domingo, 26 de julio de 2020

Manual para reconocer la naturaleza de la crisis 2020 y sus soluciones de raíz




 

 

 

 

 

Manual para reconocer la naturaleza de la crisis 2020 y sus soluciones de raíz





Por la humanidad consciente




(Este texto tiene autor individual, pero no lo tiene. Tiene mas bien un redactor individual, porque las hipótesis y soluciones aquí presentadas son el resultado del trabajo de miles de personas y difusores de ideas e investigaciones. Siéntete libre de engrosar el contenido de este manual anotando qué cosas escribiste tu, -como quieras presentarte-, y qué cosas no. Hazle anexos a este texto, que puedan nutrirlo. Procura proponer soluciones pedagógicas, metódicas, precisas y claras sobre las acciones que deben seguirse. Este manual da directrices, pero no las desarrolla. No es la especialidad del redactor el desarrollo concreto de estas directrices. Difunde este documento y hazlo grátis. Si puedes, tradúcelo a otros idiomas. Nunca ganes dinero por él ni por difundir sus ideas. Eso pondría en duda tu desinterés y tu amor por la libertad humana, la inclinación humana a la plenitud y a la felicidad espiritual).      



I-                    Despertar a la duda.


Lo que teníamos antes del 2019. Protestas sociales masivas en decenas de países. Un receso económico se avecinaba. Guerra económica entre Estados Unidos y China. Hipervigilancia social y conductismo de masas en China, mediante tecnología 5G. Lo que tenemos desde 2020. Una pandemia mundial y una recesión económica en camino. Si crees que ocurrió por un azar biológico en China y que la humanidad  y TODOS sus dirigentes tienen y han tenido las mejores intenciones de atender la emergencia, NO NECESITAS LEER ESTO. No quieres darte el lujo de la sospecha. Eso te hace feliz. Estás en tu derecho.

O podemos llamarlo etapa de negación. Lo último que uno quiere que le digan es que ha sido engañado. Daña la autoestima. ¿Cómo es que yo, tan inteligente, pude haber sido engañado? Solo quizás. Quizás lo has sido. No porque no seas inteligente, sino porque no tenías acceso a la información. Los alemanes no creían que Hitler fuera a subir al poder, y muchos , terminada la guerra, todavía no  creían que hubiesen existido campos de concentración. Les parecía ficción. Ojalá no te esté sucediendo lo mismo.

Es necesario y urgente crecer en conciencia de amor por toda la vida en todas partes. La evolución planetaria pasa por un punto crucial que requiere como nunca tu participación personal, voluntad firme e introspección a fondo acerca de las áreas sicológicas oscuras, reprimidas de tí mismo, que no son agradables de reconocer pero gobiernan sin que lo sepas mucho de tu conducta pasiva o activa. Hay cosas que permites que ocurran a tu alrededor para seguir en tu zona de confort, a las que te ciegas porque pueden ser demasiado dolorosas. Llevan a tu conducta pasiva, todo lo que no haces, no piensas, no investigas y prefieres no saber, para permanecer ingenuo sobre las fuerzas que se oponen al amor. En realidad nada se opone al amor, porque el amor todo lo logra y siempre triunfa a la larga, debido  a que la vida se nutre de amor y es lo único real. Lo irreal no puede prevalecer sino de modo efímero, es sintético, ilusorio, falso.

Puedes motivarte a sentir amor sin conocer la lógica que opera en sentido contrario, la lógica del temor. Sí, sí puedes y debes. Una vez que pierdas tu inocencia infantil entendiendo lo que te vamos a revelar a continuación, debes “olvidar” lo que entendiste para no permitir que te perturbe de nuevo. Te perturbará provisionalmente para que pases de la inocencia cómplice a la inocencia adulta de un constructor de amor. Lo que oirás es muy perturbador, hiere el corazón. De ser completamente verdadero lo que aquí se plantea, es muy triste. Debes saberlo y luego, sin duda, no volver a pensar en ello. Pero es indispensable que conozcas la lógica y los falsos poderes que rigen tu mundo geopolítico, según lo que se puede sintetizar hoy en día por medio de un poco de investigación en internet, de fuentes creíbles.
Lo sentimos mucho por ti. Es hora de que despiertes y trabajes con más esmero por hacer lo que se llama “masa crítica” para el despertar colectivo urgente que se requiere. Si puedes trabajar con mucho más esmero que ahora, dedicando tu vida principalmente a crecer en amor incondicional, desde ahora mismo, no necesitas leer esto. Pero es muy probable que no  hagas prioritario trabajar por el cambio planetario transformándote radicalmente si no te enteras del “modus operante” que se nutre de tu comodidad e ingenuidad para seguir adelante con sus planes de prolongar lo que no es real, sino sintético, porque no procede del amor, sino de su inexistencia.
Los agentes de esta forma de obrar simplemente son seres dormidos. Sufren enormemente porque no se sienten con el poder interior para saltar al vacío del amor, poniendo en riesgo su estatus, dinero, poder, prestigio y estilo de vida. Creen que no hay amor del otro lado, que pueda recibirlos, y la cobardía los concume. Tú no eres uno de ellos. Ellos no deben ser objeto de odio. El odio es eso de lo que se alimenta su lógica. Deben ser despreciados, ignorados, desobedecidos y desatendidos simultáneamente por una masa crítica primero, y luego por toda la humanidad, para que ocurra la transformación deseada. Y primero debe ser comprendido su modo de actuar y pensar.
Para que entiendas su modo de pensar y te impacte, pasaremos a otro tono en este texto. Es un truco de la disciplina de la criminología ponerse en los zapatos del infractor de la ley, usando la imaginación y la empatía como herramientas para entender su punto de vista. De este modo se pueden crear hipótesis de diversa índole, abanicos de posibilidades sobre su conducta, que luego puedan ser contrastados con los hechos, para ir descartando las hipótesis más alocadas, y confirmando las que mejor confirmen los hechos. Todo comienza cuando ocurre un evento que pueda ser calificado como delito. Hay que suponer un motivo del delincuente, y hay que descubrir su modus operandi.  En este caso de trata de una red de delitos cometidos por años, siglos, quizá milenios; delitos que la historia ha aclarado bastante, pues conocemos a sus delincuentes y terminamos por enterarnos de lo que hicieron. Fueron asesinos, ladrones, explotadores, mentirosos, clasistas, corruptos, jefes militares, presidentes, tiranos, reyes y siempre tuvieron secuaces como jueces, historiadores (publicistas) que los llamaron héroes (unos años después de muertos es fácil idealizarlos y además algo bueno hicieron de paso). Delinquieron contra la felicidad humana: hicieron guerras, genocidios, persecusiones. Se dice que su sucio trabajo era su única opción para que pudiera marchar la historia.
Hablaremos en primera persona, como si fuéramos ellos, como si uno de ellos se estuviera confesando. Todo lo que diga debes poder rastrearlo en la medida de lo posible, por ti mismo, sin creer a ciegas, pero contrastando su factibilidad a la luz de lo que ya sabes que ha ocurrido en el mundo. Aquí va:



