Estimados estudiantes. He aquí un flagrante ejemplo de una sinopsis en la cual el estudiante o la estudiante simplemente copió las palabras textuales del autor, convirtiéndolas en las suyas propias, al no ponerlas entre comillas; y , para peor, convirtiendo TODO el texto en una copia del texto original. El procedimiento que se siguió para no pensar por su propia cuenta, de parte del autor o autora de este texto consistió en tomar frases , posiblemente subrayadas antes, o al azar, y mezclarlas con algunas frases propias, siguiendo una secuencia relativamente lógica.
Les recuerdo que es muy fácil para mí identificar este tipo de despropósitos , que conducen a una nota cuantitativa muy baja.
Les recuerdo que es muy fácil para mí identificar este tipo de despropósitos , que conducen a una nota cuantitativa muy baja.
Plagio:
SINOPSIS
SCHOPENHAUER PARTE 2 – TAREA 8
El orgullo es la
convicción ya consolidada de cualquier aspecto que le pertenece al ser
humano, mientras que la vanidad consiste
en el deseo de suscitar dicha convicción en los demás, el cual está
generalmente ligado a la esperanza secreta de convertir tal convicción en
propia y Sólo esta convicción firme, interior
e inconmovible son las que conforman las cualidades sobresalientes propia de
hacer capaz de que alguien se sienta orgulloso, Esta circunstancia se
debe en el fondo a que cuanto más pertenece alguien a la humanidad misma en su conjunto, tanto más
alienado estará de sus contemporáneos. Éstos se inclinarán más a valorar a
quienes estén dedicados a los asuntos de su corta jornada, a las modas del
momento.
Por ello el hombre
emprende una categoría entre lo que
valora y lo que verdaderamente
pertenece en especial de lo que elige de
sus gustos al emprender nuevas actividades ya sea por amor a ellas mismas y por el placer que
sienten al hacerlas, el estímulo procedente de la fama, si alguna persona no
puede ser completamente ella misma sino cuando está sola; quien no ama la
soledad es porque no ama la libertad, pues únicamente se es libre cuando se
está solo, dependiendo del valor que
tenga esa persona y evitará, soportará o
amará la soledad, de ahí que pueda distinguirse de dos clases de personas que
toleran la soledad En la soledad el
desgraciado siente su propia desgracia, el espíritu grande toda su grandeza y,
en suma, cada uno aquello que es. Además, cuanto más alto esté alguien en la
escala natural, tanto más solitario estará, y, por cierto, de forma esencial e
inexorable.
La naturaleza ha
establecido, en lo moral y en lo intelectual, las más amplias diferencias entre
los hombres, la sociedad, pasándolas por alto, los ha declarado a todos
iguales. En las agrupaciones grandes prevalece la mediocridad de aquí surge la
definición de La llamada «buena sociedad» que reconoce todo tipo de méritos,
excepto los intelectuales; pues la superioridad espiritual ofende con su mera
presencia, pues es de naturaleza del hombre que cuando se encuentra en compañía
de personas ordinarias debemos
traicionarnos a nosotros mismos y renunciar a tres cuartas partes de
nuestra personalidad si queremos mimetizamos con los demás, Es sabido que los
males son más llevaderos cuando son soportados en compañía: y entre dichos males
los hombres suelen incluir al aburrimiento; no es extraño, pues, que se reúnan
para aburrirse juntos.
Así como el amor a la vida es en el fondo una
especie de temor a la muerte, así también el impulso de sociabilidad, no está
basado en el amor a la sociedad, sino en un temor a la soledad, en tanto que no
se busca la grata presencia del otro, sino que se evita el hastío y la
depresión de estar solo, así como la monotonía de la propia consciencia. Así
pues, la sociabilidad de cada uno está aproximadamente en proporción inversa a
su valor intelectual.
La intensidad de la
inclinación hacia el apartamiento y la soledad no es algo puramente natural o
el efecto inmediato de las necesidades, sino el resultado de experiencias
pasadas y de las reflexiones sobre las mismas, es decir, de haber comprendido
lo moral e intelectualmente precaria que es la índole de la inmensa mayoría de
los hombres, cuya más grave consecuencia es que, en cada individuo, las
imperfecciones morales e intelectuales se aúnan y conspiran entre sí para dar
lugar a toda suerte de fenómenos sumamente desagradables, que hacen que
relacionarse con la mayoría de la gente sea muy difícil o imposible.
