, lo artesanal, el arte? ¿Reconoceremos que los deportes populares
fomentan la idea de que la vida humana es una competencia por el más fuerte,
una batalla darwiniana entre exitosos y perdedores, y que esa cosmovisión es
simplista, polarizante y maniquea? ¿Unos países ya no tratarán con
menosprecio ni con soberbia los aportes del trabajo de otros países, y eso
disminuirá las abismales brechas adquisitivas que existen entre unas monedas y otras?
¿El sistema económico seguirá intentando controlar y vigilar lógicas de
intercambio solidario fundadas en la optimización de la información y de
superconectividad entre personas, como las que ya convierten en una especie de
propiedad ni pública ni privada los
espacios de hospedaje y los vehículos de transporte mediante aplicaciones
fáciles de usar en un celular?
Hace años en Colombia el
escritor William Ospina parió un texto que tuvo mucha acogida: la Franja
Amarilla. Comparaba allí la bandera tricolor de Colombia con tres tipos de
sectores sociales. Los de color rojo, a la izquierda, que querían darle muerte
a sus opositores del otro extremo político, y los del sector azul, a la
derecha, obsesionados por los privilegios empresariales, la ganancia económica
y la posesión de los abundantes recursos del país. Proponía que la franja
amarilla, que ocupa la mitad del área cromática de la bandera,- la sociedad civil no atrapada en sectarismos ni adicta al
poder, la gente sencilla que guarda la cordura y busca sin afán una felicidad
razonable-, se empoderara para construir la paz tras dos siglos de agenda histórica
llenos de guerra.
Creo que las mujeres están mejor
preparadas que los hombres para inventar nuevas solidaridades de conocimiento,
afecto, información, recursos, voluntades
de conciencia integrativa y ecológica. Mucho nos falta aprender de ellas
a los hombres, mucho ha de revertirse la cultura patriarcal para lograrlo;
ellas tendrán que aprender, además, a no tomarse la revancha histórica, a no
excederse ni masculinizarse en el acto de restaurar el equilibrio. No debemos,
tampoco, para restaurar el derecho de quienes
estuvieron sometidos e inferiorizados, recaer en el totalitarismo de las
minorías ni en la absolutización de lo políticamente correcto.
Algo así habría que proponerle
hoy al planeta, una especie de gran pacto de integración, de tejido de las
voluntades y los saberes, de reconciliación y perdón, de confesión sobre toda
la verdad respecto a las sutiles o evidentes violencias ejercidas en el pasado
por las tradiciones económicas y políticas.
12- Esperanza
macroscópica
Hemos afirmado que el trabajo
es el origen del valor real del criterio de comparación al proponer o ejecutar
un intercambio de bienes y servicios. Y que ese valor original se devalúa en un
valor relativizado, prejuicioso, tradicionalmente admitido, internalizado, pero
sobre todo interpretado a la fuerza e impuesto con mayor o menor tacto y
diplomacia. Hemos acusado a los intermediarios minoritarios del valor de cambio
de hacerse con el control de la fuerza de trabajo de las mayorías. No han sido
acusaciones personales ni de clase. Son sistémicas. El sistema parece haberse
desenvuelto con esa lógica propia y haber usado para ello a los individuos y
clases sociales que emergieron en cada etapa, -no sin su voluntad tampoco.
Pero hay una ventana de
esperanza. La piel del elefante a la luz de la lupa es un criadero de bacterias
y material descompuesto que no presenta sentido. Su significado es difuso. A la distancia en cambio, con binoculares, se
nota claramente que camina hacia el abrevadero. El dinero es obra del poder, la
teoría económica naturaliza las reglas de juego relativamente arbitrarias de la
historia política y el resultante valor de cambio del trabajo humano enriquece
a pocos a costa del cambio climático y un probable panorama caótico. Sin
embargo ¿tiene que ser siempre la ambición, la astucia, las siempre mayores
oportunidades de conservación de su dominio y la insaciabilidad de las minorías más beneficiadas una
constante histórica?
La sociología crítica, la
teoría crítica de la sociedad, la historia de las mentalidades, el
ecofeminismo, la escuela de Frankfurt han sido muy lúcidas en denunciar las
estratagemas del poder. Han sido más diagnósticas que propositivas. La mirada
al detalle y la microscopía del poder sugieren, por ejemplo en la obra de Michel Foucault, que el poder es siempre
egoísta. Pero un examen juicioso y macroscópico de las etapas del desarrollo
humano, realizado por la metateoría integral de Ken Wilber indica que el
egoísmo político bien pudiera ser una simple etapa, no por infernal eterna, y
que así como en la vida de un individuo pueden emerger tomas de conciencia que
trascienden el ego, percepciones transpersonales, momentos cumbre,
iluminaciones repentinas, asimismo la humanidad podría despertar, ante la
presente encrucijada, a una transformación profunda y relativamente súbita (¿Décadas,
siglos? ). Cuando hay un terremoto, los vecinos del barrio adoptan de pronto
conductas de lo más solidarias, cuando unas horas antes apenas si se saludaban
los unos a los otros. Las emergencias producen conciencia de comunidad. El
planeta al borde del colapso, ¿Nos catapultará más allá de nuestra insaciable
ceguera? Wilber hablaría de transición por estadios, de etapas más antiguas y
largas cuanto más primitivas; y más cortas, sofisticadas y evolutivas cuanto
más recientes . De la obsesión por el dominio violento a la adhesión a los
relatos míticos y las verdades únicas, del endiosamiento de la razón al
perspectivismo a ultranza y ahora, inaugurando milenio, la emergencia de un
nuevo estrato, en el que integremos lo mejor de cada época y cultura, de cada
disciplina y ciencia, para lograr una conciencia global unificada. Asegura la
teoría integral que una etapa más significativa, menos primitiva, más compleja
y profunda vendrá como vinieron las células después de las moléculas y estas
tras la existencia de los átomos. Solo se requeriría masa crítica. Redes de
comunicación sentipensante, como diría Maturana.
13- Venia final
ante la corte
Si dije verdades en este texto
me felicito, por desnudas que hayan tenido que
presentarse, por vergonzoso que sea aceptar que el poder se ha enmascarado de ideas políticas,
ideologías económicas y cifras econométricas complacientes con los
autoritarismos dominantes. He sido un caricaturista. Todo lo he exagerado con
lupa para podérmelo explicar a mí mismo. Me he divertido de las verdades que,
al presentarse escuetas, parecen bromas. Si no enuncié verdades como un experto
es porque no lo soy, pero hasta los bufones de las cortes se daban cuenta de
las mentiras de los reyes y se las restregaban en la cara, saliendo además
ilesos. Si les hizo gracia como hablé es porque alguna máscara cayó al piso. Hagamos borrón y cuenta
nueva, aceptemos que esta gasolina con la que vuela el avión de la
civilización acabará por incendiarlo e inventemos una manera no
autodestructiva de impulsar turbinas.