II-                  Confesión completa de un titiritero del mundo

 Hola. Te explicaré cómo he manipulado la historia de tu planeta desde hace milenios, para prevalecer, y cómo he usado para eso a miles de personas a quienes he puesto a controlar a millones de personas, incluido tú. Te sorprenderás lo simple que es la lógica  para que una minoría de minorías  como la que constituimos yo y mi grupo, gobierne y controle a las inmensas mayorías a las que tu perteneces.
Comencemos por un principio periodístico. Si quieres conocer lo que verdaderamente ocurre, rastrea de dónde viene el dinero. Ya sabes, el dinero es el poder supremo que rige las decisiones y que compra a las personas para que hagan lo que necesitas, para que trabajen para ti. Ya sabes que detrás del cambio climático, la corrupción política, la privatización de las semillas y el agua, la prostitución de los medios de comunicación, la masificación de estilos de vida no saludables,  y tantas otras cosas lo que hay es ambición. Ambición de dinero, porque con dinero se compra estatus, poder, placer y privilegios. Ya sabes que un porcentaje mínimo de personas en el mundo, unas 8.500, posee casi todo el dinero que hay en el planeta. El resto de la gente no tiene mucho tiempo para volverse más conciente, amorosa y feliz, porque está endeudada y tiene como prioridad sobrevivir.
Vamos paso a paso. Usas dinero a diario, pero no entiendes qué es eso, ni entiendes de verdad cómo se convirtió en la principal motivación de todo el mundo. Crees que es real, porque todos lo creen, todos creen en su valor. Punto por punto:
1.      Cuando todos nos ponemos de acuerdo en que algo es valioso, se vuelve valioso porque todos lo creemos y deseamos y queremos obtener y acumular, para ofrecerlo a los demás a cambio de lo que queremos de ellos.
2.      Las pieles de animales, la  sal (de donde viene la palabra “salario”) y el oro son ejemplos de cosas que históricamente muchas sociedades se pusieron de acuerdo en considerar muy valiosas y por lo tanto útiles para comerciar. Luego, en nuestros días, el petróleo, que es fuente de energía industrial, plástico, abonos, etc.
3.       Para no tener que transportar estos bienes al llevarlos para comerciar, o no perderlos al transportarlos, se inventó garantizar su entrega por medio de valores más fáciles de entregar al comprador, más portátiles. Surgió la moneda. Y su representación en papel, el billete o cheque. Y su representación digital, la moneda electrónica. Valores cada vez más abstractos intercambiables por valores cada vez más concretos: información, educación, servicios, diversión, abrigo, comida, refugio, bienes muebles e inmuebles. Y la red de lugares para intercambiarlos: mercados, bancos, cajeros y dispositivos electrónicos, celulares.
4.      La garantía de la intercambiabilidad de  valores representados como papel moneda se basaba en la existencia real de sus contrapartes más concretas: el oro para el dinero, los bienes y servicios personales para el oro. El papel moneda para comprar oro o petróleo, el oro o petróleo para comprar bienes, productos, y servicios de personas.
5.      Los bienes más concretos a obtener son bienes materiales (casa, comida, abrigo, ropa, tierra, semillas, herramientas, etc) y personas. Personas dispuestas a trabajar para el comprador son las contrapartes del valor comúnmente acordado como “universalmente” deseable para todos.
6.      Descubrimos yo y mis amigos que había que mejorar la forma de asegurarnos la disposición de las personas a trabajar para nosotros y para poner a trabajar a otras personas para ellos, en una pirámide de control del trabajo de las mayorías a favor de las minorías. Llamaremos a estas personas serviles, sirvientes. Nosotros somos los amos, y en adelante en esta confesión, cuando veas la palabra “nosotros”, entenderás que hablo por todos los míos, los amos.Todos los que están por debajo de nosotros son sirvientes, incluyendo a los sirvientes y a los amos de nuestros sirvientes. Los únicos amos que no somos sirvientes somos nosotros ( a menos que tengamos amos que no conozcamos, o que no queramos declarar aquí que tenemos). Nosotros somos humanos. Los amos humanos.
7.      Desde tiempos milenarios supimos que había que combinar el temor de las mayorías hacia las minorías en la pirámide, con la admiración. A imaginarse entonces los jefes de hordas, clanes y tribus e imperios. Protegíamos a los nuestros y matábamos o expropiábamos a los ajenos. Pero desde adentro segregábamos a los sirvientes de nosotros, los amos. Para que nos admiraran deberían idealizarnos. Los reyes nos volvimos dioses.
8.      Para que nos temieran deberíamos ser no solamente más fuertes, implacables y astutos sino mejor informados y tecnológicamente superiores en armas y estrategias de defensa, guerra y supervivencia. Primero estuvimos en los frentes de batalla, visibles, dando ejemplo. Pero era arriesgado. Evolucionamos. Descubrimos que era mejor dirigir la batalla desde la cima de la montaña. Y luego sin ir a la batalla. Y luego tras bambalinas, nombrando y controlando reyes y generales que pusieran la cara en sus tronos, por si algo salía mal.
9.      Para idealizarnos no deberían conocernos de cerca, sino adorarnos de lejos, y mejor aún, no conocernos directamente, sino indirectamente, por medio de figuras públicas. Si todo salía mal podrían odiarlas, destronarlas o echarles la culpa de sus miserias. Ya luego nosotros podríamos controlarlo todo de nuevo tras los telones. Figuras públicas, títeres, también llamados políticos.
10.  Entonces montamos escenarios sociales cada vez más sofisticados y difíciles de descifrar. Y les hicimos creer a nuestros subordinados que en esos escenarios  ellos eran los protagonistas de la historia. Y los entretuvimos creando utopías diferentes por las que pudiesen pelear unos contra otros, sustentadas en ideologías diferentes, en escenarios a veces democráticos, a veces totalitarios, pero todos gobernados y financiados por nosotros.
11.  También descubrimos además, para mejorar los métodos de temor y admiración, métodos de distracción y sugestión, para que mirando otras cosas, nos volviéramos invisibles para ellos.
12.  Y descubrimos que para todos es muy importante que todos los demás los acepten, que nadie los rechace, por lo cual hay que fabricar una forma de percibir la realidad en la que todos crean para que todos impidan que alguien perciba las cosas de manera diferente. Y que conviene hacer, promover y permitir ligeros cambios en esas percepciones para crear la ilusión del progreso.
13.  Además de métodos de sugestión mágicos, narrativos, épicos y religiosos, desarrollamos métodos de sugestión casi hipnótica con medios de comunicación cada vez mejor respaldados por investigaciones científicas de sicología social y sicología de masas, sicología del consumo y de control informático de la opinión pública y del voto en elecciones.
14.  Volvamos al dinero.
15.  La confianza en que TODOS valorarían por igual ese valor deseable útil para intercambiar o negociar con el fin de obtener lo necesario para vivir bien era la base de la economía.
16.  El supuesto de que cada valor más abstracto sería intercambiable por alguno más concreto era la base de esa confianza.
17.  Observamos que a la gente le gusta y agradece lo que tiene, pero envidia y ambiciona no solo tener lo mismo y más que lo que sus vecinos tienen, sino tener más a futuro para que nada les falte nunca y obtener admiración, estatus, adulación y envidia de parte de los demás. A eso lo llamamos tener poder. A la gente le gusta tener poder, superioridad, porque es ambiciosa. El poder trae sexo, experiencias, gozo, excitación, creencia de superioridad. Produce gula por más de lo mismo.
18.  Vimos junto con mis amigos que si en la pirámide de control social ofrecíamos poder a cada estrato superior sobre el inferior, se sentirían muy apegados a conservar ese estatus y toda la pirámide se sostendría a nuestro favor permaneciendo nosotros en la punta de la pirámide.
19.  Concluimos que ofrecer poder, distribuyéndolo por capas piramidales, favorecía nuestro poder. Y que había que marcar amenazas muy drásticas para que nuestro poder no fuera usurpado, pero líneas menos drásticas para que  de nosotros para abajo pudiesen ocurrir usurpaciones de poder, es decir, cambios políticos, que generaran la ilusión de progreso.
20.  Volvamos al dinero. Está muy relacionado. Su historia resume nuestras estrategias para distribuir y controlar el poder de la punta de la pirámide hacia abajo.
21.  Vimos siempre que a la gente no solo le gusta lo que ya tiene, sino lo que puede llegar a tener. Y que no solo nos favorecía acumular y guardar bienes, sirvientes y promesas de intercambio de bienes abstractos por bienes más concretos (dinero), sino ofrecer posibles bienes y valores futuros.
22.  Entonces a mí y a mis amigos se nos ocurrió una idea: prometer. No solo acumular en graneros y bancos y tierras cosas como granos, semillas, oro y ganado sino promesas de conseguir más cosas. Las llamamos préstamos. Se basan en la esperanza de tener más y gozar más.
23.  A cambio de los préstamos pedimos pagos a cuotas de lo prestado. Pero no hicimos préstamos de bienes materiales ni de sirvientes, sino de dinero con respaldo en oro, bajo el supuesto de que el oro era respaldo para conseguir bienes y trabajo servil.
24.  Los endeudados nos lo agradecieron porque les prometimos placeres a futuro. Y no se preocuparon por entender nuestra profesión de prestamistas y banqueros. Confiaron en nosotros.
25.  Nuestro negocio era ser confiables, creando una red de bancos muy estables por todas partes, en donde los mismos valores de intercambio fueran accequibles para todo el mundo. Nuestro destino era globalizarnos, porque si en alguna parte surgían otros valores de intercambio, que nosotros no ofreciéramos, la gente no confiaría sus intercambios a nuestros bancos.
26.  Lo que queríamos obtener a cambio de prestar dinero era más dinero y poder. ¿Pero de dónde saldría ese dinero extra, si a cada cantidad de dinero le correspondía una cantidad de oro fija? Habría que conseguir más oro cada vez, como de hecho ya venía ocurriendo, mediante minería del oro y robo de oro a colonias que íbamos fundando por todo el mundo
27.  Pero no era suficiente oro. Cada vez había más gente en el mundo. Todos querían tener mucho dinero respaldado en oro. O respaldado en otro valor. Y estaba el petróleo, que resultó mucho más real que el oro, porque es más útil. Y el petróleo ¿por qué? Porque produce energía que pone a marchar máquinas  industriales y transporte. Sin esas industrias no puede producirse más supervivencia para más gente en el mundo que va naciendo y que necesita y desea consumir productos y tener poder y sirvientes en la pirámide. 
28.  Pero lo importante es que el petróleo produce energía. La energía es lo que se necesita para producir el trabajo industrial que hace posible el crecimiento demográfico. Descubrir energías eficientes y baratas nos pareció vital. Después de la segunda guerra mundial los ganadores impusimos el respaldo en petróleo, que se llamó petrodólar.
29.  Pero había otro respaldo mejor que el oro , el petróleo o la energía. Lo supimos hace siglos. Y era la promesa de dinero o préstamo. ¿Por qué lo llamamos promesa de dinero, en vez de simplemente llamarlo préstamo? Porque un préstamo, en algún momento, se devuelve del todo. Y el endeudado descansa y recobra su libertad.
30.  A la gente le dijimos que se llamaba préstamo. Eso los ilusiona con la libertad a futuro, cuando paguen. Sueñan con jubilarse, por ejemplo, y con no ser ya más sirvientes de nadie. Y hay cantidades de dinero que en efecto logran pagarse alguna vez. Sin duda. Pero nosotros fuimos más astutos. Inventamos e impusimos más necesidades, mediante sugestiones sociales de consumo, para crear más necesidades de deudas y de préstamos. Hoy tenemos un sistema mundial de endeudamientos, que ya te explicaremos.
31.  A cambio del préstamo hicimos una pequeña solicitud. La llamamos interés. Nos interesaba que se nos devolviera más dinero del que prestábamos. Los endeudados estuvieron de acuerdo. Les prestábamos 100 unidades, pero pedíamos 105 a  cambio, a cierto plazo. El endeudado no podría pagarnos con oro ni petróleo ni energía esos 5 faltantes, sino con dinero. ¡Y nosotros le prestaríamos ese dinero, ni más faltaba, estábamos para servirlo! A cambio, por supuesto, de cierto interés.
32.  Hagamos un paréntesis antes de continuar. Para hacerlo fácil, llamemos monedas nacionales a las que no se usan para transacciones internacionales. Y monedas no nacionales a las que sí se usan, o son muy estables, como el dólar o la libra esterlina.
33.  Cobramos intereses a la deuda y también al dinero que prestamos para pagar los intereses que se suman a la deuda. Pero hacemos lo mismo no solo con personas naturales, individuos reales, sino con personas jurídicas y con nuestros propios bancos, excepto con la entidad que rige a todos los bancos, que por definición nunca debe dinero a nadie, sino que emite las normas que rigen a los bancos emisores nacionales, entidad que nosotros mismos fundamos en 1932.
34.  Eso asegura que todos trabajen para nosotros incesantemente. Cada persona  se endeuda para sostenerse y sostener a su familia. El banco local le presta el dinero para que disfrute no solo de lo que ha obtenido, sino de lo que se le promete que podrá ir disfrutando y usando hasta pagarlo del todo alguna vez, por ejemplo una casa hipotecada. Pero ese banco local no es dueño del dinero que presta, sino que lo debe a un banco emisor nacional, que hace el dinero en moneda local. Un respaldo importante del dinero del banco local es el dinero del banco emisor nacional, es decir, la promesa de giro de dinero al banco local de parte del banco emisor. Pero este banco emisor nacional no es autónomo, sino que necesita permiso de algún banco mundial, necesita su respaldo o promesa de giro de dinero en moneda no nacional. Y los bancos mundiales o muy grandes, como el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, deben obedecer las normas para tener permiso de emitir dinero en monedas no nacionales. Esas normas las dictamos nosotros, por medio del banco de pagos internacionales, Bank of International Settlements (BSI), creado por nosotros y para nosotros en 1930. Este banco pone las normas a los impresores de moneda en papel y de moneda digital que se contabiliza en computadores y servidores, moneda hecha de ceros y unos registrados en chips.
35.  Pero ese dinero que le prestaríamos a los sirvientes del sistema para pagar su interés no estábamos dispuestos a respaldarlo en oro, petróleo ni nada materialmente existente. Solo en un comienzo fue así. Lo que en realidad importa es respaldarlo en poder. El poder es una capacidad para perjudicar a alguien y (o)  para seducirlo, hipnotizarlo, anestesiarlo o lo que sea necesario, con tal de sostener el control sobre él. Alguien con poder dice: en este reino está prohibido negociar con cualquier otra cosa que no sea las monedas de oro que el emisor de monedas de este reino fabrique, y el que incumpla será encarcelado. Entonces todos obedecen y esas monedas se vuelven deseables.
36.  El poder antiguo se basaba en la amenaza de prisión, expropiación, condena de muerte o destierro, etc. Por eso las mejores armas  eran monopolio del cuerpo armado, militar y policiaco del rey, y luego del presidente nacional de una democracia. Pero hemos descubierto formas más sutiles de ejercerlo. La amenaza de bancarrota es la mejor. Podemos prohibir o limitar  la emisión de dinero en los bancos mundiales si queremos. Entonces estos no podrán girarle dinero no nacional a los bancos emisores nacionales para que estos respalden sus emisiones de dinero a los bancos locales ni estos puedan prestar dinero a los sirvientes del sistema, las personas.
37.  Si los sirvientes no reciben préstamos no pueden comprar a crédito y no necesitarán prometer su trabajo de por vida. Eso le convendría a los sirvientes si supieran renunciar o pudieran renunciar a muchas necesidades, pero quizás no querrán hacerlo. Sobre todo si definen su felicidad como satisfacción de esas necesidades, e ignoran otras posibles fuentes de felicidad que el sistema no sabe o reconoce que existen, pero existen, como las de origen espiritual.
38.  ¿Qué le pasará a los sirvientes que no puedan endeudarse porque el sistema no pueda prestarles dinero, y que ya tengas deudas, o vayan a adquirirlas cada año en forma de impuestos a la nación, que son deudas que se contraen por el simple derecho de haber nacido en un territorio nacional y de tener cosas adquiridas para vivir, como una casa o un vehículo? Que sacarán sus ahorros. Intentarán sacarlos. Pero los bancos locales no tienen esos ahorros. No en papel moneda. Veamos. Es necesario entenderlo para entender cómo aprendimos a ejercer el poder mundial por medio del miedo a la bancarrota.
39.  Cada nación fija la cantidad de papel moneda mínima que sus bancos locales deben tener en cajas fuertes. Generalmente un 10 %. Si el banco tiene 100 unidades, las puede tener así: 90 en cifras digitales, y 10 en billetes. No puede entregar en billetes a sus ahorradores 100 unidades en papel moneda, si ocurriera un pánico colectivo. Podrá entregar en papel moneda 10 unidades solamente. Pero ¿dejan de existir esos restantes 90, que están en digital? El banco dirá que no, que allí siguen porque los puedes ver al consultar tu cuenta. Veamos si eso puede ser verdad, tanto a cada momento como en un determinado momento en el que una catástrofe hiciera a todos sus ahorradorres pedir todo su dinero para aprovisionarse para sobrevivir en la catástrofe, o huir de ella.
40.  Supongamos que tu banco local tiene un capital inicial de 100 unidades y dos clientes. El cliente A es un ahorrador que depositó esos 100 y quiere ganar intereses y poder hacer transacciones digitales. El cliente B quiere comprar una casa que vale 90 unidades. Se los pide prestados al banco. Este se los paga al dueño de la casa que se puso en venta. B le debe 90 al Banco. El banco se queda con 10. Pero el banco cobrará por años intereses a B a cambio del préstamo, y además cobrará el préstamo de 90. Normalmente obtendrá por lo menos tres veces esos 90, es decir, unos 270, tras unos años. Si el banco consigue hacer lo mismo 10 veces consiguiendo tener 10 ahorradores ya tiene 100 unidades en papel moneda y 900 en promesas de pago. Si no pudieran pagar, recobraría esos mismos 900 o más, en el valor de las casas que confiscaría, mas su valorización.
41.  Pero volvamos al banco cuando solo tiene 10, porque le pagó 90 al dueño de la casa que hipotecó B. El banco necesita hacer más negocios y dinero para hacerlos. Le pide prestados 90 al banco emisor nacional en moneda local. Estos 90 los debe, no los tiene. Y los otros 90 se los debe B, no los tiene.  El banco guarda 10 en papel moneda, porque sabe que el ahorrador A normalmente no desea usar sino unos 10 de sus 100 en papel moneda. A se siente seguro creyendo que los otros 90 están disponibles. Pero ahora una epidemia o guerra o catástrofe urge a A a sacar del banco todo el depósito. Para darle su dinero, el banco necesita tener 100, pero no los tiene. Necesita pedírle 90 a B, pero B no los tiene. A no quiere la casa de B, sino su dinero. Y además el banco emisor nacional se siente igual de urgido de recoger dinero para los gastos de la catástrofe, por lo que le solicita a tu banco local que se los pague. Concluyamos: A no podrá usar sus 90 ni en forma digital ni en papel moneda. No a menos que el banco emisor nacional se endeude con el banco mundial para girarle a tu banco local los 90 que A solicita.
42.  Tu banco local se declara en bancarrota y le transfiere la responsabilidad de devolverle el dinero al ahorrador A, a tu banco emisor. Pero este hace lo mismo porque ha hecho lo mismo a otro nivel: no tiene cómo emitir dinero porque está endeudado con el banco mundial por un lado, y por otro lado porque sus deudores, todos los bancos locales, han entrado en bancarrota. Tu nación se declara en bancarrota.No queda otra opción que confiscar bienes de respaldo del préstamo. El banco local le quita su casa a B, el banco emisor nacional se adueña del banco local y de sus bienes, y el banco mundial se adueña del trabajo y de los recursos naturales del territorio de esa nación, que sí son reales.
43.  ¿Cómo toma posesión de esos recursos nacionales el banco mundial? Antes lo habría hecho invadiendo militarmente, en algunos casos es así. Pero hay mejores métodos más baratos. Usa a las multinacionales, que también le deben a los bancos mundiales. Las mete a explotar. E impone políticas nacionales. Si nos conviene en la punta de la pirámide que  imponga políticas de reducción o no crecimiento de la población, o eugenesia, lo hace. Los estados no podrán oponerse, porque sus armas de ataque o defensa no son tan letales como los que tienen los países que también manipulamos mediante el endeudamiento, a los que obligamos a ir a la guerra para defender los intereses de las multinacionales que queremos imponer en los territorios. Y porque la estrategia no es una amenaza directa de gobierno a gobierno, sino entre bancos mundiales que tienen inmunidad internacional, bancos transnacionales que hemos creado, que siguen reglas que hemos creado desde la punta de a pirámide. A la opinión publica le podemos decir otra cosa que la distraiga de la verdad, mediante medios de comunicación que hemos comprado.
44.  ¿Nos conviene que haya catástrofes? Sí. Generan deudas y embargos a favor nuestro. ¿Habremos pensado en promover o crear nosotros mismos esas catástrofes, o esas masivas pérdidas de confianza en el futuro, que hacen caer las bolsas, para acelerar los embargos enmascarados de imposiciones comerciales, intelectuales, culturales, ideológicas, primero en los países más débiles, y luego en los más fuertes? Dedúcelo por ti mismo. Imagina si un arma biológica, o una pandemia, o una histeria colectiva mediante estrategias de sicología de masas, o una mezcal de estas cosas nos conviene. Un desastre nuclear no nos conviene, porque daña los recursos naturales y mata a los potenciales sirvientes.
45.  Para garantizar aún mejor el endeudamiento de las naciones impusimos la idea de que las monedas nacionales no valgan todas lo mismo. Las monedas de países pobres valen menos. ¿Por qué? Porque necesitan o los obligamos a que necesiten lo que solo nosotros les proveemos, porque no se los permitimos conseguir de otra manera. Los chantajeamos con su propia necesidad y les decimos a los países más pobres los países más ricos: te lo vendo, pero si aceptas que una de mis unidades de moneda valga muchas veces una de las tuyas. Creamos ciencia y tecnología que los países pobres no sepan cómo desarrollar, o deseen tener. Y gracias a los cambios de moneda los más pobres necesitan esforzarse mucho para obtener lo mismo que obtienen más fácilmente los países más ricos. No logran ir al mismo ritmo de comodidades y avances en producción y consumo. No nos conviene. Tampoco se los permitimos. Si no hay unos que trabajen mucho y pesado para que otros no tengan que trabajar, no podríamos dedicarnos al placer de imaginar nuevos planes para tener más poder y placer.
46.  No somos mineros ni petroleros. Somos banqueros. Y descubrimos que no era necesario buscarle respaldo materialmente existente al dinero. Hay normas que prohíben que el petróleo se negocie en otra moneda diferente del dólar. Por eso se habla del petrodólar. Hay amenazas financieras para cualquier país que lo intente. Y hemos castigado inclusive militarmente a países que lo intentaron. Lo hacemos presionando a los gobiernos con mejores ejércitos y métodos de espionaje para que ejerzan el castigo.
47.  Bastaba con asegurarle al endeudado que teníamos ese dinero que le prestaríamos para pagar su interés, respaldando el dinero con dinero. Lo importante era que confiaran y siguieran confiando en nosotros. ¿Con cuál dinero respaldaríamos ese dinero? Con el que nos deberían otros endeudados, con el que le prestaríamos a otros endeudados a los que les diríamos lo mismo.
48.  Haríamos préstamos respaldados en préstamos.  A unas personas les prestaríamos dinero que otras personas nos estarían debiendo. Todo lo anotaríamos minuciosamente. No habría necesidad de tener oro ni respaldo, o solo un poco, por si acaso. Solo habría necesidad de que unas personas trabajaran permanentemente para ir pagando sus necesidades cada vez mayores, a cambio de que otras personas que se endeudaran después que ellas hicieran lo mismo permanentemente. Todo eso hicimos.
49.  Los banqueros comenzamos por ser prestamistas, pero descubrimos que podríamos diseñar toda la actividad humana a favor nuestro. Nosotros pondríamos a los unos, las mayorías de cada nivel de la pirámide,  a pagar con su trabajo los bienes y servicios de los que disfrutarían los otros, las minorías relativas de cada nivel de la pirámide, y llevaríamos la cuenta del endeudamiento a futuro de todos.
50.  Pensamos que podríamos crear una cadena piramidal de endeudamientos y trabajos infinita. Pero recientemente hemos notado que no puede ser infinita. Resulta que a la base de la pirámide ya no hay deudas teóricas contables en un banco, sino gente que ya no puede pagar con su trabajo, por diversas razones. La primera razón es que se quedan sin trabajo o no quieren ofrecérselo al sistema, sino a ellos mismos. La segunda es que se quedan sin materiales para trabajar.
51.  La primera. Se quedan sin trabajo porque su trabajo ya no es requerido, ya que lo hacen computadores o inteligencias artificiales o robots. O porque no tiene preparación técnica ni educación. Y hay gente que no solo no puede, sino que no quiere pagar. O no quiere tener tantas necesidades porque define su felicidad de manera autónoma ( no se deja sugestionar). O logra no tener tantas necesidades (además de conscientes, rebeldes). Hay gente o incapaz o innecesaria o perezosa o conciente que no contribuye al sistema.
52.  La segunda. Para trabajar se necesitan herramientas de trabajo y materiales de trabajo para transformar. Por ejemplo, martillo y serrucho además de madera para hacer un asiento. Pero los materiales están escaseando, porque son finitos. El planeta no produce materiales infinitamente reciclables, como los combustibles fósiles.  O cuesta demasiada energía reciclarlos, y vale más dinero recuperarlos que acumularlos como basura. Cada vez hay menos territorio cultivable y explotable porque hay más gente y porque se intoxican, erosionan, contaminan o dañan los terrenos.
53.  La gente sin trabajo se resiente, a menos que tenga alguna fuente de consuelo. No solo sobra, sino que puede irritarse. No siempre conviene permitirle que apoye revoluciones políticas que nosotros mismos planeamos y financiamos, para canalizar sus esperanzas. Las esperanzas religiosas no siempre bastan, y menos ahora con el desprestigio de las religiones a favor de la ciencia. Eso nos hizo pensar en la eugenesia: que nazcan menos personas y que nazcan mejor preparadas para servir al sistema mundial de endeudamientos. Que usen recursos del planeta pero no aporten nada a nuestro favor no tiene sentido. Comen, usan biocombustibles, se quejan, y hasta podrían usar su tiempo para conspirar contra nosotros.
54.   
55.  Podemos reducir la población inútil al sistema y hasta erradicarla, pero los recursos naturales se están agotando y se agotarán del todo, a menos que ocurran varias soluciones sucesivas o simultáneas:
a.      Que haya más fuentes limpias de energía. Eólica, marítima, solar, etc.
b.      Que haya energía libre (energía que proviene del “vacío” cuántico, energía que no requiere una fuente de combustión ni una fuente mecánica, fotovoltáica) y que su potencial y costo de producción sea mucho más ventajoso, y seguro que el de la energía atómica).
c.       Que usemos otros planetas como materia prima.
d.      Que haya menos gente inútil al sistema.
e.      Que logremos reciclar lo suficiente a un costo bajo para beneficiar solo a la cantidad mínima de gente sirviente útil necesaria para que quienes estamos en la punta de la pirámide tengamos cada vez mayor placer, poder, conocimientos, estrategias, longevidad y salud.
56.  Si se descontrola el crecimiento demográfico se puede perder el control sobre el sistema de endeudamientos, sobre todo si surgen poblaciones que aprendan a volverse autosuficientes. Por eso hay que crear sistemas de dependencia cada vez más estrictos, que requieren vigilancia y recogida y procesamiento de información sobre lo que piensan, hacen y planean en todas partes.
57.  Si hay fuentes de energía renovables y baratas, más poblaciones podrán ser menos dependientes del sistema. Si hay energía libre o se descubre, o ya se ha descubierto aunque no se haya permitido que se masifique su uso, eso no debe saberlo sino la élite.
58.  Volvamos al dinero.
59.  Para respaldar el dinero que le prestábamos a unos con el dinero que le prestábamos a otros necesitábamos que todos estuvieran permanentemente trabajando, los unos para los otros, los unos endeudados con los otros, por medio de nosotros, los bancos, que administrábamos el endeudamiento. Eso exigió más gente trabajando más tiempo  y a un ritmo cada vez más acelerado en bases poblacionales inferiores relativas cada vez más populosas.
60.  El sistema requería superpoblación, ciudades, clases sociales intermedias y ya no solo altas y bajas, megalópolis. Estrés. Poca calidad de vida, mucho adormecimiento respecto a un sentido de vida superior. Televisión, diversión, entretención barata basada en violencia, chismorreo, sexo, alcohol, droga, deportes, exaltación de actividades competitivas, competitivismo, exhibición narcisista en redes sociales de la propia individualidad. También costó enfermedades sicosomáticas, rabia contenida, sensación de vacío existencial, resistencia y rebeldía inconcientes o no muy concientes respecto al entorno brutal del consumismo y del productivismo laboral. Darwinismo social. La ley del más fuerte.
61.  Y hubo que ir creando bancos muy ricos que le prestaran dinero a otros bancos menos ricos. No era fácil gobernarlo todo en todas partes con un solo banco. No era eficiente. Se crearon bancos regionales y locales. Y lo más importante: acuerdos internacionales respaldados por todas las élites políticas, que protegieran el sistema bancario mundial. Los bancos grandes le prestarían dinero a las naciones, y las endeudarían. Necesitarían para ello persuadir a las élites políticas de todas las tendencias ideológicas. Y Los bancos grandes le prestaron dinero a las multinacionales. Y las multinacionales deberían poder entrar a los territorios nacionales a explotar recursos a favor del sistema bancario, so pena de que los bancos mundiales entraran a cobrar las deudas cada vez más imposibles de pagar, que adquirían las naciones. Y en la cima estuvimos siempre nosotros, orquestando detrás de bambalinas. Somos unas 8.500 personas.
62.   En la punta pusimos el banco de pagos internacionales, Bank of International Setllements (BIS), creado en 1930 en los países bajos, sede central del control de la banca, con sede en Basilea, Suiza. Es una institución privada , no gubernamental, que tiene inmunidad absoluta y total. Nadie puede fiscalizarla, espiarla, gobernarla, vigilarla, ni dictarle normas; ningún gobierno, ningún estado en el mundo, ni aun el suizo. Tienen su propio territorio y fuerzas de seguridad, como el Vaticano. En 1931 todos los bancos lo reconocieron como autoridad suprema del sistema financiero internacional. Cada banco central del mundo depende de Basilea y del BIS. En la segunda guerra mundial le compró su oro, robado de los judíos, a los Nazis. El fondo monetario mundial y el Banco Mundial le sirven con pleitecía. Lo hacen creando o aprovechando problemas en países a los que luego van a “ofrecer ayuda” prestándoles dinero que no podrán pagar. Cuando dejan de pagar les pueden pedir el pago de varias maneras, por ejemplo dejando entrar a las multinacionales a que expropien los recursos naturales de cada país. Si no pagan los pueden difamar, crear caos guerrillero, y condiciones que justifiquen invasiones militares para “liberarlos” del opresor e instaurar una “democracia”. Debajo de los bancos centrales, como del banco central de Europa, ponemos organizaciones no gubernamentales de fachada, u organizaciones benéficas, y por supuesto a la Organización mundial de la Salud (OMS), Unicef, La Organización de las Naciones Unidas (ONU). A Londres le damos en la práctica un trato tipo Vaticano. Es un centro financiero mundial a nuestro servicio, ponen por ejemplo el precio del oro a diario en el mundo. A Estados Unidos lo gobernamos por medio del Banco de la Reserva Federal. Los bancos de comercio de la bolsa son nuestros, y debajo de todo esto están los bancos regionales.
63.  A cada nivel dentro de la pirámide le damos información parcial y a todos les prohibimos que la compartan hacia arriba o hacia abajo, respecto a los verdaderos objetivos finales de todo el sistema. Cuanto más arriba suben las personas más las involucramos en actos ilegales o moralmente sucios, para tener cómo acabar con ellas si traicionan al sistema. Es el viejo truco que se llama administrar mediante información compartimentalizada. Lo usan mucho los grupos terroristas, la delincuencia organizada, las agencias de inteligencia y contrainteligencia, y los guerrilleros. El poder tiene un precio proporcional al peligro por traición.
64.  A la base de la pirámide tendremos millones de contratos de deuda firmados por cada sirviente del sistema, trabajador o persona, a favor del ascenso de su aporte monetario hacia la punta de la pirámide. Un contrato de deuda es una promesa del sirviente, en la que este se compromete a trabajar casi todos los días del año y de las horas del día para pagarle al sistema las compras que hace para satisfacer sus cada vez mayores necesidades fácticamente imposibles de pagar del todo alguna vez. Nosotros nos encargamos de crearle nuevas necesidades para que cuando pague sus necesidades antiguas tenga nuevas, o necesite reemplazar objetos que se le dañen, que se han fabricado con obsolecencia programada, es decir, con un bajo tiempo de uso útil.
65.  Los impuestos a la renta y a la propiedad se le presentarán al sirviente como aportes esenciales para el funcionamiento del estado. El estado se le presentará como una entidad que vela por sus derechos y bienestar, pero en realidad será una entidad que ya hemos comprado o compraremos nosotros mediante la deuda externa que impondrán nuestros bancos mundiales. La principal fuente de financiación del estado y de las inversiones en infraestructuras para su funcionamiento proviene de nuestros préstamos, no de los impuestos, pero el sirviente tendrá una presión adicional para que no intente volverse autosuficiente al saber que sus propiedades podrán ser expropiadas por los bancos o por el estado si no paga sus hipotecas o impuestos.