La soledad es el destino de todos los
espíritus sobresalientes: puede que en ocasiones éstos la deploren; pero al
final la aceptarán como un mal menor.
Respecto a la
sociabilidad del ser, existen las siguientes indicaciones: evitar decir de
inmediato los pensamientos que se le ocurren, no asuma como personal lo que
otros digan durante la conversación, reste importancia moral e intelectual a
sus palabras; y, por lo tanto, cultive esa indiferencia en relación con las
opiniones ajenas que es el medio más seguro para ejercer siempre una loable
tolerancia.
Séneca: «Que nuestras
cosas nos complazcan sin que las comparemos con las de los demás; jamás será
feliz quien se atormenta pensando en una felicidad mayor».
Proclo: «Así como en
cada ciudad, aparte de los nobles y distinguidos, también vive todo la más
variopinta plebe, así también en cada hombre, sin exceptuar al más noble y
elevado, está presente en potencia lo más bajo y vulgar de la naturaleza
humana, e incluso de la animal».
Séneca: «Si quieres
someter a ti mismo todas las cosas, sométete tú mismo a la razón».
Siempre que hay un
trato o contacto con otra persona, va a existir alguien o algo que nos causa
molestia o disgusto, se debe analizar los sentimientos hacia esas persona para
permitir que esas situaciones continúen o no.
Mientras que el rango y
la riqueza pueden contar como un índice de superioridad sobre sus pares,
teniendo gran mérito y reconocimiento por ello, el elemento que logra tener más
valor por sobre todo son las virtudes intelectuales pues estas, aunque
generalmente son ignoradas, nos diferencian de los demás pues hace superior al
ser, resaltando sus calidades como persona dentro de la sociedad, las riquezas
y las jerarquización de poder, son cuestiones accesorias, pues la verdadera
intelectualidad es la que podrá proyectar una mejor caracterización, puede ser
la persona más humilde quien intervenga, pero a pesar de que se reconozca su
inferioridad de poder y riqueza, pueda tener virtudes intelectuales que lo
hacen superior frente a los demás.
Según Baltasar Gracián
“la sindéresis es la gran custodia instintiva de sí mismo, sin la cual el
individuo acabaría por perecer.” Puede entonces llegar a existir mayor
sabiduría, en los impulsos interiores que no distinguen una nivelación
valorativa, simplemente son reflejos naturales e inconscientes denominadas
instinto.
Un hombre que se
destaque en algún sentido, es decir, que no pertenezca a esas cinco sextas
partes de la humanidad que la naturaleza ha dotado tan tristemente,
difícilmente se verá libre, a partir de los cuarenta años de edad, de cierto
aire de misantropía. Pues habiendo juzgado, como es natural, a los demás desde
sí mismo, se habrá ido decepcionando paulatinamente de ellos, hasta darse
cuenta de que ni en la cabeza ni en el corazón, ni, casi siempre, en ambos,
aquéllos están o estarán a su altura; por lo que preferirá no tratarlos; así
como, en general, cada individuo amará u odiará la soledad, es decir, la
compañía consigo mismo, en proporción a su valía interior.
Normalmente la juventud
suele llamarse la etapa feliz de la vida y por el contrario la vejez la etapa
triste, pero en realidad, la felicidad en la juventud es una ilusión pues las
constantes fluctuaciones del ser, la constante adaptación a la sociedad, y la
capacidad cada vez más de asociarse, hacen que durante la juventud se vida un
estilo de vida tan activo que nos da la impresión de felicidad, mientras que la
vejez es una fase de descanso de paz en la cual no se actúa de forma pasional,
simplemente se observa, y el conocimiento adquirido durante la “etapa feliz” se
asienta dando una mayor capacidad de reflexión.
Cuando se llega a la
vejez todo se ha calmado las emociones se convierten en reflexiones, y la
capacidad de asombro se ha perdido en gran mayoría, la experiencia se vuelve un
conocimiento experimental, y a su vez reflexivo consiente y responsable.
De esta forma la
existencia del ser se mantiene en un constante estado de actividad que a través
de los años se va reduciendo, para que al
final de la vida se entre en un periodo de inactividad, la cual es
desesperante para algunos seres, pues produce un terrible hastió. Es por esta
necesidad de actividad nos lleva a satisfacerla por medio de labores
productivas, como fabricar cestas, escribir pues llenan esa necesidad de
actividad aislando la mente y produciendo una satisfacción.
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