66.  Para persuadir a la clase política hay dos mecanismos: sobornar y amenazar. Procuramos no hacer lo segundo, pero con frecuencia toca.  Vamos a un gobierno y decimos: te doy esto para que te hagas rico y sean ricos  tus hijos y nietos. Y si no lo haces mejor no me preguntes lo que te pasará. Puede ser que aparezcan “suicidios”. Y además de matarte podré decir esto y aquello de ti, porque te hemos espiado por años y tenemos estas pruebas. (A muchos políticos y empresarios o banqueros nacionales les pedimos que se vuelvan pedófilos o asesinos o usuarios de trata de mujeres, y conservamos esas pruebas, para luego usarlas como chantaje para doblegarlos). Si se ponen muy nacionalistas les decimos: lo que hiciste lo dirán los medios de comunicación, de los que somos dueños. La labor de espionaje e inteligencia ha mejorado enormemente con las nuevas tecnologías, pero es muy antigua.
67.  Además de persuadir a las clases dirigentes hubo que educar a la población en una determinada manera de valorar la vida y de comprender la historia, de entender el universo que nos rodea. Fue fácil. Creamos un sistema de reconocimientos intelectuales, académicos, premios nobel, evaluaciones, certificaciones  y validaciones interuniversitarias, escalonadas, piramidales. Nos hicimos  dueños de las universidades más prestigiosas. Todo el sistema universitario, secundario y primario se hizo afín al sistema de gobierno mundial que creamos. Quien no se ajustaba, o era desprestigiado, o moría. Todavía es así.
68.  En realidad, por mucho tiempo, que hubiera más gente en el mundo trabajando para nosotros fue muy conveniente. Mucha gente pagando impuestos para que las naciones pagaran sus deudas a los bancos mundiales nuestros, mucha gente local ayudando a explotar recursos locales que nuestras multinacionales se llevaban para usar en los países industrializados nuestros…todo eso iba bien. Pero suponíamos que los recursos para explotar eran infinitos. Y no lo son. Sale muy caro tener contentos y satisfechos tantos sirvientes, evitar que se salgan de control. Usan energía y consumen alimentos y recursos. Y ya nos hemos cansado de compartir los escasos recursos que quedan con ellos, cada vez hay menos petróleo, menos especies vivas, más plásticos en los mares y botaderos, más basura. No será pronto que podremos explotar los recursos de la luna, marte u otros planetas. Nos amenaza el cambio climático.
69.  Para tener más gente endeudada y trabajando para pagar y sosteniendo nuestro poder habría que depredar más. Es hora de tener menos gente. Y no es hora de revelarles que ya hay métodos para que trabajen menos consiguiendo más fácilmente más energía y con menor daño ambiental, satisfaciendo además sus necesidades igual o mejor que en los países más ricos.
70.  Las economías nacionales ya no se basan en la agricultura y la artesanía, ni en la fuerza muscular de animales y humanos. Al músculo animal lo reemplazó la máquina de vapor y de hidrocarburos, base de la industrialización y de  las economías desde hace dos siglos. Pero la ciencia, la información y el conocimiento mueven ahora las economías industriales mucho más que los hidrocarburos, porque permiten tecnologías mucho más eficientes y limpias. Por eso los nuevos bienes a atesorar ya no son la tierra, el oro ni el petróleo, y ni siquiera el dinero, sino el conocimiento y en especial el conocimiento sobre las futuras y mejores fuentes de energía no contaminantes pero mucho más poderosas.
71.  Antiguamente gobernamos haciéndonos más hábiles, astutos y abiertamente crueles. Creando temor y admiración en nuestros súbditos. El temor a morir o a perder la libertad era el principal valor a adquirir, para ejercer el arte de gobernar. Luego, gobernamos mediante el temor a la bancarrota, y ya no fuimos abierta sino solapadamente crueles, usando bancos, políticos y naciones títeres. El dinero fue inventado para ejercer la amenaza de pobreza. La ignorancia de nuestros sirvientes sobre nuestra existencia tras bambalinas era el principal valor a adquirir, para ejercer el arte de gobernar por medio del dinero y del miedo a perderlo. El valor que nos interesa ahora no es el dinero, este solo es un medio para atesorar conocimientos que nos hagan más y más poderosos. Conocimientos sobre cómo controlar más y mejor a nuestros sirvientes y a la naturaleza. Estamos descubriendo mejores formas de controlar a nuestros sirvientes que mediante el sistema financiero. Será mediante la ingeniería social, sicológica, informática y genética.
72.  El dinero lo producimos nosotros obligando a todos a que no puedan imaginar otra forma de vivir que debiéndole dinero a alguien. Creando la ilusión de que lo que produce el trabajo humano es el dinero que les prestamos para trabajar y obtener, y no los conocimientos ni las personas ni los recursos naturales y las fuentes de energía que provee la naturaleza. Y los sirvientes podrían darse cuenta.
73.  Ese es el problema, que la naturaleza no le debe dinero a los bancos. Y que los sirvientes se reproducen naturalmente. Por eso hemos ideado maneras de que la naturaleza sea propiedad de los bancos, mediante patentes de semillas, de ADN y genoma animal y vegetal, de plantas y animales modificados de tal manera que no puedan alimentarse ni reproducirse sin los herbicidas, abonos y alimentos que nosotros diseñemos, con patentes de exclusividad a nuestro nombre sobre toda la cadena.
74.  Y muy pronto patentaremos ADN humano, que solo sobrevivirá, será mejorado o será controlado mediante tecnologías genéticas que nosotros diseñaremos y patentaremos a nuestro nombre. Alguien nos ha propuesto inocular vacunas genéticas a todos los sirvientes, con la excusa de que es una vacuna contra alguna pandemia, para modificar el ADN de los sirvientes de tal manera que no sobrevivan, sean útiles a sus países ni trabajen bien a menos que nos compren algún otro antídoto que les hayamos diseñado previamente. Como cuando las semillas se vuelven incapaces de producir, cuando den frutos, semillas que puedan crecer, gracias a las modificaciones genéticas que les hacemos, a la vez que nos volvemos dueños de las únicas semillas que sí son capaces de crecer.
75.   Hemos observado intentos de independencia respecto a nuestro sistema financiero. Los hemos visto. Lo han intentado algunos países petroleros, que se han envalentonado contra el sistema financiero. Y lo podrían intentar con nuevas tecnologías de producción de energía sin base en el petróleo, que les daría autonomía  a muchos países, si además desarrollaran la ciencia y la tecnología necesarias, lo que no es difícil ahora que la información científica se encuentra por todas partes, en internet. Esto hay que evitarlo. Si se inventase ( o ya se inventó, pero no permitimos que se divulgara) una forma de obtener  energía muy potente y sin hidrocarburos ni empuje mecánico, ese invento debería permanecer en secreto, para que nadie objete el sistema financiero queriendo volverse autónomo. La energía libre, por eso mismo, es algo que nosotros afirmamos que no puede existir jamás.
76.  Hay cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravedad, electromagnetismo, interacción fuerte e interacción débil. Las nuevas ciencias y tecnologías se basan en el conocimiento y uso del electromagnetismo y las energías nucleares (la fuerte y la débil). La informática, la cibernética, la robótica, la inteligencia artificial, los computadores cuánticos, la ingeniería social y la ingeniería genética nos harán cada vez más sofisticados, poderosos, imponentes, saludables, longevos y hasta quizás inmortales. Hasta podremos potenciarnos como organismos Cyborgs, mitad orgánicos y mitad informáticos. Ya hemos pensado a veces que somos de hecho una especie humana diferente y superior a la de los que nos sirven. Y que ha llegado la hora o de prescindir de nuestros sirvientes, o de modificarlos genéticamente para que se supediten y nos obedezcan mejor, o de reemplazarlos por inteligencias artificiales y robots hasta donde sea posible, hasta cuando se necesite y en la medida en que sean imprescindibles. Pero pronto serán imprescindibles si avanzamos más rápido. Posiblemente crearemos en el futuro niveles de longevidad, salud, inteligencia y tecnología acordes a cada estrato de la pirámide del mundo; mediante ingeniería genética y social que nos permita controlar y vigilar a la menor cantidad de gente que se necesite para progresar al mayor ritmo posible en niveles de felicidad, poder, placer y salud muy altos para nosotros, los que hemos nacido privilegiados, los escogidos para seguir, como desde hace milenios, los superiores,  en la punta de la pirámide.
77.  Cada vez que ha surgido una nueva tecnología revolucionaria ha pasado poco tiempo para que la disfruten las mayorías humanas. Da poder. Sirve para construir o para destruir. Cualquier tecnología apoya la vida o la destruye. Hemos controlado le energía nuclear en lo posible. Cuanto mayor el poder de una tecnología más peligroso es que lo tenga también el enemigo. Lo importante es impedírselo, como se viene haciendo de parte de los países con energía atómica y armas atómicas hacia los países sin ellas. Si se impidiese que los potenciales enemigos tuvieran el conocimiento científico de esos grandes poderes, mejor. Si hubiese un poder tecnológico mayor que el que tiene la energía nuclear, debería guardarse en secreto.  Si se hubiese descubierto una forma de obtener energía libre y muy eficiente, top secret.
78.  Hasta ahora la humanidad no ha creado ciencias basadas en el conocimiento y uso de las leyes naturales asociadas con la gravitación, la gravedad. O no lo ha hecho públicamente. Si hubiese tecnologías para dominar la gravedad de los cuerpos, su peso, y para reducir a cero la resistencia del entorno al movimiento de un vehículo desprovisto de peso, esto sería una revolución en transportes, ingeniería y exploración espacial. No sería conveniente que los sirvientes las conocieran o dominaran.
79.  Nuestra más moderna herramienta de manipulación social se llama implantación de primado negativo. Hay que adelantarse a las sospechas de tus sirvientes, presentándoles como ficción risible y ridiculizable sus sospechas, antes de que las tengan. Es mucho mejor que ocultarles nuestro modus operandi, hacerlo explícito, a modo de ficción risible. Que lo clasifiquen como ficción, para que cuando a alguien se le ocurra denunciarlo, dicha persona sea clasificada como delirante. Permitimos que haya figuras públicas delirantes por eso mismo. Los conspiracionistas son nuestros aliados. Trabajan para nosotros haciendo su trabajo de manera tan ridícula que nadie la pueda tomar por cierta. Nos gusta en especial cuando tienen bajo nivel cultural, hablan de manera poco elegante, se parecen a adivinos y magos de feria, o ganan mucho dinero por su trabajo publicando libros y dando conferencias, o luciendo despeinados y extravagantes en las series de televisión documental conspiracionista que nosotros mismos les hemos reservado. De vez en cuando destapamos algún escándalo que los haga avergonzar ante la opinión pública. Nuestros medios de comunicación les dan su lugar, en la franja de entretenimiento. Hasta hemos convertido antiguos canales de historia, muy académicos, en canales de entretenimiento ficcional. Permitimos y fomentamos el conspiracionismo de baja calidad, porque nos invisibiliza. Pero cuando una persona seria y respetable inventa algo que hemos prohibido, o afirma algo que no debe saberse…
80.  Otra forma de implantar un primado negativo es mediante el cine, la ciencia ficción, la parafernalia metafísica, esotérica y espiritual, creando tal mescolanza de hipótesis locas que todos los sirvientes queden desorientados y desconcertados, incapaces de discernir verdades de mentiras. Mezclar ficciones de baja calidad y muy risibles con hechos reales y secretos es la mejor manera de proteger secretos. Se llama desinformación. Queda a tu juicio relacionar esto con la ciencia ficción, matrix, películas de misterio, películas sobre ovnis y aparatos antigravitatorios, extraterrestres, civilizaciones hundidas, élites mundiales pedófilas, satánicas y sexualmente perturbadas, sacrificios humanos, etc. Cuando oyes todos estos términos, por supuesto, te pones confuso. ¿Ves cómo funciona? Revolvemos asuntos que clasificas como reales con asuntos que clasificas como ficcionales, y entra a jugar tu miedo a estar volviéndote loco, paranóico, a punto de ser objeto de burla de parte de quienes te rodean. O encerrado en un manicomio. Resuelves ese miedo colocando cualquier hipótesis en la categoría de ficción, que es donde las personas que te aprueban las colocan. En vez de investigar, te diviertes con la hipótesis. Allí queda todo. Hay mucha gente que realmente perdió la cordura creyendo tonterías. No quieres ser uno de ellos. Pero sobre todo no quieres creer que todo lo peor pueda ser cierto. Sería demasiado doloroso. Si nosotros somos lo peor que hay, no quieres saberlo.
81.  Sabemos que hay vida espiritual, pero no somos sus aliados. Somos aliados de otra cosa. Preferimos que la gente confunda la vida espiritual con la religiosidad barata. Le gusta y tranquiliza mucho a nuestros sirvientes.
82.  A propósito de tranquilidad, hemos desarrollado muchas metodologías para dopar a los sirvientes. Sirven mejor así. Que no estén muy despiertos, para que no se envalentonen, ni muy dormidos, no sea que no puedan trabajar para nosotros. Dopaditos mejor. Métodos: fluor en el agua potable y las pastas dentales, porque inhibe la actividad de la glándula pineal. Pornografía, porque desvitaliza y reduce la actividad crítica. Ludopatías, casinos, adicciones en general. Televisión es lo mejor, noticieros es su cúlmen; y en entretención, redes sociales y teléfonos celulares para nutrir la ilusión de la importancia personal. Sobre todo para estimular y aconductar al cerebro a las soluciones inmediatas y las respuestas fáciles. Para filosofar o adquirir capacidad argumentativa y crítica se necesita tener paciencia, esperar soluciones a largo plazo, darse tiempo. El aprendizaje se ha logrado ralentizar mucho en cosa de décadas, -pregúntale a un educador qué tan bien escriben y leen sus estudiantes, hoy , comparados con los estudiantes que tuvieron o fueron ellos mismos hace cuarenta años. Ahora estamos invirtiendo mucho en investigación sobre el cerebro, porque hay zonas específicas que nos conviene desactivar,  y  hasta quizás vacunas genéticas que podemos implantar para lograrlo. Vacunas con nanotecnología robótica molecular, capaz de desactivar la zona cerebral del pensamiento crítico, la creencia en un principio superior, el apego por las fuentes de placer diseñadas para sirvientes a modo de salario.
83.  Nos disgusta el dinero en efectivo. No es fácil seguirle la pista. Con dinero digital es mejor, porque hay puertos electrónicos de origen y destino de las cifras: cajeros electrónicos, cajas registradoras digitalizadas, datáfonos. Si logramos que nada se compre sino en dinero digital, nadie podrá adquirir servicios ni productos sin que lo sepamos, o lo podamos impedir -dado que no se comporte como queremos. Si mejoramos las redes digitales con antenas 5G, eso sería lo máximo. Si reforzamos el seguimiento del dinero digital con espionaje individualizado con cámaras de reconocimiento facial, de retina o de huella dactilar, como ya ocurre en China, mejor. Si obligamos a las naciones a que lo impongan, perfecto. Pero ¿Cómo? Pues llevándolas a la bancarrota, quebrando las bolsas, recomprando todos los activos a bajo precio, ofreciendo refinanciación con más déuda y poniendo como condición el seguimiento pormenorizado e individualizado de cada sirviente, mediante localización con GPS y satelital de sus movimientos, monopolio del dinero digital e identificación de sus gustos, preferencias, billetera digital, caja menor y cuentas de ahorros, temperatura corporal, bioquímica de su cerebro y estados anímicos. Ya hemos ido preparando a todos para aceptar que no es tan grave que ocurra, mediante películas. Y ya viene ocurriendo, porque los investigamos haciendo que lo revelen todo sobre sí mismos en redes sociales, los rastreamos con localizadores en sus móviles, y les administramos su dinero digital.
84.  Pero mejor sería si llevaran el dispositivo de seguimiento, que a la vez será su billetera digital, su detector de bioquímica cerebral y su certificado de conducta no criminal, a modo de chip. Presionaremos para que se considere conducta criminal no recibir el chip en una vacuna que venderemos para curarlos de alguna pandemia de alto contagio, como de alguna gripe. Repitiendo  como loros que es una pandemia muy grave, lo creerán y correrán a vacunarse. Si necesitaran refuerzos “farmacéuticos” para comportarse como queremos, ese chip nos enviará la información, y será a la vez la condición para que puedan comprar cosas y sobrevivir, o no poder hacerlo. Dictaminaremos nuevas definiciones de conductas criminales, para que poco a poco obedezcan más normas. Será importante que la epidemia u otra estrategia los confine territorialmente. De ese modo serán ubicados y conducidos más fácilmente a los lugares de vacunación. Puesto que una pandemia o supuesta pandemia se propaga mejor si la gente se moviliza, crearla o inventarla será una buena excusa para confinarlos. Y si luego de propagar un virus sintético y alarmar a los sirvientes les vendemos la vacuna con el chip al mismo tiempo que les causamos la quiebra…

III-               Antídotos para el modus operandi del temor

Ya lo sabes. Conoces el veneno. Ahora toma el antídoto. Pasa a la acción. Inclusive si no fuera cierta ninguna de las hipótesis aquí planteadas, sería estupendo que aprendas a volverte autosuficiente, independiente del sistema económico que te quita tu tiempo y energías para tener calidad de vida. Huye al campo o a lugares sin mucha infraestructura  dependiente del dinero, y haz redes de apoyo solidario. O aprende cultivos urbanos y consigue autosuficiencia energética y alimentaria. Hazte a un refugio habitable.
Ahora reconozcamos las principales herramientas del amor.  Son exactamente las que trascienden y superan las herramientas del temor. Hay trucos para lo uno y para lo otro. Pero los trucos del amor no son lo opuesto a los trucos del temor. La lógica de los opuestos es la lógica misma del temor. Odiar el odio no lo disminuye, sino que lo incrementa. Hacerle la guerra a la guerra no es sabio. Fíjate en la política: los de ultraderecha son los mejores aliados de la ultraizquierda,  y viceversa. Polarizar es lo que hacen quienes se llaman a sí mismos “amos”, para llamarte “sirviente”. No eres lo uno ni lo otro. Eres algo mejor. No polarizarás con ellos.
Antídoto a la parálisis que te puede haber causado leer todo esto: compartirlo con personas que consideres igual de inteligentes y mentalmente abiertas que tú, o más todavía. Pedirles su opinión.
Antídoto del miedo: prácticas diarias y ojalá grupales, meditativas y de oración basadas en la canalización del amor y del silencio interior. Aléjate de personas que tengan ataques de pánico, o que estén pasando por una crisis aguda de negatividad o pesimismo, odio o emociones muy negativas. Luego, mide fuerzas a ver si ya puedes ayudarles.
Antídoto de la desesperanza: si crees que ya triunfaron los poderosos, es porque no conoces sus debilidades. Ni ellos mismos las conocen. Pero ahora te las hemos revelado. Un nivel vibracional elevado siempre triunfa sobre un nivel vibracional más bajo, aunque parezca lo contrario de vez en cuando. Es una ley de la vida, en todas partes.
Antídoto de la ignorancia o negación de la existencia posible de una lógica del dominio: estudio reflexivo, paciente, de repetidas lecturas, personal y grupal, de las hipótesis criminalísticas aquí mencionadas, buscando correlacionar los hechos históricos y evidencias con las hipótesis. Evita el sectarismo, usa la lógica,diferencia la conducta paranoica de la sospecha inteligente, e identifica las técnicas de control mental con las que opera el dominio.
Antídoto del dinero: el trueque, y monedas locales con respaldos reales en valores de supervivencia intercambiables.
Antídoto al odio hacia personas poderosas, autoritarias e ignorantes que te subyugan: identificar a las personas poseídas por la lógica del miedo como víctimas  del desamor igual de sedientas de amor que tu. Ellas existen porque son reflejo de ti. Es muy poco inteligente buscarlas para sermonearlas y esperar que cambien. Tampoco puedes destruirlas, porque lo que persevera en ellas es su lógica del poder del temor, que transmiten a quienes les suceden. Si tu te transformas en amor ellas desaparecen.
Antídoto del temor a la quiebra: conciencia de abundancia. Investiga de lo que se trata este término.
Antídoto del miedo a la enfermedad y a la muerte: conciencia de tu propia alma, que es eterna, mediante prácticas espirituales personales y grupales.
Antídoto del miedo a las autoridades policiacas y judiciales fieles a las políticas de los “amos”: solidaridad social sincronizada, sorpresiva y discretamente planificada.
Antídoto a las fechas de inicio de las nuevas normas de endeudamiento mundial: renuncia definitiva, solidaria, universal, preparada y sincronizada al sistema financiero mundial en calidad de usuarios del mismo.
Antídoto a la posibilidad de que la vacuna contra el coronavirus contenga ya el chip de identificación mundial: creación de grupos de investigación del contenido de la vacuna,  libres de interés, chantaje o manipulación.
Antídoto al miedo del momento de ejecución obligatoria del chip personalizado mundial de identificación: creación y diseño de grupos de supervivencia solidarios.
Antídoto de la violencia que ejerzan las autoridades locales o mundiales: desobediencia civil social solidaria
Antídoto del miedo al ridículo por sospechar de la existencia efectiva de una lógica del miedo: autoaprobación, creación de y participación en grupos que te aprueben.
Antídoto de la instauración de una red digital y satelital omnipresente de control social: creación de una energía capaz de ser emitida, que apague la red y la destruya.
Antídoto de la dependencia de las fuentes de energía necesarias para sobrevivir y vivir con comodidad: instalación y uso de fuentes de energía alternativas a las que proveen las autoridades fieles al dominio. Investigación sobre energía escalar, energía libre, Nicola tesla.
Antídoto de la dependencia de semillas que son monopolio del dominio y de productores agrícolas: acopio de semillas no modificadas genéticamente. Aprendizaje de prácticas de cultivo orgánico y permacultura.
Antídoto de la impaciencia durante las épocas de resistencia: El dominio no tiene poder si TODOS  resisten desde el mismo momento, sincronizadamente, planificadamente, sostenidamente, practicando e invocando amor, solidariamente, entendiendo que no vale la pena vivir sin libertad. Eso crea confianza en que caerá bajo su propio peso y eso induce paciencia. El período de resistencia no puede durar mucho. Sin sirvientes, no sobreviven los amos.
Otros remedios:
Para ver las cosas desde muchos puntos de vista, jerarquizados y valorados, Lecturas: cultura alternativa, exopolítica, sicología transpersonal, medicina alternativa, economía solidaria ,metateoría AQAL, OCON.

Recuerda

Es necesario y urgente crecer en conciencia de amor por toda la vida en todas partes. La evolución planetaria pasa por un punto crucial que requiere como nunca tu participación personal, voluntad firme e introspección a fondo acerca de las áreas sicológicas oscuras, reprimidas de tí mismo, que no son agradables de reconocer pero gobiernan sin que lo sepas mucho de tu conducta pasiva o activa. Hay cosas que permites que ocurran a tu alrededor para seguir en tu zona de confort, a las que te ciegas porque pueden ser demasiado dolorosas. Llevan a tu conducta pasiva, todo lo que no haces, no piensas, no investigas y prefieres no saber, para permanecer ingénuo sobre las fuerzas que se oponen al amor. En realidad nada se opone al amor, porque el amor todo lo logra y siempre triunfa a la larga, debido  a que la vida se nutre de amor y es lo único real. Lo irreal no puede prevalecer sino de modo efímero, es sintético, ilusorio, falso.

Puedes motivarte a sentir amor sin conocer la lógica que opera en sentido contrario, la lógica del temor. Sí, sí puedes y debes. Una vez que pierdas tu inocencia infantil entendiendo lo que te vamos a revelar a continuación, debes “olvidar” lo que entendiste para no permitir que te perturbe de nuevo. Te perturbará provisionalmente para que pases de la inocencia cómplice a la inocencia adulta de un constructor de amor. Lo que oirás es muy perturbador, hiere el corazón. De ser completamente verdadero lo que aquí se plantea, es muy triste. Debes saberlo y luego, sin duda, no volver a pensar en ello. Pero es indispensable que conozcas la lógica y los falsos poderes que rigen tu mundo geopolítico, según lo que se puede sintetizar hoy en día por medio de un poco de investigación en internet, de fuentes creíbles.
Lo sentimos mucho por ti. Es hora de que despiertes y trabajes con más esmero por hacer lo que se llama “masa crítica” para el despertar colectivo urgente que se requiere. Si puedes trabajar con mucho más esmero que ahora, dedicando tu vida principalmente a crecer en amor incondicional, desde ahora mismo, no necesitas leer esto. Pero es muy probable que no  hagas prioritario trabajar por el cambio planetario transformándote radicalmente si no te enteras del “modus operante” que se nutre de tu comodidad e ingenuidad para seguir adelante con sus planes de prolongar lo que no es real, sino sintético, porque no procede del amor, sino de su inexistencia.
Los agentes de esta forma de obrar simplemente son seres dormidos. Sufren enormemente porque no se sienten con el poder interior para saltar al vacío del amor, poniendo en riesgo su estatus, dinero, poder, prestigio y estilo de vida. Creen que no hay amor del otro lado, que pueda recibirlos, y la cobardía los consume. Tú no eres uno de ellos. Ellos no deben ser objeto de odio. El odio es eso de lo que se alimenta su lógica. Deben ser despreciados, ignorados, desobedecidos y desatendidos simultáneamente por una masa crítica primero, y luego por toda la humanidad, para que ocurra la transformación deseada. Y primero debe ser comprendido su modo de actuar y pensar.


Que haya amor


anexo 1 por fernando baena


Lista de chequeo para el debate entre oficianoicos y conspiranoicos


Inventario de argumentos que hacen plausible que esté ocurriendo lo peor para la mayoría y lo mejor para la minoría, y listado de razonamientos que tendría la minoría si así fuera.

·       Hay mucho dinero en pocas manos en este planeta.

·         Hay mucho poder decisorio en pocas manos en este planeta.
·         El dinero da poder y el poder da dinero en proporción directa y geométrica.
·         El poder de influir en la opinión pública y en las mentes humanas con medios de comunicación efectivos es un tercer poder tan importante hoy como el poder del dinero y el del poder político.
·         El cuarto poder ha sido también el genealógico o heredado, ya se trate de apellidos o de reinados, o de patrimonios. Y la sensación de superioridad social se ha heredado también entre las élites.
·         El quinto poder es el del conocimiento científico, pues poder manipular tecnológicamente a la naturaleza y al ser humano es útil para crear bienes y servicios, y para la publicidad, la manipulación de electorados y de masas.
·         El sexto poder es la información veraz  acerca de las conductas humanas, para la regulación ética de las conductas de quienes tienen poder, de parte de quienes velan por  la universalización de valores como equidad, justicia y prosperidad.
·         El conocimiento se ha generalizado gracias a internet. Esto puede darle poder a grupos que no pertenecen a  la élite.
·         Esto puede no agradarle a algunos miembros de la élite, que podrían pensar en crear información falsa,o fomentar o permitir que haya poca o ninguna información veraz sobre las conductas de quienes tienen poder y que haya poca información científica y tecnológica que les conviene atesorar y no compartir.
·         A la élite le gusta reunirse con la élite y reproducirse cultural y biológicamente, endogámicamente, para preservar su poder y privilegio grupales.
·         Es más fácil gobernar tras telones que sobre el tablado, a la vista de todos.
·         Es mejor tener poder sobre los actores visibles del poder que ser unos de los actores visibles, y estar sujeto a críticas. Por eso es mejor ofrecer poder a todos los bandos a los que los actores visibles pertenecen en el teatro democrático, monárquico o hegemónico de cualquier poder visible.
·         Todo lo anterior ya ha ocurrido en mayor o menor medida en la historia humana. Y ya hubo planes de lograr poder total sobre el mundo conocido, desde Atila y los Cesares hasta Alejandro Magno y Adolf Hitler.
·         No hay nada radical que se haya hecho para evitar que siga ocurriendo lo mismo, excepto la revolución francesa y el pensamiento moderno europeo, la revolución rusa y el comunismo chino y otras revueltas populares.
·         Conforme avanza la tecnología se sofistica y potencia la capacidad de dominio potencial de las élites que quisieran repetir la historia. Sería ingenuo creer que no ocurrirá de nuevo.
·         Las democracias ya son controlables mediante fake news y compra de los medios de información y publicidad, sobornos, etc. No presentan demasiado peligro para las élites activamente interesadas en el poder, gracias a las tecnologías de manipulación cultural y mental, que presentan ideales de felicidad que ya se ofrecen efectivamente a las masas de países comunistas y capitalistas.
·         Pero ofrecen algún peligro aun para aquellos que de las élites se interesan por no perder, o aumentar el poder que ya tienen.
·         Posibles ideas que las élites sostienen:
o   El planeta se enfrenta a una crisis ecológica y energética futura. No es sostenible ni con la población actual ni con una mayor.
o   Ya tenemos comprados a la mayoría de los seis poderes. Ya podemos hacer pruebas eugenésicas o eutanásicas masivas.
o   La misma cantidad de recursos hace más rica y cómoda la vida para una menor cantidad de personas que sea capaz de sostener el mismo estilo de vida o mejor que el que tienen los que mejor viven.
o   Van a sobrar personas si queremos gastar menos energía y depredar menos el planeta para vivir igual de bien o  mejor que como vivimos hasta ahora los que mejor vivimos.
o   Si sostuviéramos el nivel de vida que tenemos, con menos gente aspirando a enriquecerse demasiado, sería más fácil tener contenta a menos gente rivalizando por tener poder, que a una mayor cantidad.
o   Reduzcamos la población gradualmente, o a un ritmo que convenga de acuerdo a la urgencia de no llegar a un punto de no retorno en la explotación de recursos terrestres.
o   Si lo hacemos con sutileza y lentitud, sería mejor que si lo intentáramos con descaro y rapidez. Evitemos los daños nucleares e infrinjamos daños que ya sepamos que podemos evitar en nosotros mismos.
o   El problema de tener que reducir la población es que no nos quedemos sin quien pueda servirnos. Hay que sostener una cantidad útil de población servil.
o   Si robotizáramos la producción de bienes y servicios haríamos menos necesaria la existencia de muchas personas que saldrían sobrando de la cadena productiva y lograríamos reducir la población.
o   Si optimizáramos las inteligencias artificiales y las tecnologías para volvernos más inteligentes  los que tenemos privilegios, y si estuviéramos mejor informados sobre todo cuanto ocurra en este planeta, diagnosticaríamos  mejor, más detallada e individualmente y más oportunamente lo que ocurre con personas y grupos que puedan estar interesados en competir con el poder que nosotros tenemos.
o   Hay que correr a mejorar y sofisticar las tecnologías de información, vigilancia, diagnóstico, control y represión sociales; no sea que  grupos poblacionales rivales puedan competir por recursos y poder con nosotros.
o   Hay que hacerlo discretamente pero con celeridad.
o   Controlar mediante el temor es más fácil que mediante el adoctrinamiento.
o   El mayor terror que tiene el ser humano es el de enfermar y morir.
o   La medicina se encarga de tener el poder que le da el conocimiento sobre la enfermedad, la muerte y la cura. Se le obedece más rápido al médico que al alcalde.
o   Hay que tener el poder sobre todo lo relativo a la salud y mejor si es un poder global. Inventemos una organización mundial que monopolice el criterio sobre lo que enferma y cura: la OMS. Tengamos cada vez mayor poder sobre ella.
o   Hagamos pruebas piloto para confirmar el nivel de pasividad y gobernancia que podemos tener hoy en dia con el poder que tenemos ganado hasta ahora, mediante una pandemia real o mediáticamente exagerada.
o   Saturemos o pixelemos mejor la información que tenemos, mediante un sistema de información de hipervigilancia, como el que nos brinda la 5G. No es suficiente con haber perfilado los intereses e ideologías de millones de personas con Facebook y redes sociales varias.
o   Si la 5G causa patologías, hagámosle sombra con las patologías de la pandemia y atribuyámoselo a la pandemia. Si no las causa igual hay que implantarla.
o   En la medida de lo posible, que lo gobiernos menos informados e ingenuos actúen por convicción y no por conocimiento de nuestros planes, apoyando nuestros planes, para lo cual es mejor poner de por medio a la OMS.
o   Si se filtra la información, ridiculicémosla o ataquemos con desinformación, o hagámosle mala propaganda creando nosotros mismos diversa información conspiranoica fácil de desmentir.

anexo 2 por Fernando baena

Sin brújula pero con mapa
 Reflexiones sobre la pandemia
Por Fernando Baena Vejarano*

No se trata ya de buscarle su lado bueno a la pandemia para practicar resiliencia con el “Coaching” de  moda, ni de entender cuáles sean sus causas, culpables, consecuencias y soluciones; sino de comprender qué significa todo esto en medio del paisaje histórico. Necesitamos una brújula, pero el maremágnum de la mar revuelta no nos permite encontrar una. Quiero, como todos ustedes, entender lo que nos pasa. Tengo muy claro que el suceso es colectivo y que nos acucia una pregunta gigante y común, mas global que nunca. Nos gustaría que este revolcón semejante a una guerra mundial ocupara un lugar en su contexto, es decir, que tuviera algún significado; que no fuera simplemente un azar ciego, un golpe de dados caprichoso o deliberado de la biología. Que tuviera un sentido, por lo menos retrospectivo.

El sentido anticipado de las cosas es asunto de profecías, es terreno resbaloso. El sentido retrospectivo es la consolación para la que se inventó la disciplina de la historia, esa seudociencia que nos pone cada suceso en un lugar tal que todo parece que estaba planificado para que las cosas fueran como efectivamente se dieron. La Edad Media tenía que darle paso al Renacimiento por tales y tales razones que a su vez le dieron lugar a la modernidad y a la postmodernidad, etcétera. La historia es una ficción que nos permite aceptar lo que, sin saber si formó o no parte de un plan superior, de alguna voluntad divina, parece haber tenido que ocurrir tal como pasó. Nos permite ir de la negación, de la frustración, de la evasión, a la aceptación ilusionada de lo ocurrido. Fuerza lo ocurrido a que encaje. Mas o menos como lo que hacen los intérpretes de Nostradamus con sus cuartetas.

Si el virus tuvo autores asesinos, si fue una maniobra geopolítica china o norteamericana, si es una pieza del rompecabezas de un complot supremo por el control completo sobre las voluntades humanas…no lo sé, no puedo saberlo. Ya he perdido mi tiempo lo suficiente, aliándome con unos creyentes y con otros, pasando del optimismo espiritual sobre la gran oportunidad que se nos presenta para dar un salto sociopolítico evolutivo que yo mismo he predicado intentando auto convencerme, al pesimismo delirante y paranoide que induce a noches de insomnio en las que somos testigos todavía de la batalla entre ángeles caídos y legiones de luz fieles al salvador del mundo.

Me quedo sin piso. Si hace dos décadas tenía noticias compradas al antojo de los dueños del capital, de  los dueños de noticieros y editoriales, por lo menos contaba con un consenso general, un pastel horneado de mentiras cocinadas con los ingredientes de unos mismos hechos. Pero con el auge de las falsas noticias y las redes sociales, la desaparición de la diferencia entre la verdad y la mentira, la multiplicación de la voz periodística en las voces de cualquier mitómano con ganas de divertirse y de los muchos que necesitan likes y seguidores para lucirse como youtubers, el pastel se diluye. Lo fáctico desaparece en su libre invención. La representación fotográfica, lingüística, documental y audiovisual deja de ser fiable con la aparición de aplicaciones para el rediseño perfeccionado y ultrarealista de cualquier imagen, secuencia, montaje o suceso. El periodismo gráfico se vuelve indistinguible de la astuta manufactura con photoshop, la simulación de voz  y de movimiento gráfico tridimensional se perfeccionan al límite, la versión del poseedor del poder se impone y la credibilidad se vuelve imposible. Pero ya a nadie le hace falta. El narcicismo de la autofoto suplanta la necesidad de objetos históricos conocidos. El sujeto se hace dueño de la noticia: lo que se le antoja, lo que opina, lo que hizo para escandalizar, -sinónimo de existir- suplantan la realidad sobre la que anteriormente se debatía. Ya no hay debate. ¿Sobre qué podría debatirse, si ya no hay realidades consensuables, sino subjetividades que deciden al capricho de los días lo que tienen derecho de inventar, periodismo prostituido a sueldo, seudorealidades amparadas por un subjetivismo radical y una ontología ilimitada de lo imaginario?
La identidad desaparece, o se vuelve infinitamente mutable. No solo la identidad del mundo social que se desea alcanzar, porque la utopía se transforma en la multitopía plural, vertiginosa, de las dispersas comunidades que se empeñan, cada una, en defender sus mundos posibles, con sus nuevos sujetos mutables. El pluralismo moderno cedía el paso al pluripluralismo postmoderno. Ya no solo se podía escoger ideología, creencia y estilo de vida, como en el ideal burgués de la norteamérica suburbial, sino identidad propia, corporal, expresiva y emocional, como en el New York de los años ochentas. Pero la opción tampoco tendría que ser definitiva e inapelable por el resto de la vida. Mutabilidad de las preferencias y derecho a todas: de rol social de género (comportamientos femeninos, masculinos, ambiguos), de fenotipia sexual (cirugía genital, mamoplastia, tratamiento hormonal), de tipología relacional (monogamia, poliamor, anarquía relacional), de identidad nacional (ciudadanía múltiple). Para completar el panorama, mutabilidad orgánica: ser un organismo a base de carbono ya no es un dogma, para la ciencia ficción, cada vez mas cercana, y dando sus primeros pasos, en la neurocomunicación entre lo electrónico y lo orgánico, en la computación de datos, en la multilocalidad virtual del individuo. ”Post humanismo”, lo llaman, como si mereciera eso la segunda parte del neologismo. Mutabilidad temporal, ser mujer la primera mitad de la vida y hombre la otra parte; mutabilidad espacial, no tener lugar de residencia, convertir el hogar en un aeropuerto y el dormitorio en un cubículo de cristal , un ataúd climatizado y oxigenado de una terminal de metro japonés.
La relación con el otro se trastoca, y no solamente como la describió el teórico de la liquidez, sino quizás de un modo más radical todavía. El otro era presencia y el costo de ese valor era su frecuente lejanía. Era sagrado, como María para Efraín, en la novela romántica de Jorge Isaacs. Se podía amar sin tocar, como en el amor de las novelas de caballería y las gestas españolas. Se amaba porque no se necesitaba tocar, -esa era la prueba de amor verdadero-,  pero se anhelaba tocar para poder amar aun mejor. El contacto de piel era posible, deseable, esencial. Pero transmuta también la fenomenología del abrazo. Para hacer presente lo ausente, el teléfono aprende a simular la tonalidad, el ritmo, la pronunciación de las vocales y consonantes, traducidas a impulsos electromagnéticos y vueltas a recomponer como imitaciones de la vibración de las cuerdas vocales en un altoparlante. Micrófono en vez de boca y pulmón. Auricular en vez de oreja. El anhelo se reduce, satisfecho con la presencia de la voz simulada, que hace olvidar el resto del cuerpo, por un momento, por un minuto, por días, semanas y años luego, hasta que se olvida anhelar lo que huele, lo que se saborea o escupe, lo que se acaricia o duele, lo que densifica el mundo: el cuerpo ajeno. Reemplazados ya como conversación cámara a cámara, el rostro y el cuerpo del otro encuentran su avatar en la eficiencia del encuentro: me dijiste lo que querías decirme, te dije lo que quería decirte. La información era todo lo que importaba, o…¿había algo más? ¿Pero qué mas puede importar, sino la información que se transmitió, la brevedad de tiempo con la que se logró, el ahorro energético que se tuvo, evitando viajes físicos innecesarios, emisión de carbono, y consecución de tiempo para otros y muchísimos otros eficientes y brevísimos encuentros? Nada sino la información importa, porque nada sino la información existe, como diría Noah Harari. La historia del universo mismo no es más que una matrix de ceros y unos, códigos binarios que se disfrazaron de genomas que evolucionarán como seres de silicio, y a los que lo mejor que podría sucederles sería quedar sujetos a una inteligencia artificial planetaria, soportada por una superpoderosa red satelital vigilante, juez, policía y legislador operante en una red 5G.
El cuerpo social desaparece, confinados los cuerpos individuales a sus casas, resignados a convertir el encuentro interpersonal en una suma de registros audiovisuales grabables y reproducibles en pantallas ajenas y en la sacrosanta pantalla propia. En el año 2019 las marchas de los chalecos amarillos globalizaban la presencialidad política, revelaban que la complicidad de los medios de comunicación con los poderes dominantes se quedaba corta con la responsabilidad de canalizar el hastío hacia la corrupción, el robo del tesoro público y la sectarización cada vez más descarada de los oligopolios. En el año 2020, gran casualidad de  la historia, gran necesidad de hacer encajar las piezas del relato ¿Cómo no podría surgir el imaginario social de un virus manufacturado, sintético, previsto para difundir pánico en tales casos , prescrito y visualizado con antelación por el conductismo social, el neuromarketing, la tecnologización de las conciencias sofisticada hasta sus límites por las ciencias del consumo, las tecnologías de la manipulación del elector, del televidente, del usuario del celular, de la víctima de la algoritmización de las preferencias, de la manipulación del gusto personal, de la identificación estadística y el seguimiento secreto de las tendencias poblacionales por parte de todas las agencias de inteligencia sobre toda la población mundial carnetizada en las IPS de celulares y PCs? ¿Y cómo saber que no, o que sí ocurrió de ese modo, con esa crueldad, esa vandálica estrategia de ingeniería social, esa astuta respuesta de las élites? Pero con tanto desquiciado construyendo teorías conspirativas mal fundadas, fáciles a la burla de quienquiera que posea una mediana inteligencia, pagados o permitidos precisamente por las hipotéticas agencias conspiradoras, ¿Cómo saberlo?
El resultado, en todo caso, es el mismo. Mueren los cuerpos, porque no se tocan. Cuerpo no tocado es fantasma, y los fantasmas, aunque conspiren, no guillotinan las cabezas de los reyes, que pertenecen, ellas sí, al mundo de los vivos. ¿Cómo podrían conspirar, si solo cuentan para hacerlo con el espacio que les brindan las redes digitales, en las que ya están instalados, probados y funcionando, los sistemas de detección de información de los vigilantes? En las casas de, por ejemplo, los precursores de la independencia americana, no entraban los funcionarios ingleses ni españoles. Los recintos eran infranqueables, porque no había cámaras  ni micrófonos. Eso daba tiempo para estrategias y planes y secretos. A la sofisticación de la inteligencia y la contrainteligencia, revelada por Snowden, cosechada por Assange, nunca se le adelantó alguna cofradía de Hackers, ¿verdad? Pues entonces la insurgencia de quienes creíamos en las libertades individuales, los derechos personales, la vida privada, la expresión incensurable de la vida interior por medio del arte…todo eso….y ya no solo Dios…ha muerto. Ya lo sabíamos, pero la pandemia es su momento más glorioso. Es el inicio de la etapa de la aceptación de la muerte del hombre. A menos que, una vez accesados todos lo rincones, como se hace ya en China, como ocurre ya en una Wuhan infestada de torres  5G; una vez accesadas todas las terminales de celular y de PCs, quede algo para colonizar todavía.  Pero las conciencias se intervienen y se programan, por lo menos estadísticamente, con gran éxito algorítmico, como prueban ya el neuromarketing y la neuroestimulación del elector político. Trump es presidente y los logos de la ropa de marca pagada con mano esclava en barcos gigantes cuelgan de nuestros armarios.
Cuerpos convertidos en fantasmas digitales, mentes convertidas en terminales orgánicas y neuronales de sistemas de cómputo de información, sexualidades transformadas en preferencias y orgasmos a distancia, emotividades traducidas como clubs de encuentro swinger, ideales de pareja servidos por agencias matrimoniales, aplicaciones en el celular para intercambios genitales provisionales, éticas revisadas como listados escritos de derechos humanos. ¿Qué queda por colonizar, o mejor aún, qué hay en el ser humano, que sea en todo caso incolonizable? Si lo supiéramos, tendríamos un nuevo territorio identificado, para tentar a los conquistadores con un nuevo reto. Pero ¿y si el conquistador fuera ciego a ese color, si existiera en él alguna especie de daltonismo? La habitación humana ha sido evangelizada por el televisor, el escritorio por el computador, el oído y la vista por el teléfono celular, el ágora de la polys griega por la publicidad algorítmica personalizada, el ritual religioso por la telemisa, el sermón por el show, el noviazgo por el chat, el acto amoroso por el dispositivo sexual mutuo, de latex, vibrante, operable a distancia gracias a una aplicación que se baja en la red y se compra a domicilio. ¿Queda algo más por digitalizar? ¿El alma?
Con tecnología 5G el supervisor tendrá un millón de ojos en un millón de lugares. Con servidores y satélites ultraconectados a sensores de retina, mas la experiencia y la naturalización justificada de la ubicación oportuna en una pandemia, el gran ojo de horus del billete de dólar podrá demorarse segundos para encontrar a inocentes y a culpables. ¿Desde cuál criterio, inocentes, o culpables? ¿Y por qué necesariamente o inocentes, o culpables, como si no hubiera otras categorías para etiquetar a los individuos, para asignarles una lista de estímulos  y respuestas acordes con su nivel de ajustamiento, nuevas versiones del shock eléctrico y de la galletita estimuladora de los perros de Pavlov?  ¿Y por qué, en general, tener que aceptar que haya que etiquetar, para gobernar? ¿Es que no se puede constituir un sistema de interacciones sociales armónicas sin gobernadores centrales? Las jerarquías se hicieron necesarias para centralizar la toma de decisiones cuando fuimos tantos que ya no podíamos permitirnos el lujo de ser tan lentos y deliberativos, por ya no estar reunidos en clanes pequeños. Feudos e imperios,  monarquías (dictaduras consanguíneas heredables) y presidencias (monarquías provisionales sujetas a elección popular) , gerencias y pirámides organizacionales, son simplemente sistemas de organización de la testosterona, para darle cauce a la satisfacción mal repartida de las necesidades sociales. ¿Fueron eficientes, para proveer felicidad? Muy poco. Tras  las sociedades no tribales surgieron muchas culturas patriarcales, lo que no justifica añorar románticamente un regreso al matriarcado, no menos primario y cruel. Pero ¿Y no se trata, precisamente, de redefinir los fines y los medios? ¿No estamos para eso en un receso reflexivo pandémico? ¿No podría usarse al revés esa misma capacidad computacional para identificar necesidades, soluciones y respuestas inmediatas y justas, ecológicamente proporcionadas a los retos de la supervivencia y satisfacción de la población humana planetaria?
Del alma se ha dicho y se ha abusado. Palabra gastada. Definida precisamente por su inasibilidad, por su carácter no objetivable, por su identidad con el sujeto, con el que no es ni puede ser objeto, merece tomarse como la punta del hilo del que pueda ir desenredándose toda la madeja. Ni la modernidad ni la postmodernidad se la tomaron en serio, pues la guardaron en la habitación de los chécheres de la universidad y de la academia. Se le ve como un trasto viejo de la edad media, una silla victoriana que se guarda en el museo, al lado de las respetables pero irrisorias creencias de tribus africanas ya extintas. ¿Lo es? ¿Y si fuera inexpugnable?
 ¿Veníamos de la etapa de la negación? Tal vez sí.  Pero no entremos en la etapa de la aceptación, sino en la de la inteligente rebeldía. El público promedio del siglo XX negaba ser postmoderno, creía vivir aún en la Europa del siglo XIX, en la preguerra, cuando la familia, el estado y la propiedad privada, el patriarcado del hombre blanco, jefe de hogar,  bastaban para definir la buena vida. ¿Qué eran todas esas otras excepciones, las minorías sexuales, las libertades de la mujer, los descubrimientos de culturalidades no occidentales, las nuevas afectividades? Anomalías pasajeras. Para reemplazar las certezas religiosas de antaño, se hizo el comercio de las nuevas espiritualidades. Oferta y demanda. Para los racismos, xenofobias y opresión de las minorías se decretaron derechos humanos. Todo en orden. Pero no pensábamos que nuestros instrumentos nos transformarían a nosotros. Y lo han hecho. El hierro y la rueda nos hicieron guerreros, la moneda nos hizo comerciantes y el mundo digital nos volvió rostros digitalizados en reuniones por zoom donde , óigase bien, no hay encuentros.  Los no occidentales hicieron mejores capitalismos que el nuestro, no cabe duda; y ya viajan a la luna y hacen armas atómicas. Después de todo, señores victorianos, no eran pueblos tan atrasados  e incapaces de razonamiento científico tecnológico, a pesar de sus ojos sesgados y sus pieles amarillas.
¿Nos permitirá la pandemia pasar de la negación, a otra cosa? Ahora hay también otra forma de negación, que es la idealización de la pandemia, una idealización espiritualizante, sicologizada al punto de transformarla en algo indoloro. Lo que no duele, no existe. Estoy sano siempre y cuando me den mi dosis diaria de morfina. Yo mismo me he adherido a ella, no menos consciente de que se trata de un paliativo, muy conciente de que no puedo vivir sin su dopamina, hasta muy contento de poder transmitir la esperanza que me ofrece mi doctrina, y rehacio a considerarla algo que no pueda tener, definitivamente, algo de sentido, algún asidero en alguna realidad metafísica a la que me he asomado algunas veces, mediante prácticas meditativas. ¿En qué consiste? Todo estaba previsto en una especie de plan divino, que la astrología permite rastrear de manera bastante aproximada. O en una especie de agenda de una hermandad de seres de luz desencarnados, que viene planeando el tipo de dificultades que habrá de experimentar la humanidad para dar su siguiente salto evolutivo. Y la pandemia es por fín el gran momento, la gran lección de la escuela de la evolución de la conciencia que nos estaba esperando desde el incumplimiento de la profecía maya para el 2012, ahora sí por fin cumplida. Los mayas estaban descachados por unos añitos, pero el tejo cayó por fin encima de la mecha. Y se viene la inevitable muerte y resurrección de la especie humana.
No es que no lo crea, sino que soy patológicamente conciente de lo mucho que deseo que así sea. Y quien quiere creer y lo admite, poco puede creer ciegamente, aunque lo intente; así como quien cree porque quiere y no lo admite, ya no sabe que cree porque quiere, sino que se engaña creyendo porque cree que sabe. Así que soy un mediocre espiritual a sabiendas, un filósofo a mi pesar y en contra de mi propio anhelo, un anticlerical moderado, un no católico tolerante, un budista por inclinación (aunque desafecto a sus liturgias) y un tibio creyente de asuntos esotéricos, a mucho honor.
El alma. Sí, puede que sea. Pueda ser que quede un oasis y que  los vigilantes, llámense como sea, estén conspirando juntos o no, aprovechando o no las circunstancias para ahora sí comenzar a conspirar juntos; puede que no sean capaces de comprender ni de tomarse en serio que la contraparte tiene un recurso que ellos ni siquiera sospechan y al que nunca podrán esclavizar. No me voy a negar esa esperanza, cerrando las puertas a lo que puede ser, como lo hace el nihilista, el escéptico, el vanagloriado de su propia superioridad intelectual o el embrumado de relativismo, el enfurecido contra todo asomo de espiritualidad que no perdona los desmanes de la iglesia, como si solo pudiese existir espiritualidad dentro del cristianismo, y  como si no hubiese también focos de verdadera espiritualidad, libre de dogmática, inclusive por dentro de las instituciones protestantes y católicas. Las religiones debieran resucitar de su escándalos, y o morir para dar a luz algo mejor que dogmas y ovejas ciegas a la vida, o volver a los valores primordiales que encarnaron maestros como Jesús o el Buda. El arte, por su parte, ya debiera abandonar sus aires neoburgueses. Ya basta del arte de la queja, el retrato de la barbarie, la denuncia enfadada, la idealización del ser humano degradado  y  la vanalidad de los orinales exhibidos como grandes revoluciones en la historia de la estética. Que propongan algo.
Pero otra cosa es usar alguna receta espiritualista para sostenerse en la etapa de la negación. Sí ha pasado algo, viene pasando, se agravará con la pandemia, se verá como post pandemia y es de un acentuado carácter antihumanista. Por mucha sicología de la felicidad, sicología positiva, optimismo que le pongamos, los mecanismos sociales de control están exacerbados y se exacerbarán aun más. No es improbable que se pongan al servicio de las élites mundiales, de las irrisorias minorías que son dueñas del fruto del trabajo de las inmensas mayorías, de las genealogías que han usufructuado y heredado los frutos del capitalismo liberal y neoliberal, del capitalismo de estado chino o ruso, del comunismo y su falso humanismo. No es tonto pensar que ya ellos son dueños de las estrategias de aconductamiento que nos tienen a millones en nuestra casa por cárcel, no porque el virus no exista, sino porque existe, no porque haya sido manufacturado, sino porque es mucho peor que el del SARS o el ébola por su tardanza en sintomatizarse, su medio de contagio, y su difícil trazabilidad. Ahora el pánico ha funcionado, porque el peligro es real, así haya sido un golpe  de suerte para quienes ya tenían dolor de cabeza con las manifestaciones sociales del 2019. Y si funcionó, funcionará de nuevo. Eso pensarán. Eso dirán, para que permitamos que la vigilancia y el control sean el nuevo negocio de Sillicon Walley y de sus similares en china, ahora que el terrorismo islámico dejó de protagonizar la película del terror. No era lo suficientemente universal. Una pandemia, en cambio sí que lo es. Llega hasta el interior de cada alveolo del pulmón de cada habitante de la tierra. Y no saldremos ganando en libertades culturales, artísticas, espirituales ni en calidad de vida, los que pensamos que la felicidad es un bien que debería repartirse y promoverse mejor, por huidizo que sea.
Somos un sistema vivo, pero sobre todo un canal de la evolución del espíritu. El ser humano no es un sistema mecánico. Chaplin nos lo dijo en su película “Tiempos difíciles”. Tampoco es una matrix  digital, nos lo dijeron en su premiada serie cinematográfica los hermanos Wachowski. El arte siempre lo ha sabido, así la espiritualidad humana solo se lo haya revelado del todo a los ganadores de la lotería del sentido, los místicos, que se cuentan con los dedos de la mano. Comprar espiritualidades baratas para que nos indigesten, palien el peligro o nos faciliten hacernos los de las gafas, es cosa peligrosa. Pero no intentar construir espiritualidades verdaderas es un peligro peor. Es abominable refugiarse en la pequeña consolación de un mundillo personal y familiar resignado, en teleconferencias, a eludir el peso de nuestra época con pasteles de cumpleaños cuyos pedazos nunca llegan a la boca de los celebrantes. Es despreciable resignarse a que la tecnocracia se tome el mando del barco. Y es poco espiritual hacer pose de postmodernidad, y darle la mano a quienes consideran que todo es relativo, menos lo que afirman cuando afirman que todo es relativo y sujeto a la historicidad. Es como decir que todo ha sido colonizado o será colonizado, y que la libertad fue un sueño de antaño al que la gente, cuando madura, renuncia. No todo da lo mismo.
¿Que si hay modelos teóricos fiables, para hacer masa crítica en la historia humana, y promover un nuevo horizonte de sentido? Los hay, se fundan en la sicología evolutiva, se inspiran en la filosofía perenne y nunca antes en las ciencias sociales se tuvo tan claro. No voy a hablar de ellos, para no pasar del tono crítico del filósofo al color esperanzador del estudioso del crecimiento y del desarrollo humano. Pero hay que decirlo en tiempos de crisis. Vivimos, en las disciplinas blandas, un momento de tanta sabiduría que sería comparable a la fractura de la historia de la biología con la teoría de la evolución de Darwin, o a la decodificación del genoma humano. Es un mapa que permite ver luces y sombras de cada etapa recorrida y por recorrer, ventajas y peligros de cada salto que damos en el intento de humanizarnos. Podríamos implementar ya poderosas transformaciones educativas y sociopolíticas, y desperdiciar esos avances sería como dejar a un lado la teoría de la relatividad de Einstein, para no hacer sentir mal a los físicos newtonianos. Sabemos, paso a paso, cómo tiende a mejorar el ser humano  cuando en condiciones ideales se le permite elevar su inteligencia ética, emocional, interpersonal, intrapersonal, existencial y espiritual, para no convertirse en el árbol torcido en el que lo convirtieron los sistemas educativos obsesionados con el desarrollo cognitivo, en desmedro de las otras y no menos esenciales inteligencias. El mundo puede pasar de manos de los comerciantes y de los banqueros, al de los educadores, los amantes, los filósofos, los buscadores espirituales y los artistas. Esta vez no serán quijotes, porque han descubierto lo que los hacía soñar con molinos de viento. Y no por ello quebrarán los negocios ni dejarán de prosperar las empresas. Sobrevivir como especie en este planeta, sin oprimir a las mayorías, sin usar el sarcasmo, sin menospreciar al peatón corriente, sin cuadricular las conductas, puede ser  a mediano plazo también un gran negocio.
¿Hemos dado ya, sin saberlo, las primeras puntadas? Los movimientos neo rurales, las pruebas piloto de economía solidaria, los movimientos pro desconexión de la red, la permacultura son ya los primeros avances de un proceso de reacomodación que vendrá, le convenga o no al sistema bancario y al culto al endeudamiento?  Quien vea por dónde esquivar el iceberg hacia el cual va el barco, que grite. Su silencio sería un delito. Quizás haya muchos pasajeros dispuestos a vocear en coro, que se hagan oír del capitán, y le demos a esta pandemia un giro  a estribor, guiados por alguna brújula que nos permita llegar a puerto.


** Filósofo, novelista, ensayista, sicoterapeuta, profesor de Meditación       Transpersonal.

o   anexo 3 por fernando baena

Los poderes del siglo XXI, explicados por un bufón.

Por Fernando Baena Vejarano

1-      El bufón se presenta.

Como cualquier observador del mundo que no tiene acceso más que a periódicos, revistas y noticias de dudosa calidad en redes sociales, me pregunto qué tipo de lógica rige mi entorno nacional e internacional. Las conductas visibles pueden rastrearse, pero la gramática oculta hay que descubrirla. Ha de haber una lógica perversa tras las bambalinas de las guerras económicas y militares, tras la profunda  desigualdad y el predominio de las prácticas económicas que nos condenan al cambio climático. No creo en un club secreto de malignos multimillonarios que conspiran para apoderarse del planeta, pero sí en una cosmovisión de baja estirpe, en unos lentes que no nos han permitido emprender colectivamente rutas de provecho común, de felicidades compartidas sin soluciones violentas ni mesianismos políticos  sectarios o recetas simplistas.
Alguien me dijo que siguiera escribiendo como quien dice las cosas de manera tan escueta que parece decirlo un niño o un bufón, con completa honestidad  y sin ningún reparo diplomático. Sin tacto y haciendo reír al público. Gritando abiertamente que ese rey está desnudo; ese rey de la fábula, el que salió a la calle con un traje que según su intrépido sastre era invisible solamente para la gente deshonesta, cuando en realidad no portaba traje alguno. Es lo que los intelectuales llaman con sofisticación deconstruir una verdad, revelar una farsa. Por miedo a que me acusen de deshonesto no voy a decir que el emperador porta un lindo vestido. No, va desnudo. Disimula su miedo a que alguien lo diga en voz alta. Siente frío y el astuto sastre no solo miente sino que nos chantajea a todos con su truco de pacotilla.

2-      Seres y cosas para usar

 Dos disciplinas principales que estudian el funcionamiento del mundo se llaman economía y política. La verdad desnuda es que los seres humanos usamos la naturaleza y usamos a otros seres humanos para sobrevivir. Sería mejor pasar del uso al trato, al cuidado mutuo, y para eso es necesario entender primero por qué y cómo, en vez de cuidar del entorno y del vecino, nos hemos aprovechado de ellos hasta agotarlos. Todavía mejor sería entregar la vida propia para servir a la felicidad ajena al reconocer que tu felicidad es la mía porque somos uno y no podemos no serlo, pero la conducta general y mayoritaria del ser humano actual es mas bien egoísta que altruista.
Exhausta se siente la gente de tanta salida en falso; dos guerras mundiales tras la espalda y unos 50 millones de víctimas políticas por regímenes autoritarios en la segunda mitad del siglo XX. Herida de muerte se siente  la biodiversidad planetaria; hace dos siglos existían casi el doble  de las especies biológicas que corren a su extinción hoy. En los años sesentas y setentas surgieron esperanzas de una pronta renovación sobre cómo hacer del mundo un lugar mejor pensado, pero resultó que algunos ingredientes no le sentaron bien a la receta postmoderna:  demasiada ingenuidad, prisa y a-racionalidad espiritualosa,  demasiado ardor político no canalizado hacia transformaciones concretas, no aterrizado  en nuevas y más ecointeligentes formas de hacer empresa, economía, ciencia,  relaciones de género, cultura y política planetaria. Para luchar contra el autoritarismo  se impuso autoritariamente el antiautoritarismo a nombre de lo políticamente correcto, y se volvió imposible discernir lo mejor de lo peor en terrenos éticos, educativos, culturales, artísticos, espirituales y sicológicos. Todo se volvió válido. Pero no todo es válido. Discernir niveles menos evolutivos de niveles más evolutivos es la única manera de subir por la escalera que nos humaniza. La desorientación axiológica fue el autogol que se hizo la postmodernidad.
Como yo lo veo, y para explicarlo del modo más burdo pero pedagógico posible, el sistema económico mundial es un sistema de apuestas acerca de cómo le irá a una inextricable red de negocios empresariales. Cada negocio se basa, o principalmente en la explotación de recursos naturales y tecnológicos, o principalmente en el uso del tiempo, la energía y las habilidades de seres humanos diversamente expertos en ciertas actividades, o en complejas combinaciones de ambos insumos (recursos naturales y trabajo humano -o robotizado informáticamente con trabajo humano-).
Las apuestas se llaman inversiones, -se hacen adquiriendo acciones- y la incertidumbre relativa sobre el futuro es su naturaleza. Son básicamente promesas de prosperidad que se compran y venden, dependiendo de la confianza o desconfianza que  en general  se tenga respecto a ellas. Los recursos naturales son propiedades adquiridas por estados que tienen territorios que defienden por medio de ejércitos armados y sistemas de amenazas armadas potenciales, o territorios que conquistan mediante estrategias diversas: invasión directa, “liberación” simulada mediante  guerras ideológicamente enmascaradas (Afganistán, Irak por ejemplo), invasión diplomática, invasión comercial, cultural e ideológica, etc. El tiempo, energía y habilidades humanas se ponen al servicio del sistema de producción de mercancías usando la imperiosa necesidad biológica de sobrevivir, procrear y experimentar placer.
Los recursos tecnológicos se hacen combinando inteligencia humana y recursos naturales para crear artefactos que explotan, producen  y usan energía haciendo más eficiente el trabajo. Los seres vivos somos sistemas que recogemos y gastamos energía. Para trabajar y conseguir lo que necesitamos hemos usado la fuerza muscular, usado nuestra imaginación creadora y recurrido luego al músculo animal y la rueda; hemos investigado más y encontrado luego el carbón y el vapor, el petróleo y la energía atómica. Mientras más eficiente el método de  consecución de energía más rápido producimos más bienes de consumo para más personas, siempre que sea posible darle mejor alimentación, salud y preparación laboral a más gente que se reproduzca. El crecimiento de la economía se basa en esta carrera exponencial de medición de consumos y la ideología que afirma que ese crecimiento puede prolongarse infinitamente sin efectos colaterales se llama capitalismo. No es lo opuesto del socialismo, que comparte esa expectativa. La aparición de la máquina industrial, el reloj mecánico, la brújula, el ferrocarril y el telégrafo, combinadas con la medicina moderna, los fertilizantes, la imprenta, la colonización comercial y la exploración y explotación de nuevos territorios; todo esto, le dio su venia a la sobre explotación de recursos terrestres que ya llega a su agotamiento. Prevíendolo ya muy tarde nos hicimos la pregunta de hasta qué punto serían igualmente o más eficientes las fuentes de energía no renovables. Resulta que nos enferman menos porque no intoxican el nicho ecológico del que nos alimentamos y al que pertenecemos por esencia, no causan cambio climático, no matan el ecosistema, y resulta que la voluntad política, no ya los conocimientos técnicos, son la gota que se necesita ahora que ya casi se rebosa la copa.


3-Motivaciones

A nadie le gusta morirse de hambre, no darse placeres, no tener máquinas y artefactos que le automaticen una cotidianidad más eficiente, no establecer lazos  de mutuo apoyo y afectivos o pasarla mal. Si presionamos a alguien lo suficiente como para que se de cuenta que la satisfacción de sus necesidades está en riesgo, entonces trabajará; se pondrá en acción para sobrevivir y disfrutar, en vez de decaer y morir. El capitalismo permite que haya miseria y pobreza; de ese modo amenaza a todos para que se alejen de ella, trabajando. El socialismo disminuye esas brechas de diferencia en las capacidades adquisitivas, o las maquilla, o las esconde, o promete que las anulará alguna vez; mientras que intenta motivar al trabajo con argumentos ideológicos moralizantes. No le ha funcionado mucho la motivación moral al trabajo, no tanto como funciona el miedo a la miseria. Ni capitalismo ni socialismo han engendrado sin embargo sociedades felices, aunque se escuden en la promesa de que aun no alcanzan a perfeccionar  sus respectivas lógicas. Quizás lo que ocurre es que sus lógicas siguen sordas a otras, y por eso siguen incompletas.
Además de comida, techo, abrigo, afectos, salud y entretenimiento, a mucha gente la motiva no pasarla peor sino mejor que otra gente, es decir, competir por el éxito, verse por encima en lo referente a la capacidad obtenida para conseguir experiencias y cosas. Hay que estudiar la competitividad como una proclividad humana adicional a la necesidad animal que tiene el homo sapiens sapiens de estar satisfecho biológicamente.
La envidia, la insaciabilidad, la ira, el orgullo, el miedo, la avaricia, la vanidad, la gula, la lujuria de experiencias de todo tipo juegan un papel de la misma importancia que la necesidad  de sobrevivir, cuando se trata de entender las motivaciones que tienen los seres humanos para la acción. La sicología de las conductas políticas es tan importante como la matemática de los fenómenos económicos para entender la caja negra del avión de la actualidad mundial. Y el amor, el afecto, la buena relación con nuestra madre y padre nos harían seres humanos menos caracterizados por los mencionados defectos.

3-      Liderazgos y democracia

Los seres humanos influimos unos en otros. Algunos influyen más, es decir, lideran. Narran, convencen, ideologizan, prometen, venden, presionan, amenazan, meten miedo y hasta paranoia, dividen, polarizan, manipulan, chantajean, moralizan, apelan a fidelidades tribales y valores ficticios, intrigan, usan su oratoria, interpretan a su modo la realidad para diferenciar lo que tiene sentido de lo que no lo tiene. A veces filosofan o investigan con sincero afán de saber; otras veces argumentan nada más para convencer, publicitan, evangelizan. La política es el arte de influir en otros por medio de un variopinto abanico de estrategias para que piensen y hagan determinadas cosas.
La manera de influir los unos en los otros es  crear interpretaciones que parezcan dejar de serlo, para que tomen la apariencia de verdades. Las más primarias de esas interpretaciones se llaman mitos y mitologías, su sustrato arcaico es el pensamiento mágico y su versión mejor acabada es la doctrina religiosa, en especial la de las religiones monoteistas, con sus narrativas etnocéntricas de la salvación. El arte de la argumentación arreglada se llamó oratoria, en ello fueron expertos los  sofistas de la Grecia antigua. Y la filosofía antigua fue el contraataque a la sofística; Sócrates, Platón y Aristóteles quisieron argumentar no a favor ni en contra de los intereses del orador, sino en arreglo a la verdad. La actitud científica fue la hermana gemela de la filosófica.
En el siglo XX quedó claro que, sin embargo, las verdades también son interpretaciones. Hasta los datos y los hechos con los que sustentamos nuestra comprensión del mundo son el resultado de la selección o filtro ideológico del intérprete. Todo intérprete quiere sentir que tiene razón para justificar las ventajas que tiene sostenerse en el poder. Interpretar el mundo para influir en los demás convenciéndolos de interpretar del mismo modo que uno, para que estén de acuerdo con las decisiones que uno tome, se llama política. Hasta interpretar el mundo social como un sistema de interpretaciones es una interpretación. Pero no es una interpretación cualquiera, como las otras. Es una interpretación mejor, porque es pluralismo interpretativo. Es preferible al monólogo interpretativo que quiere imponerse a los demás, es mejor que la ideología que quiere imponerse. Es preferible el pluralismo interpretativo porque  no facilita sino que dificulta el fanatismo político, religioso, deportivo. Se sustenta éticamente. No ejerce violencia ni demerita las razones que tenga al otro. Todavía mejor que el pluralismo interpretativo es  el pluralismo integrativo, o conciencia integral, pero no hablemos de esto por ahora. Solo digamos que el talón de Aquiles del pluralismo es el relativismo radical, el nihilismo, el narcicismo e individualismo consiguientes, y la falta de discernimiento entre lo menos evolutivo y lo más evolutivo, a los que conduce. Pero volvamos al punto, dejemos el trabalenguas.
Las religiones y la política son actividades que nacieron muy hermanadas y por eso el dogma y las ideologías moralizantes son de ambas clases con mucha frecuencia. Stalin era un dios. El papa es un rey. A veces los líderes creen sinceramente en lo que predican que se haga, en las decisiones que proponen que se tomen. Muchas veces no. Los liderazgos pueden perseguir elevados o muy bajos valores morales y espirituales. Hay bellas e idealistas teorías políticas que debieran inspirarnos, como quiso Jean jacques Rousseau. Influir o ser influido no es de por sí negativo, pero es siempre riesgoso. El nivel de sofisticación de las estrategias para influir se ha elevado mucho, y cada vez es más difícil no ser presa de enormes y complejas estrategias mediáticas para convertirse en un juguete de publicistas e inteligentes estrategas, descendientes de la obra de Maquiavelo -ese gran observador de las crudezas humanas, su mentor.
No parece muy saludable esa simbiosis entre religión y política: lo redescubrieron en la edad moderna en Europa; ya lo habían presentido en la Grecia clásica y en las protodemocracias de la India antigua. Demasiada influencia se vuelve explotación, esclavitud, manipulación de los unos sobre los otros. Tener poder es muy adictivo para los que lo ejercen, y muy humillante y generador de violencia reprimida para los que lo padecen.
De los poderes heredados, monárquicos y feudales, de las aristocracias reales de sangre azul y las tiranías celestiales de los emperadores celestiales chinos, la humanidad pasó a probar la pertinencia de los poderes alternantes. Si el poder  corrompe, no le demos tiempo al poderoso de  corromperse demasiado, fiscalicémoslo, limitemos su poderes dándole poder a cuerpos colegiados y  votemos en igualdad cada cierto tiempo por las ideas de alguno otro que quiera hacer las cosas  a su modo. Se le llamó democracia. Suponían sus defensores que cada voto valdría tanto como cualquier otro porque cada votante sería tan juicioso y responsable pensando bien antes de votar como cada otro votante sería reflexivo y fiel al ideal de ponerse a favor de lo que considerase mejor para todos. No era así. No se vota por el bien común sino por el propio, el voto real se hace con indiferencia por la afectación negativa que pueda tener sobre los que no forman parte de aquellos a quienes amo o con los que me identifico. En una democracia se resignan todos a ser gobernados alternativamente por quienes los perjudicarán, por un tiempo, para luego ser gobernados otro período por quienes los beneficiarán, si tienen esa suerte. Como en el futbol. Que los unos sufran para que los otros gocen. Las democracias representativas, necesarias en poblaciones demográficamente numerosas y en sociedades  que requieren decisiones políticas de peritos, no de aficionados, agravan el problema. Aumentan el desconocimiento de los representados acerca de sus representantes. No es posible verificar si son gente honesta, o roban, aquellos que elijo porque hicieron campaña pero no porque pueda dar fe de ellos. Economistas muy agudos, como Daniel Castellanos, proponen no un sistema democrático basado en la generalizada insatisfacción alternativa de las minorías perdedoras, sino en la aceptable satisfacción -menor pero permanente- de excluir sistemáticamente a todos los candidatos e ideas más temidas por todas las facciones representadas.





5-Biología de esa interpretación del valor de cambio, llamada dinero.

Volvamos a lo económico. ¿Qué es el dinero? ¿Por qué parece imposible vivir sin él, o repartirlo más equitativamente, o tan difícil de obtener para tanta gente, -y tan costoso en tiempo que nos quita para disfrutar más los unos de los otros y de la naturaleza-; por qué  parece que somos sus esclavos, por qué da la impresión de que solamente los economistas entienden y pueden entender las “leyes” que rigen el juego que nos está conduciendo al calentamiento global, efecto de una economía basada en el uso de combustibles fósiles que se niega a transitar  con suficiente rapidez a otras fuentes de energía? ¿Por qué puede ponerse en tela de juicio cualquier cosa, menos que sea posible y necesario repensar si la actual manera de vivir basada en la búsqueda de dinero es tan necesaria como respira  oxígenos y beber agua? ¿Es nuestro último tabú?
Somos verdaderos analfabetas de los mayores poderes que rigen nuestras vidas: el poder del dinero, el de las influencias que no reconocemos, el de las políticas o sistemas de influencias, y sobre todo el de las emociones que gobiernan nuestras conductas acríticas, sumisas, heterónomas y pasivas.
Partamos de un principio: somos seres vivos. Los seres vivos consumen energía para sobrevivir. Los vegetales obtienen energía de la luz solar, que les sirve para transformar nutrientes en moléculas de carbono que son la base de sus células  y órganos. Los animales parasitan esa energía carbonatada, comiéndose a los vegetales o entre ellos mismos en cadenas alimenticias. Todos quieren dejar descendientes, por eso se reproducen sexual o asexualmente.
Pero los seres humanos somos algo más que seres vivos. Usamos la naturaleza no solo para comérnosla y sobrevivir, sino para transformarla para lograr algo más que sobrevivir, es decir, para darle a la vida un propósito adicional, resultado de deseos más complejos que los que satisface un pájaro al hacer su nido, más sofisticados que los que satisfacen las ballenas al comunicarse por medio de cantos submarinos, o más sutiles que los que colman muchos primates al establecer jerarquias entre ellos y hasta emprender feroces batallas de exterminio arborícolas.
El ser humano quiere saber qué más puede ser, pensar, crear, disfrutar y tener. Se imagina muchas posibilidades y las pone a prueba. Esto es un gran peligro, porque puede hacer lo peor. También puede inventarse lo mejor, esta es su gran esperanza. Con cada avance, retrocede. Como el niño que se aventura  a caminar, se pela las rodillas a punta de caídas. Con cada retroceso, puede aprender a avanzar de nuevo. En el camino, puede destruir su propio planeta y morir como mueren las células de cáncer cuando matan al organismo del que se alimentaron.
Hay quienes piensan, sienten y aseguran saber filosófica y espiritualmente que  no somos un ser vivo especial por capricho, ni por azar genético, sino por una tendencia evolutiva de la vida misma. Ojalá. Me adscribo a esta esperanza. Si esto es así, debe ser posible intervenir de un mejor modo en este planeta, pasando de usarlo a cuidarlo, y de explotarnos los unos a los otros como si fuéramos objetos, a relacionarnos los unos con los otros como sujetos con derechos y dignidad propias. De ahí podríamos pasar inclusive a ya no solo respetarnos y vivir en equidad y justicia -horizontalmente, digámoslo así-, sino a amarnos y vivir en plenitud – valores verticales, por así decirlo. Pero esto implica entender y transformar la economía y la política, comprendiendo paralelamente las emociones y conductas humanas que refuerzan lo que nos estanca a las estrategias de expoliación y explotación, para construir nuevas emociones que impulsen nuevas maneras de hacer economía y política.
La ganancia de  dinero es el punto álgido, la meta empresarial, nacional, transnacional. Las guerras son para ganar dinero; por ejemplo. La depredación de recursos, la extinción de especies,  sucede porque le damos prioridad a la ganancia de dinero. Es más fácil , más inmediato, ganar dinero sin cumplir políticas de sostenibilidad ambiental. Una abstracción, un concepto, algo que  consiste en una combinación de dígitos, de ceros y unos en un computador, eso parece el dinero. Una cuenta bancaria, cifras, números transferibles, que se suman y se restan en un sistema de computadoras a todo lo largo del   planeta, dependiendo de si gano o invierto, de si adquiero o pierdo. Pero ¿Qué es en realidad el dinero, y por qué sin él parece imposible la vida, y por qué parece que no podemos inventarnos otra manera de comparar el valor del producto de nuestros respectivos trabajos? ¿Qué nos obliga a convertirlo en algo tan real, que con él o sin él nos permitimos sentir que estamos entre la vida y la muerte? ¿Sólo un economista puede entenderlo?
Yo siembro maíz y tú traes sal de una mina lejana. Nos encontramos. Yo quiero tu sal, tú quieres mi maíz. En mi tierra no se consigue sal, en la tuya no crece el maíz. Tengo escasez de lo que tu tienes abundancia y viceversa. Conversamos, en vez de asaltarnos o robarnos el uno al otro. Nos parece mejor no tener bajas  de un lado ni del otro, es mejor no matarnos; resulta mejor que sigas usando tu experticia en minería mientras yo aprovecho la mía como agricultor. Ahora debemos ponernos de acuerdo: ¿Cuánto esfuerzo por cuanta de tu sal equivale a cuanto esfuerzo por cuanto de mi maíz?
Puedo mentirte; decirte que consigo muy poco maíz con demasiado esfuerzo. Puedes hacer lo mismo. O puedo persuadirte de que en realidad tu sal es mucho más fácil de obtener que mi maíz. O aprovecharme de tu urgencia de maíz, que es menor que la mía de sal. O persuadirte de que en realidad no necesito sal, pero tampoco quiero verte muerto por falta de maíz. Y empezamos a jugar al póker: yo no te dejo saber la necesidad que tengo, para que no la aproveches; y te hago creer que no necesito, para que me rebajes. Mentiras, estrategias, verdades a medias, astucia, mecanismos de espionaje para saber lo que en realidad le pasa al otro; a veces, deseo sincero y empático de ver feliz al otro, satisfecho. Avaricia y  astucia, bondad o indiferencia. Como se ve, no hay un criterio de comparación objetivo entre el maíz y la sal obtenidos por ambas partes. El valor está sujeto a la interpretación del valor de la mercancía, que es el resultado de la capacidad que tenga el uno de influenciar o persuadir al otro para que interprete del mismo modo el valor de lo que se compara. Yo puedo decirte: un mes de trabajo de sol a sol por parte de cinco hombres adultos en campos de maíz a cambio de un mes de trabajo de sol a sol por parte de cinco hombres adultos en minas de sal. Pero el tiempo de trabajo es solamente un factor de comparación, los factores de esfuerzo y riesgo son innumerables, podemos pasarnos un año discutiendo qué vale más, si el riesgo de derrumbes en las minas o el de las insoladas en los maizales, si el sufrimiento de la comida insípida o el de el desayuno sin arepa.
Para decidir, hay que ponerle un tatequieto a la discusión. Alguien intercambia de alguna manera, se vuelve costumbre tanto para el comprador como para el vendedor comparar de ese modo al hacer  el trueque, y se intenta meter en la ecuación, cada vez que se negocie, qué tanta oferta o demanda de cada cosa hay cada vez que se negocie, procurando tener en cuenta el valor acostumbrado al iniciar cada negociación. El valor acostumbrado no es objetivo, es tradicional; aunque la oferta y la demanda intervengan, el valor de intercambio es una interpretación del valor que tiene el trabajo ajeno.
El fruto de mi trabajo adquiere un valor de intercambio que es el resultado de la importancia que mi cultura acepta darle a ese producto. Por ejemplo, el oro. No sirve para mucho, pero es bello, y mi mitología local dice que es el sudor del dios sol. Mi vecino, que no cree en ese dios, se entera de que para mí es sagrado el oro. Ahora me lo vende a mejor precio para él. Sabe que lo deseo mucho más que otras cosas, que me vende más baratas que el oro.  Ese valor aceptado por ambos, en este caso, es aceptado a las buenas, negociando.
Pero también me pueden imponer a las malas un valor de intercambio. Mi vendedor, en ese caso, debe amenazarme, hacerme sentir que soy inferior  a él, o que puede ponerme en peligro. Mi vendedor exhibe su poder. Y me convence de que no tengo chance de vencerlo y de que me hace inclusive un gran favor, en vez de asesinándome, comprándome muy barato lo que le vendo. En este caso también, aunque violenta, la valía de mi mercancía es el resultado de una interpretación que hago sobre el poder de mi adversario, y mi debilidad propia.
En resumidas cuentas, el valor de intercambio es el resultado de un acto de persuasión, de una interpretación a la que me  acostumbro. Y esto se dice de otro modo: el dinero es un valor comparativo impuesto por una tradición persuasiva, es decir, por un acto político. ¿Por qué veo como lo más natural que no le paguen por su trabajo a un ama de casa, pero sí gane millones un cantante o futbolista famoso, y en cambio a duras penas sobreviva un profesional de la educación que lleva estudiando desde los cinco hasta los treinta años para obtener un doctorado? Porque es una costumbre que todos lo interpreten de esa manera: es más valioso tomar decisiones internacionales y asistir a inauguraciones de carreteras siendo  presidente de un país que enseñarle valores a unos niños.

6-  Los intermediarios del valor, al poder.

Hace siglos hubo un pueblo disperso por todo el mundo conocido, cuyos miembros tenían una misma religión y cultura. Era el pueblo Judío. Confiaban mucho los unos en los otros y tenían estrictas reglas de ética y honor entre ellos. Entonces era usual que asaltaran y robaran su oro a peregrinos que cruzaban de unas ciudades a otras. ¿Cómo asegurarles que al llegar a su destino no hubieran perdido su oro? Pues volviendo innecesario que lo llevaran consigo. Además de pesado de llevar era arriesgado transportarlo. Algún judío habitante de, digamos, Roma, pensó que si se ponía de acuerdo con otro correligionario suyo que viviera en un lugar distante, y si ambos guardaban oro en sus casas, bastaría con enviarle una carta debidamente certificada pidiéndole a su amigo en, digamos, París, que le entregara en oro al peregrino el mismo peso en oro que había depositado en Roma. A cambio, bastaría pedirle al peregrino cobrarle una pequeña fracción del oro que se “enviaba” (el interés monetario. ) Esa carta certificada era una especie de título valor, del que surgió el invento llamado billete. Los peregrinos aceptaron el trato. Y empezaron a negociar con los billetes, vendiendo y comprando ya no en oro, sino en billetes. Era como endosar cheques. El oro se guardaba en bodegas, y los billetes se negociaban en lugares públicos, dando origen a los bancos.  Los usuarios creían que siempre que lo quisieran, podrían pedir a cambio su oro. Pero se iba volviendo casi innecesario. Los negocios se podían hacer en papel moneda. Algún banquero lo notó y empezó a emitir mayor cantidad de peso en oro del que contaba en bodega y no pasó nada grave porque nadie  pedía tanto oro ni todos lo pedían al mismo tiempo como para que se descubriera que faltaba el respaldo. Más  y más cifras del interés monetario acumulado en los cuadernos de contabilidad de los banqueros pasaron a manos de los banqueros. Pero los intereses no siempre se pagaban con cada transacción de envío. A veces se emitía papel moneda a modo de préstamo y con un interés por encima de la cantidad prestada. Por ejemplo se prestaban 100, pero con interés de 10 a favor del prestamista, lo que endeudaba en 110 al  urgido de dinero. Este invertía el dinero en un negocio. El préstamo se garantizaba empeñando o hipotecando una propiedad. Si el negocio no generaba ganancias o producía pérdidas, la propiedad empeñada pasaba parcial o totalmente al arca del banquero. Para garantizar que el deudor no se negase, el banquero apoyaba al político que poseyera mando sobre la fuerza pública, de modo que con amenaza de fuerza se desposeyese al negociante perdedor. En todo caso el banquero poseía cada vez más, ya fuese que ganara por intereses pagados en cifras, o en bienes incautados por fuerza. Y esa posesión teórica de más cifras a su favor se llamó capital. Los banqueros, -ya no necesariamente judíos-, se hicieron muy amigos de los poderosos gobernantes. Les prestaron dinero para hacer guerras, por ejemplo. Pronto se prohibió comerciar grandes cantidades en forma directa, el trueque se volvió tabú. Para controlar las transacciones y poderse quedar con una parte de ellas, con la promesa de defender y mejorar la vida de sus protegidos, algunos gobiernos se hicieron dueños de los bancos. Había nacido el capitalismo.
La gente trabajaba e intercambiaba el producto de su trabajo. Quedaban mejor hechos los productos creados por especialistas. Era mejor  intercambiar los mejores productos. El trabajo se especializó.  Comparar alimentos, materias primas, tejidos, artesanías y cosas era menos abstracto que comparar servicios con servicios, o cosas con servicios. Hubo que acordar interpretaciones sobre el valor de los intercambios, por medio de supuestos culturales, prejuicios sobre el valor. Hubo que representar los valores de comparación, es decir, reemplazar los bienes por algo que todos en el sistema desearan por igual y que fuera igual de escaso, ojalá fácil de transportar  y más liviano: sal, oro, conchas marinas. Se hizo más fácil representar el oro por cifras certificadas de peso en oro. Y se inventó representar en oro la ganancia del trabajador (banquero) encargado de certificar los intercambios teóricos de oro. Pero el banquero no producía bienes, sino que facilitaba intercambios. Y acumuló interés y capital al punto que muchos ya no pudieron ni no depender del papel moneda para conseguir insumos para trabajar ni no endeudarse con el banquero y sus amigos gobernantes. La banca y el gobierno se adueñaron del trabajo humano, pasaron a controlarlo. El fruto del trabajo estaba en manos del trabajador y de su capacidad de negociación, pero ahora estaba en manos del intermediario de las transacciones. Y ahora el intermediario se enriquecía más que el trabajador, su capacidad adquisitiva era superior. Limitar mucho esa capacidad adquisitiva, no presionar con demasiados impuestos y no enfurecer a los empobrecidos, en Inglaterra, sino darles capital para trabajar y competir, fue la opinión de los parlamentarios que se sentaban en las bancas de la izquierda. Los que se sentaban a la derecha preferían beneficiar mas bien a los intermediarios del trabajo, el gobierno y la banca.
Mucha gente empezó a vivir, no de intervenir, transformar y recrear materias primas, sino de ser intermediario. Mucha más gente que antes. Agricultores y artesanos ya no se necesitaron tantos, porque hubo fábricas y técnicas que maximizaron la producción y la hicieron más eficiente. No es que antes no hubiera políticos, reyes, aristócratas aliados al rey o familiares del mismo, comerciantes, artistas, soldados, pensadores, escritores, profesores, sacerdotes, trabajadores sexuales. Todos estos no eran artesanos ni agricultores, pero no eran intermediarios del mecanismo principal que existía para poder trabajar y sobrevivir. No acumulaban capital sino bienes, cuando podían, y no cobraban intereses por emitir papel moneda.
Ahora el exceso de capital, sumado a inventos mecánicos y descubrimientos sobre cómo producir más energía para fabricar y transportar y comunicarse -todo esto-,  generó exceso de bienes, lujo al alcance de muchos, que recibieron el apelativo de burgueses. La mayoría migró del campo a la ciudad cada vez más. No se necesitaban mayorías campesinas, ahora se requerían mayorías obreras. Los campesinos vivían sobre todo de su tierra. Los obreros, del dinero que les pagaran o prestaran. Les pagaban poco, trabajaban más horas diarias que sus ancestros en el campo. Si producían más bienes y nacía más gente, más compradores habría de una mayor demanda de consumo, lo que permitiría acumular más capital a los intermediarios, revisores, fiscalizadores y controladores del trabajo humano.
El trabajo campesino, artesanal  y obrero es más duro físicamente que el trabajo de los intermediarios. Es más cómodo contar dinero, manejar dinero y hacer reuniones para discutir decisiones. Tensiona ser comerciante, banquero, burócrata o político, pero al menos no causa llagas y  hernias. Y nadie prefiere trabajar más duro que trabajar más suave. Todos aspiraron a ser burgueses. Pero era muy duro ser obrero, y Carl Marx vaticinó que los obreros se adueñarían de los trabajos de los intermediarios. Eso no sucedió exactamente así, ni por las buenas, ni sin traumatismos autoritarios, ni sin afectar la calidad, la motivación y el ritmo de la productividad laboral. En Estados Unidos grandes mayorías lograron aburguesarse sin necesidad de que los obreros se tomaran el poder y millones pasaron a vivir en enormes suburbios donde consumieron y consumen enormes cantidades de energía por cabeza, emitiendo cantidades proporcionalmente gigantescas de dióxido de carbono a la atmósfera.
El trueque  suponía el encuentro de personas comparando valores. En un negocio bien hecho la empatía jugaba un rol. Daba satisfacción ver al otro usando lo que uno sabía ofrecerle y generaba gratitud recibir lo que el otro se había esforzado por brindarme. El oro y el billete distanciaron a ambas partes, enfrió la relación.  Pero los comerciantes directos igual sostenían afectividades, llevaban y traían ideas, nutrían el intercambio cultural y lingüístico. Ya con los intermediarios la brecha se hizo mayor en la comunicación entre minorías acumuladoras de riquezas y minorías de asalariados endeudados. Ni la gratitud por lo recibido ni la satisfacción por lo ofrecido son suscitadas  en el intercambio presencial de compra, ni mucho menos en la compra online. Las cosas ya no parecen provenir ni de personas, ni de mataderos, ni de granjas, sino de dispensarios electrónicos.  Deja de ser visible el opresor y de ser posible acusarlo. Si hay injusticia no hay a quién achacársela, porque el sistema se vuelve onmipresente pero anónimo. Ni siquiera el opresor se sabe a sí mismo, está difuminado; sus cifras digitales en un banco en suiza, aunque las donara, no cambiarían la lógica dominante.
Cada vez más profesiones fueron menos pesadas, más urbanas y menos fabriles. Las fábricas y  los obreros, los agricultores y la producción y transformación de alimentos siguieron siendo necesarias, pero la automatización y  la informática, la bioingeniería y la genética hizo y hará cada vez menor la necesidad de grandes mayorías de personas haciendo trabajos pesados. Ahora hay que saber procesar información para diseñar y controlar procesos productivos. El nuevo obrero teclea en su computador, dondequiera que esté, adonde sea que viaje, a la hora que le toque, y da con un botón la orden de envío de su producto a la vez que compra su comida a domicilio. Cree ser más libre, porque no marca tarjeta ni asiste a una planta de producción. A veces presiente que aunque no es trabajo con las manos, ha vendido su alma al “éxito”.


7-El mono diplomático

La economía es política. La política no es economía del mismo modo en que la economía es política. La materia del dinero es mucho más el poder que unos ejercen y otros internalizan que lo que la materia de la política es el dinero. El valor de cambio es un complejo entramado de interpretaciones culturales, demanda y oferta, tradiciones de valor e imposiciones que se naturalizan por necesidad. Los frágiles internalizan las normas de juego de los poderosos. Si la influencia, la persuasión, la interpretación convencional de un valor de intercambio es el origen del trueque, que es el origen del dinero-, y si la política es el arte de la persuasión (forzada u diplomática) entonces la acción económica es hija de la acción política y no al revés. El costo de las cosas no es en sentido primario un arreglo consensuado entre las partes que comparan libremente el  esfuerzo invertido para producirlas, sino además de eso y principalmente la decisión de valorar los bienes y servicios en conformidad con el valor que los intérpretes dominantes de mi cultura me dicen que cada cosa tiene. El precio lo impone la interpretación dominante. Y domina el que sabe cómo desvalorar lo ajeno al sobrevalorar lo propio, o tiene las herramientas de fuerza y (o) amenaza, la capacidad de persuasión y la información necesaria para aprovechar la necesidad y urgencia, la fragilidad material y sicológica de la contraparte.  
A la fuerza se impone, y no solo como resultado del libre acuerdo y de la tradición, el valor de intercambio o canon de comparación entre el valor de los bienes y servicios. Demos un ejemplo: tras la segunda guerra mundial los recursos energéticos del futuro, que estaban en yacimientos petroleros, fueron apropiados por los países vencedores, Estados Unidos a la cabecera. Habían librado al mundo de la soberbia nazi, algo muy meritorio sin duda. La banca internacional, mayoritariamente judía, le hizo entender a los países árabes por medio del gobierno norteamericano, -y le prometió a las principales familias de Arabia Saudita-, que contarían con su apoyo militar y el del mundo libre para convertirlos en los nuevos multimillonarios del mundo o conspirar contra ellos hasta hacerlos trizas. De paso, impusieron la creación de Israel. Para reforzar la estrategia de dominación, todos los países del mundo deberían comerciar de allí en adelante, entre ellos,  en dólares. El dólar sería la divisa obligatoria y su respaldo sería el petróleo, ya no los lingotes de oro. El banco de la Reserva Federal, -una empresa privada, no una institución estatal-, se hizo cargo de la emisión del dólar. Le presta dólares a los bancos norteamericanos que le prestan dólares a las personas jurídicas y naturales para que compren e inviertan, se endeuden, trabajen para pagar sus deudas y nuevamente se endeuden. Es un sistema de endeudamiento  de personas que pagan sus hipotecas a bancos que pagan sus deudas al Banco de la Reserva Federal. Suena increíble. El prestamista mayor emite cifras de cuya cantidad de dólares solo imprime en papel una cantidad menor, porque hizo un trato con la nación que ganó  la guerra y a la que le prestó dinero para comprar armas y ganarla. El bien más codiciado por todas las naciones para poner en marcha sus economías, el petróleo, se toma como respaldo de la emisión de dólares, gracias al pacto de enriquecimiento mutuo entre los países dueños de los pozos y Estados Unidos. Desde entonces, para negociar entre países, hay que conseguir dólares y ser aliado del país del banco emisor. ¿De dónde sale  que el dólar sea la divisa dominante? No de una ley de la naturaleza, como quisieran los padres de la economía liberal, la mayoría intelectuales anglosajones, ciudadanos leales a sus naciones imperiales y a sus economías coloniales.  Surge de una imposición política, de una tradición cultural posicionada por un país líder, militarmente fortalecido, capaz de invadir a la fuerza las tierras ricas en yacimientos energéticos vitales.
¿De qué nos sirve saber que el valor que le damos al dinero es el resultado de un acto de la imaginación, de una interpretación política mundialmente aceptada, de una convención entre los que lo poseen, lo crean de la nada en forma de cifras de respaldo en una computadora, lo imprimen parcialmente en forma de billetes y monedas? No todo sino una fracción muy reducida de todo el dinero que hay en los bancos, en cifras digitales, tiene respaldo en forma de lingotes de oro. Ni se imprime en billetes sino una parte de lo que se dice que se posee en cifras. Si todos los  clientes de un banco pidieran su dinero en billetes al mismo tiempo, los bancos no tendrían cómo entregárselos de inmediato, porque las cantidades poseídas son teóricas. Una gran parte existe en forma de cifras en una computadora. ¿Qué lo hace tan real? Pues que hay gente dispuesta a ir a la guerra, o a usar armas, o a quitarte tus propiedades y tus comodidades, para forzarte a que trabajes para conseguir el dinero que les debes. La policía puede venir a desalojarte  si no pagas la hipoteca, y el ejército del país vecino puede invadir tu territorio para ponerse a negociar con tus recursos naturales, o te pueden meter a la cárcel por no pagar una deuda, o un país puede convencer a todos los demás países a que  ya no intercambien más productos contigo, y te quedes sin compradores de lo que haces, y sin lo que los demás hacen mejor que tú.  Lo que hace real el dinero es la amenaza de fuerza, la posibilidad de que seas víctima de la violencia de alguien. La economía es política. El dinero es poder. Y el poder es la amenaza de la fuerza, la exhibición de superioridad bélica en el peor de los  casos, o de superioridad tecnológica, que en el fondo se traduce como superioridad bélica.
La amenaza del uso de la fuerza vuelve real el dinero. El sistema generalizado de obediencias al poder dominante vuelve al dinero cada vez más indispensable para conseguir cada vez más cosas. La autosuficiencia financiera, alimentaria y energética, de grupos y personas, atenta contra el interés del sistema, que es vincular toda la fuerza posible de trabajo a una única cadena de intercambios comerciales visible, evaluable, intervenible, controlable y explotable por un poder central que promete -y también incumple- hacer un uso noble, generoso y justo, una inversión planificada y beneficiosa de los impuestos que recauda. La satisfacción con su vida tal como es, de cada persona, no es de interés efectivo y real para el sistema. Si el individuo goza demasiado de su presente no se afana por su futuro. Si no  se pone ansioso por evitar lo peor que le pueda pasar o por conseguir lo que aun no tiene, relaja su productividad. Para asegurar que el individuo permanezca dedicado más al trabajo que a la fruición de su vida y sus relaciones, el sistema productivo y publicitario le crea necesidades que no sabe que tiene sino hasta que las siente con urgencia. Y para que satisfaga sus nuevas necesidades le presta dinero, que tendrá que pagar trabajando hasta no quedarse atrás en riquezas y comodidades respecto a individuos similares igualmente endeudados por motivos semejantes. Es un sistema de recompensas a futuro que mantiene a los ratones del experimento en constante movimiento hasta que se pensionan cerca de la edad en que mueren.
Así somos de simios todavía. Nos entendemos a los gritos, pero hacemos pose de personas educadas: vestimos de seda al mono, y  le ponemos traje diplomático para que hable con susurros, en cenas elegantes y en la sede de las Naciones Unidas. ¿Es posible evolucionar, pasar a otro nivel? Los grandes poderes económicos y corporativos mundiales no pueden dejar de tener respaldos de fuerza militar, a menos que puedan amenazar la supervivencia de la gente por medios informáticos y digitales. Y eso es lo que ya sucede hasta cierto punto. Ya no es necesario que te desaloje de tu casa un policía con un revolver. Pueden quitarte el agua, la electricidad, la cuenta bancaria  y la información por medio de una decisión computacional. La central eléctrica, el sistema hidráulico, el contacto con otras personas funcionan con computadoras.  Dependemos de las redes de información mucho más que del dinero en efectivo, porque el dinero es  cada vez más digital. Pero además dependemos de las comunicaciones, y pronto todos los objetos serán inteligentes en una gigantesca red 5G que se rumora que será de grave impacto negativo en la salud por su potencia electromagnética.
Quien se adueñe de las redes de información, digitales ahora, cuánticas muy pronto, tendrá el poder. Cuanto más dependamos de la red para sobrevivir, más frágiles y manipulables seremos. La misma fragilidad la generaba la dependencia del petrodólar o del oro. Si las naciones pasan a ser compradas por las grandes corporaciones multinacionales, y estas a ser  compradas previa o simultáneamente por los dueños de las redes de información, el poder pasará de las naciones que defendían reglas de juego constitucionales relativamente afines a los derechos humanos, a las megaempresas que a su capricho quieran o no posicionar la ganancia y el dinero a la felicidad y la libertad del ser humano.
 ¿Pero no está en la naturaleza misma de la complejidad digital, no poder ser controlada de manera exclusiva por nadie? ¿O le cederemos  a las inteligencias artificiales y autoaprendices las decisiones globales, como propone Noah Harari? La tecnología de guerra mecánica llegó a su culmen en la segunda guerra mundial y  ya no podrá superar a la tecnología de guerra digital, que espera pronto su reinado. ¿Qué tan fáciles de  controlar son estas redes, qué intenciones tendrán quienes se apoderen de ellas, que tan sutiles serán esta vez las estrategias de uso de unos seres humanos sobre el trabajo de los otros? ¿O podremos trabajar esta vez los unos para los otros, sin aprovecharnos tanto ni de modo tan violento los unos de los otros?  Hubo esclavos que lavaron los baños de sus amos y los cargaron en literas por las calles a cambio de azotes, o de indulgencias plenarias en el cielo. Luego hubo esclavos marcando tarjeta en las fábricas inglesas 14 horas al día. El trabajador del siglo XIX obtuvo una esclavitud de suburbio neoyorquino en el siglo XX, con todos los bienes de consumo a su disposición y una vida vacía pero regordeta. Ahora la esclavitud es líquida, se ejerce por voluntad propia como marca personal, milenial o centenial en su estilo, renuente a expectativas pensionales y a oficinas modulares. El asalariado de vanguardia ya no usa corbata que lo ahorque ni se encierra en cubículo que lo asfixie, pero abre su computador personal más horas al día que lo que Charles Chaplin apretaba tuercas en su famosa película sobre la vida proletaria.


8- La siguiente crisis

Pasaremos a otra etapa, la historia no se detiene. Los seres vivos son usuarios de energía solar y orgánica, los seres humanos privilegiados parasitan el trabajo de otros seres humanos; y ahora usaremos además inteligencias artificiales que reemplazarán muchísimos trabajos humanos. La determinación del valor de intercambio de los productos del trabajo humano va a cambiar, porque los robots harán robots y las inteligencias artificiales harán inteligencias artificiales. Todo eso abaratará  el trabajo humano que requiera decisiones inteligentes reemplazables por inteligencias artificiales. Cada vez más gente quedará con las manos libres y más tiempo. Si no nos convertimos en desempleados empobrecidos, angustiados y resentidos con el sistema que prescindió de nosotros, podríamos dedicarnos a construir una nueva cultura mundial mutua y concientemente abrazada al planeta madre, el planeta Tierra.
Un escenario posible es que ya no se necesiten tantos humanos trabajando, y decaiga la población trabajadora, o baje su nivel de natalidad, o se siga multiplicando pero aumente la pobreza, -porque no devengarán salarios-, o se sostenga su número mediante seguros de  desempleo patrocinados por gobiernos concientes de no querer masas populares empobrecidas y furiosas contra las clases poderosas. Si bajara la densidad demográfica mundial podrían quedar en el planeta los seres humanos dueños de las inteligencias artificiales y de los sistemas de producción robotizados, con una pequeña base de científicos y técnicos asalariados para trabajos de sofisticación tecnológica y mantenimiento de equipos. Pero esto podría ocurrir mucho después de un cambio climático irreversible, de grandes conflictos sociales asociados a búsqueda de recursos por motivos migratorios masivos -que ya se presentan- y de una catástrofe de la biosfera y la biodiversidad.
En este mismo o en otro escenario los seres humanos podríamos sentir que hemos quedado libres de las presiones biológicas de supervivencia, y que ya podemos emplear nuestro tiempo y energía, no en trabajar siendo explotados por otros, o explotando el trabajo de otros, sino en potenciar nuestras muchas inteligencias. La inteligencia cognitiva es indispensable para el desarrollo científico y tecnológico, y por eso la educación en la era industrial y postindustrial se centra en estimular las capacidades analíticas y deductivas del educando. Pero hay un potencial existencial, artístico, afectivo, interpersonal, creativo y espiritual por explorar, y en condiciones aseguradas de supervivencia una humanidad servida por inteligencias artificiales y medios de producción robotizados podría liberarse de la necesidad de oprimir mediante la invención de vivir para ganar dinero. Herbert Marcuse lo imaginó como una especie de re-erotización de la vida social. ¿La inteligencia política se sofisticaría, o hasta sería innecesario el maquiavelismo? ¿Para que manipular a cuáles trabajadores para que sirvan a los ricos y poderosos, si el trabajo industrial, agrícola, postindustrial y hasta informático, ya se lo hubiesen asignado a los drones, los robots y los androides, las computadoras del futuro? ¿Para qué usar el invento del dinero, ese tótem antiguo, tan innecesario entonces como ahora nos parece innecesaria la cosmovisión medieval para terraformar el planeta Marte?

9-¿ Una nueva conciencia emergente?

Pero lo grave es que todavía  no es mañana. El dinero es un motivador efectivo a dos décadas corridas del siglo XXI, y gira alrededor de los poderes de las primeras potencias, que todavía no se atreven a basar sus economías en las fuentes de energía no contaminantes. Las reservas de petróleo son ahora la garantía de respaldo del dinero que circula, y por eso el dólar es petrodólar desde hace tantas décadas. A la fecha, año 2019, China parece haber vuelto a la tradición del respaldo en oro, y se dice que ya guarda muchas más toneladas de lingotes que cualquier otro país. Rusia, en boca de Putin,  le propone a China  y a otros aliados hacer a un lado la divisa norteamericana y comerciar en monedas locales. Trump se enfurece y reafirma su guerra comercial. Muchos países menos Estados Unidos, dan avances esperanzadores en proyectos de consecución de energías por fuentes renovables. Una niña alemana de nombre Greta empodera a toda una generación de jóvenes preadolescentes para protestar por la lentitud y el disimulo en el cumplimiento de acuerdos climáticos que ya se suponía que se estuvieran materializando.
Seguiremos, en todo caso, por bastante tiempo, emitiendo gases de invernadero y depredando selvas y mares y llenando de plástico, derivado del petróleo, nuestros ecosistemas. El trabajador promedio de la mayoría de los países del mundo no se libera aun de las cargas laborales que consumen la mayor parte de su tiempo, salud, energía y recursos. No tiene calidad de vida. El dinero es su amo. No tiene tiempo ni de preguntarse cuál propósito superior de vida puede existir, además del que le brinde la falsa representación de si mismo en autofotos  sonrientes de redes sociales.
El proceso de deterioro ambiental está irreversiblemente ligado a un sistema productivo basado en el dinero, -es decir, en el poder y sus amenazas latentes-, y que no puede funcionar sin sistemas de endeudamiento y crecimiento continuo de indicadores económicos, que suponen un mayor deterioro ambiental y más emisión de dióxido de carbono. La economía postindustrial neocapitalista, tanto en países comunistas como en naciones democráticas, tanto en gobiernos populistas de derecha como de izquierda, se basa en el principio del crecimiento. El dinero existe para producir endeudamiento que se paga con trabajo, que implica que haya más gente necesitando explotar más recursos naturales para consumir más energía, tecnología y productos que hagan de cada generación de seres humanos una masa más consumidora de energía que la generación anterior, es decir, más expoliadora de recursos fósiles. La insaciable utopía de que toda la población del mundo tenga alguna vez el nivel de gasto energético que tiene un norteamericano promedio nos tiene en la loca carrera del crecimiento comercial a como cueste ambientalmente. Esto no va a durar porque la población trabajadora no solamente va a aumentar, sino que además va a tener que emigrar y en general enfermará o será presa de violencia y xenofobia en la competencia por recursos. La población disminuirá a las malas si el cambio climático irreversible no se  previene al máximo ya.
Las esperanzas mesiánicas quedan descartadas. Ni la ciencia, la razón y la tecnología civilizaron el mundo, como esperaban en el siglo XIX; ni el marxismo vio cumplidas sus profecías, ni la raza superior dominó la historia, ni el orientalismo, ni la profecía maya, ni los esperados apocalipsis religiosos hicieron que bajaran del cielo los extraterrestres a rescatarnos de nuestra ignorancia. Las nostalgias románticas no sirven tampoco: no pudimos volver al paraíso del buen salvaje, no sabríamos cómo decolonializar las américas ni se trata de añorar las épocas del imperio Incaico o Tolteca solo porque no había colonizaje español en aquel entonces, y latinoamérica ya no puede dar reversa quinientos años atrás, como si el paraíso  hubiera existido antes de la conquista. Estamos donde estamos.
¿Nos salvarán las otras inteligencias no potenciadas del ser humano, otras  cosmovisiones, nuevas empatías y afectos que  puedan reeducarnos a tiempo, los descubrimientos de la psicología evolutiva, de alguna nueva conciencia espiritual emergente? Así como pasamos de una etapa mágica a una mitológica, de una mitológica a una racional ideológica, de una racional ideológica a una científico tecnológica, pasaremos de la ceguera axiológica del capitalismo a ultranza, a una cultura mundial ecologista, pluralista, tolerante, como la que creíamos ver venir en las últimas décadas del siglo XX, antes del retroceso a los populismos y a los nacionalismos que hoy nos encandelillan? ¿O ya vimos el fracaso de la postmodernidad, y aprovecharemos esa lección para encontrar nuevos fundamentos de una nueva manera de habitar este planeta, que no sea la de la lógica de una nube de langostas?
La insaciabilidad humana, su deseo inconmensurable, le preocupaba a Schopenhauer. Tenía razón. El consumismo individual  y transnacional nos muestra este hormiguero que somos de criaturitas desesperadas, infatigables, buscando lejos, en utopías revolucionarias o en civilizaciones de la ciencia ficción, -donde no toca-, la felicidad que nunca reconocimos cercana. Pero también el filósofo sabía entrever  por el ojo de la chapa esa habitación secreta del alma, origen de sosiego. De golpe en golpe sale el ciego de su celda guiado por el calor del sol y los trinos de las aves. Ojalá llegue pronto la hora en que los sicólogos y sociólogos de la felicidad se vuelvan los optómetras del futuro, y convenzan de ponerse  otras gafas a publicistas, asesores de imagen, políticos escandalosos y mediáticos y férreos economicistas  y otras vacas sagradas de las academias que creen aun que la lógica del siglo XX servirá para el siglo XXI.  Los ideales persuasivos y economicistas no podían preveer los efectos colaterales de lo que en realidad nos estuvieron prometiendo: este paraíso de islas de basura flotantes, cambio climático, pánicos colectivos y salidas falsas.

10- Caminos de integración

Toda época, afortunadamente, presiente cómo trascenderse e incluirse a sí misma en otra etapa subsiguiente. ¿Pero pudo la modernidad conservar lo mejor de la edad media  y antigua, o se perdió en el camino con su propio narcicismo histórico? A veces logra una época nueva integrar lo mejor de lo antiguo, sin apegarse al pasado, sin  terquedad, sin apresurarse a ser otra cosa negando lo que ha sido, sin  negar, desconocer o disociarse de lo  mejor que tuvo. Como cuando uno pasa de ser niño a adolescente, o de ser un rebelde sin causa a ser adulto. No hay nada mejor que un adulto de cincuenta años de edad que conserve la capacidad crítica de sus quince años y el espíritu juguetón de cuando tuvo siete, todo esto sin perder la capacidad ejecutiva de cuando tuvo treinta y la actitud de amor a los demás que descubrió que era lo que valía la pena a los  cuarenta. La división de los tres poderes, la alergia a todo absolutismo, los derechos humanos, el concepto de vida privada, la libre expresión, que no los perdamos ahora que intentamos dar un paso más allá de la matriz patriarcal, explotadora, depredadora y economicista del occidentalismo predominante. No se trata de retornar al pasado, ni es posible. Los nacionalismos no entienden que fraccionar de nuevo el mundo en feudos indiferentes al bienestar ajeno va en contravía de la necesidad histórica de integrarnos todos, que es casi un destino.
Si hay individuos que maduraron bien, no hay por qué pensar que sea imposible que la sociedad planetaria logre dar el paso sin trastabillar hasta autoaniquilarse. Parece la dinámica de la historia del desarrollo humano que muy bien han estudiado intelectuales como Ken Wilber. Es el mejor destino -que hay que ganarse a pulso-, de las personas que se ocupan apasionadamente de la evolución de su propia  conciencia, de aquellos que saben que sin su propio desarrollo personal no habrá avance colectivo.
No todo lo que nació en los años sesentas murió de inanición a manos de la realpolitiks y del juego de Tronos. La ambición y la bajeza de corruptos y adictos al poder era menos evidente cuando su imagen era más fácil de proteger. Con Wikileaks  y algoritmos inteligentes para manipular al analfabetismo mediático del ciudadano promedio se puede llegar hasta cierto punto, pero el contrapeso histórico lo gesta la tendencia misma de todo sistema vivo, del sistema social mismo. Hay gente dándose cuenta. La rebeldía se encauza ya no principalmente, como en los sesentas, en la sicodelia revolucionaria, la apertura sexual, las tendencias nueva era y mesianismos variopintos. También se mueve en el filo de la navaja, porque juega ahora a veganismo, animalismo, permacultura, poliamor, tejidos de mujeres que se colaboran económicamente y repiensan su corporalidad y en el maternaje como un recurso de cambio colectivo, nuevos derechos a nuevas identidades, pruebas de cambios de rol entre géneros y experimentos de preferencia relacional, mindfullness para aplacar neurosis laboral -y mantener intacta la neurosis del sistema productivo-, yogas y coaching de todas las estirpes. Nada oscuro con ello; todo lo contrario, cada exploración es una experiencia que puede aprovecharse.
Pero individuos más espirituales, ecológicamente conscientes  y emocionalmente maduros no es todo lo que se necesita. Tienen que armar redes. Si la política en el siglo XIX y XX se hizo sofisticando los mecanismos de manipulación de los electores a gusto de los intereses de los compinches de los elegidos, ahora tendrá que pasar a manos de redes de personas que no solo se satisfagan lavándose las manos del mundo que co-crean mediante cursitos de crecimiento personal, sino que se dediquen a conocerse mutuamente para crear emprendimientos que aterricen las nuevas lógicas emergentes hasta convertirse en contrapesos políticos que nadie pueda comprarles, para que lleguen blindados, inmunes a las estrategias cada vez más sutiles que el sistema inventa para prostituir las cosmovisiones que no le rinden pleitesía a las viejas ideas que funcionaron para construir la sociedad monetarizada, consumista y mercantil que ya dio de sí todo lo que pudo, hasta que mostró las uñas, hasta que mostró que  su oro era simple cobre.
Hay que crear ya redes de redes. La historia del dinero y la de la política es la de personas que se pusieron de acuerdo en creer cosas, hasta el punto de creerlas tanto que las volvieron realidades incuestionables. El dinero como lo pensamos y como lo manejamos hoy en día, sus “leyes” de funcionamiento, son reales porque las personas se comportan como se comportan. Pero podemos comportarnos de manera diferente si incorporamos valores solidarios más que lógicas egoístas, y eso es posible si  creamos culturas solidarias,  tejido social. El poder político es el resultado del acuerdo histórico. No tiene que ser la crudeza de la imposición vertical de privilegiados que legislen, decidan y juzguen a su conveniencia. Mentes jóvenes e idealistas, protectoras de la vida,  deberán pensar con la mayor concreción y prontitud posible un planeta habitable por una humanidad amigable con los océanos y la biósfera. Está claro que el encuentro presencial será de gran valor, porque los mitines online se quedan cortos para las nuevas afectividades que habrá que construir. No llegará el cambio con likes en Facebook y en Instagram. Habrá fuerzas opositoras cada vez más mordaces cuanto más avancen las nuevas solidaridades y las nuevas soluciones para nuestros antiguos y nuevos problemas. La tecnología hará posible mucho de lo imposible, siempre y cuando la construcción de lazos  de inteligencia, ética y solidaridad haga su parte. Esa combinatoria visibilizará la verdadera espiritualidad futura, que ni será la caricatura de las comunas Hippies ni consistirá en ver multitudes de fieles reunidos en sinagogas, mezquitas e iglesias.
La espiritualidad impregnará la política, la economía y la educación, y estas desaparecerán como existen actualmente, si suficientes personas hacen masa crítica para impulsar al resto de la gente a probar una lógica pluralista y tolerante primero, capaz de discernir lo mejor de lo peor y de integrar lo menos evolutivo a lo más evolutivo más tarde. Solo unos pocos intelectuales de vanguardia  jalonaron la revolución francesa, porque supieron comprobar que el emperador estaba desnudo, que el traje de la monarquía era obsoleto para entrar con dignidad al siglo XIX. Las estrategias divisionistas, polarizantes, no tienen por qué manipular a una población que logre conciencia histórica sobre las estrategias que usaron todos los maquiavelos de la ultraderecha y de la ultra izquierda, todos los fascismos y todos los populismos. Superaremos la lógica del plano bidimensional, en el que solo es posible moverse hacia los lados, por la ascensión a una tercera dimensión. Ganaremos el cenit al mismo tiempo que transformaremos las sombras de nuestro nadir, porque solamente bajando al infierno de lo que hemos sido podremos subir a las soluciones de un nuevo período. Subiremos bajando y bajaremos subiendo, en ambos casos profundizaremos; pero ya dejaremos la costumbre de movernos a derecha o izquierda como Hamsters corriendo sobre ruedas que no los llevan a ninguna parte.
Los modelos educativos  se readaptarán a las nuevas expectativas del mercado laboral, y hasta podrán independizarse de la oprobiosa y monopólica demanda de buenos perfiles laborales. La felicidad personal no fue asunto ni de las fábricas inglesas ni de sus similares rusas. Las fábricas requerían trabajadores y solicitaron hojas de vida técnicas a las instituciones educativas. Estas les dieron lo que querían: borregos puntuales capaces de monotonías en la actuación productiva, fichas humanas para contabilizar resultados, generaciones que morían de tedio y ni recibían amor o afecto en la infancia ni sabían darlo, porque para que las clases asalariadas cumplieran su misión era mejor separar a los padres de los hijos mandando a los unos a oficinas y plantas de producción en serie, y a los otros a cuarteles disciplinarios a memorizar fórmulas, nombres y fechas. Kafka. Un mundo en el que se nacía culpable siempre de no ser uno lo suficientemente bueno para obtener  la aprobación de una autoridad que nunca se revelaba. O que se revelaba escondiéndose en una abstracción que nunca nombró nada real, salvo el miedo de todos a ser juzgado por ella: el sacrosanto partido, la sacrosanta patria, la sagradísima corporación. Ni el socialismo totalitario ni el totalitarismo democrático se daban cuenta de que ni la lógica del capitalismo ni la del anticapitalismo eran capaces de poner por encima de la loca carrera del progreso la felicidad personal y el derecho a buscarla. Sus individuos siempre pusieron triste la cara  aunque enarbolaran en público la sonrisa.
¿Saldrán de las aulas colegiales y del campus universitario los procesos de aprendizaje sobre todos los temas posibles, incluido el tema de cómo discernir los buenos contenidos de los malos? Ya han salido a internet millones de fuentes de información, escritas y videograbadas. ¿Para qué seguimos entonces pidiendo a los niños y jóvenes que se alejen de sus hogares y se encuentren con compañeros y profesores? ¿Aprovecharemos el vacío que dejan los conocimientos, que ya salieron de los cerebros de los memoriosos y de los eruditos, para introducir dinámicas profesor alumno que serán mas bien ahora laboratorios de potenciación de múltiples inteligencias? Es hora de comprender que la educación ya no es para modelar trabajadores asalariados, ni emprendedores alienados por el consumo de falsos productos de bienestar, ni tan solo tampoco para formar buenos ciudadanos que no cometan delitos y dejen vivir en paz a sus vecinos, sino para brindarle una plataforma a cada ser humano para que explore -si así lo quiere- su pleno potencial afectivo, estético, existencial y espiritual.
11- Invitación

El debate no es contra el capitalismo ni contra el socialismo. Es un cambio de actitud lo que nos pone ya no contra algo, desde la bioquímica cerebral del temor primigenio y prehistórico, sino a favor de lo que nos beneficia a todos. Funcionemos ahora desde la corteza prefrontal y las zonas del cerebro capaces de imaginar agendas razonablemente felices para todos. Pasemos de la política del temor a la política de la confianza mutua, del armamentismo y la guerra  fría a la economía solidaria y la cultura planetaria. Del secretismo a la transparencia en las agendas de gobierno. El dinero como objetivo, el crecimiento no sostenible y sin reparos al entorno ambiental, las relaciones humanas como relaciones de explotación, los egoísmos nacionalistas, las guerras comerciales, los sentimientos de superioridad ideológica, cultural y religiosa, el etnocentrismo; todo esto era lo que aparecía ante nuestros ojos estrábicos como lo más normal del mundo. Hagamos innecesaria en la política la costumbre primitiva de anular las decisiones de la corteza cerebral cada vez que algo nos asusta, reaccionando con la amígdala, la testosterona y la adrenalina en vez de columpiarnos en la serotonina y la oxitocina.
Si las similitudes entre lo que somos y ya no las diferencias fueran el eje de un nuevo planeta, ¿simbolizaríamos de nuevos modos el reconocimiento del valor del trabajo que hacemos los unos por satisfacer las necesidades de los otros, es decir, desaparecerían las lógicas actuales del dinero y las injusticias de las divisas como las conocemos? ¿Interpretaríamos de otra manera nuestra actual devaluación de los trabajos y profesiones   “blandas” sobre las “sólidas”? ¿Los países más adelantados cultural y tecnológicamente comprenderían el importante rol que cumplen las comunidades ancestrales y las sociedades tradicionales? ¿Le daremos un valor de intercambio  monetario más justo a los aportes cualitativos del trabajo humano, a intangibles como el trabajo doméstico, la educación, la terapia, el trabajo social, la difusión de ideas y prácticas espirituales, lo artesanal, el arte? ¿Reconoceremos que los deportes populares fomentan la idea de que la vida humana es una competencia por el más fuerte, una batalla darwiniana entre exitosos y perdedores, y que esa cosmovisión es simplista, polarizante y maniquea? ¿Unos países ya no tratarán con menosprecio ni con soberbia los aportes del trabajo de otros países, y eso disminuirá las abismales brechas adquisitivas que existen entre unas monedas y otras? ¿El sistema económico seguirá intentando controlar y vigilar lógicas de intercambio solidario fundadas en la optimización de la información y de superconectividad entre personas, como las que ya convierten en una especie de propiedad ni  pública ni privada los espacios de hospedaje y los vehículos de transporte mediante aplicaciones fáciles de usar en un celular?
Hace años en Colombia el escritor William Ospina parió un texto que tuvo mucha acogida: la Franja Amarilla. Comparaba allí la bandera tricolor de Colombia con tres tipos de sectores sociales. Los de color rojo, a la izquierda, que querían darle muerte a sus opositores del otro extremo político, y los del sector azul, a la derecha, obsesionados por los privilegios empresariales, la ganancia económica y la posesión de los abundantes recursos del país. Proponía que la franja amarilla, que ocupa la mitad del área cromática de la bandera,- la sociedad civil  no atrapada en sectarismos ni adicta al poder, la gente sencilla que guarda la cordura y busca sin afán una felicidad razonable-, se empoderara para construir la paz tras dos siglos de agenda  histórica  llenos de guerra.
Creo que las mujeres están mejor preparadas que los hombres para inventar nuevas solidaridades de conocimiento, afecto, información, recursos, voluntades  de conciencia integrativa y ecológica. Mucho nos falta aprender de ellas a los hombres, mucho ha de revertirse la cultura patriarcal para lograrlo; ellas tendrán que aprender, además, a no tomarse la revancha histórica, a no excederse ni masculinizarse en el acto de restaurar el equilibrio. No debemos, tampoco, para restaurar el derecho de quienes  estuvieron sometidos e inferiorizados, recaer en el totalitarismo de las minorías ni en la absolutización de lo políticamente correcto.  
Algo así habría que proponerle hoy al planeta, una especie de gran pacto de integración, de tejido de las voluntades y los saberes, de reconciliación y perdón, de confesión sobre toda la verdad respecto a las sutiles o evidentes violencias ejercidas en el pasado por las tradiciones económicas y políticas.

12- Esperanza macroscópica

Hemos afirmado que el trabajo es el origen del valor real del criterio de comparación al proponer o ejecutar un intercambio de bienes y servicios. Y que ese valor original se devalúa en un valor relativizado, prejuicioso, tradicionalmente admitido, internalizado, pero sobre todo interpretado a la fuerza e impuesto con mayor o menor tacto y diplomacia. Hemos acusado a los intermediarios minoritarios del valor de cambio de hacerse con el control de la fuerza de trabajo de las mayorías. No han sido acusaciones personales ni de clase. Son sistémicas. El sistema parece haberse desenvuelto con esa lógica propia y haber usado para ello a los individuos y clases sociales que emergieron en cada etapa, -no sin su voluntad tampoco.
Pero hay una ventana de esperanza. La piel del elefante a la luz de la lupa es un criadero de bacterias y material descompuesto que no presenta sentido. Su significado es difuso.   A la distancia en cambio, con binoculares, se nota claramente que camina hacia el abrevadero. El dinero es obra del poder, la teoría económica naturaliza las reglas de juego relativamente arbitrarias de la historia política y el resultante valor de cambio del trabajo humano enriquece a pocos a costa del cambio climático y un probable panorama caótico. Sin embargo ¿tiene que ser siempre la ambición, la astucia, las siempre mayores oportunidades de conservación de su dominio y la insaciabilidad  de las minorías más beneficiadas una constante histórica?
La sociología crítica, la teoría crítica de la sociedad, la historia de las mentalidades, el ecofeminismo, la escuela de Frankfurt han sido muy lúcidas en denunciar las estratagemas del poder. Han sido más diagnósticas que propositivas. La mirada al detalle y la microscopía del poder sugieren, por ejemplo en la obra  de Michel Foucault, que el poder es siempre egoísta. Pero un examen juicioso y macroscópico de las etapas del desarrollo humano, realizado por la metateoría integral de Ken Wilber indica que el egoísmo político bien pudiera ser una simple etapa, no por infernal eterna, y que así como en la vida de un individuo pueden emerger tomas de conciencia que trascienden el ego, percepciones transpersonales, momentos cumbre, iluminaciones repentinas, asimismo la humanidad podría despertar, ante la presente encrucijada, a una transformación profunda y relativamente súbita (¿Décadas, siglos? ). Cuando hay un terremoto, los vecinos del barrio adoptan de pronto conductas de lo más solidarias, cuando unas horas antes apenas si se saludaban los unos a los otros. Las emergencias producen conciencia de comunidad. El planeta al borde del colapso, ¿Nos catapultará más allá de nuestra insaciable ceguera? Wilber hablaría de transición por estadios, de etapas más antiguas y largas cuanto más primitivas; y más cortas, sofisticadas y evolutivas cuanto más recientes . De la obsesión por el dominio violento a la adhesión a los relatos míticos y las verdades únicas, del endiosamiento de la razón al perspectivismo a ultranza y ahora, inaugurando milenio, la emergencia de un nuevo estrato, en el que integremos lo mejor de cada época y cultura, de cada disciplina y ciencia, para lograr una conciencia global unificada. Asegura la teoría integral que una etapa más significativa, menos primitiva, más compleja y profunda vendrá como vinieron las células después de las moléculas y estas tras la existencia de los átomos. Solo se requeriría masa crítica. Redes de comunicación sentipensante, como diría Maturana.

13- Venia final ante la corte

Si dije verdades en este texto me felicito, por desnudas que hayan tenido que  presentarse, por vergonzoso que sea aceptar que el poder  se ha enmascarado de ideas políticas, ideologías económicas y cifras econométricas complacientes con los autoritarismos dominantes. He sido un caricaturista. Todo lo he exagerado con lupa para podérmelo explicar a mí mismo. Me he divertido de las verdades que, al presentarse escuetas, parecen bromas. Si no enuncié verdades como un experto es porque no lo soy, pero hasta los bufones de las cortes se daban cuenta de las mentiras de los reyes y se las restregaban en la cara, saliendo además ilesos. Si les hizo gracia como hablé es porque alguna  máscara cayó al piso. Hagamos borrón y cuenta nueva, aceptemos que esta gasolina con la que vuela el avión de la civilización  acabará  por incendiarlo e inventemos una manera no autodestructiva de impulsar turbinas.