viernes, 11 de septiembre de 2015

Plagio de un estudiante

Estimados estudiantes. He aquí un flagrante ejemplo de una sinopsis en la cual el estudiante o la estudiante simplemente copió las palabras textuales del autor, convirtiéndolas en las suyas propias, al no ponerlas entre comillas; y , para peor, convirtiendo TODO el texto en una copia del texto original. El procedimiento que se siguió para no pensar por su propia cuenta, de parte del autor o autora de este texto consistió en tomar frases , posiblemente subrayadas  antes, o al azar, y mezclarlas con algunas frases propias, siguiendo una secuencia relativamente lógica.

Les recuerdo que es muy fácil para mí identificar este tipo de despropósitos , que conducen a una nota cuantitativa muy baja.


Plagio: 


SINOPSIS SCHOPENHAUER PARTE 2 – TAREA 8
El orgullo es la convicción ya consolidada de cualquier aspecto que le pertenece al ser humano,  mientras que la vanidad consiste en el deseo de suscitar dicha convicción en los demás, el cual está generalmente ligado a la esperanza secreta de convertir tal convicción en propia y Sólo esta  convicción firme, interior e inconmovible son las que conforman las cualidades sobresalientes propia de hacer  capaz de que alguien  se sienta orgulloso, Esta circunstancia se debe en el fondo a que cuanto más pertenece alguien a  la humanidad misma en su conjunto, tanto más alienado estará de sus contemporáneos. Éstos se inclinarán más a valorar a quienes estén dedicados a los asuntos de su corta jornada, a las modas del momento.
Por ello el hombre emprende una categoría entre lo que  valora y  lo que verdaderamente pertenece en especial de  lo que elige de sus gustos al emprender nuevas actividades ya sea  por amor a ellas mismas y por el placer que sienten al hacerlas, el estímulo procedente de la fama, si alguna persona no puede ser completamente ella misma sino cuando está sola; quien no ama la soledad es porque no ama la libertad, pues únicamente se es libre cuando se está solo,  dependiendo del valor que tenga esa persona y  evitará, soportará o amará la soledad, de ahí que pueda distinguirse de dos clases de personas que toleran la soledad  En la soledad el desgraciado siente su propia desgracia, el espíritu grande toda su grandeza y, en suma, cada uno aquello que es. Además, cuanto más alto esté alguien en la escala natural, tanto más solitario estará, y, por cierto, de forma esencial e inexorable.
La naturaleza ha establecido, en lo moral y en lo intelectual, las más amplias diferencias entre los hombres, la sociedad, pasándolas por alto, los ha declarado a todos iguales. En las agrupaciones grandes prevalece la mediocridad de aquí surge la definición de La llamada «buena sociedad» que reconoce todo tipo de méritos, excepto los intelectuales; pues la superioridad espiritual ofende con su mera presencia, pues es de naturaleza del hombre que cuando se encuentra en compañía de personas ordinarias debemos  traicionarnos a nosotros mismos y renunciar a tres cuartas partes de nuestra personalidad si queremos mimetizamos con los demás, Es sabido que los males son más llevaderos cuando son soportados en compañía: y entre dichos males los hombres suelen incluir al aburrimiento; no es extraño, pues, que se reúnan para aburrirse juntos.
 Así como el amor a la vida es en el fondo una especie de temor a la muerte, así también el impulso de sociabilidad, no está basado en el amor a la sociedad, sino en un temor a la soledad, en tanto que no se busca la grata presencia del otro, sino que se evita el hastío y la depresión de estar solo, así como la monotonía de la propia consciencia. Así pues, la sociabilidad de cada uno está aproximadamente en proporción inversa a su valor intelectual.
La intensidad de la inclinación hacia el apartamiento y la soledad no es algo puramente natural o el efecto inmediato de las necesidades, sino el resultado de experiencias pasadas y de las reflexiones sobre las mismas, es decir, de haber comprendido lo moral e intelectualmente precaria que es la índole de la inmensa mayoría de los hombres, cuya más grave consecuencia es que, en cada individuo, las imperfecciones morales e intelectuales se aúnan y conspiran entre sí para dar lugar a toda suerte de fenómenos sumamente desagradables, que hacen que relacionarse con la mayoría de la gente sea muy difícil o imposible.
 La soledad es el destino de todos los espíritus sobresalientes: puede que en ocasiones éstos la deploren; pero al final la aceptarán como un mal menor.
Respecto a la sociabilidad del ser, existen las siguientes indicaciones: evitar decir de inmediato los pensamientos que se le ocurren, no asuma como personal lo que otros digan durante la conversación, reste importancia moral e intelectual a sus palabras; y, por lo tanto, cultive esa indiferencia en relación con las opiniones ajenas que es el medio más seguro para ejercer siempre una loable tolerancia.
Séneca: «Que nuestras cosas nos complazcan sin que las comparemos con las de los demás; jamás será feliz quien se atormenta pensando en una felicidad mayor».
Proclo: «Así como en cada ciudad, aparte de los nobles y distinguidos, también vive todo la más variopinta plebe, así también en cada hombre, sin exceptuar al más noble y elevado, está presente en potencia lo más bajo y vulgar de la naturaleza humana, e incluso de la animal».
Séneca: «Si quieres someter a ti mismo todas las cosas, sométete tú mismo a la razón».
Siempre que hay un trato o contacto con otra persona, va a existir alguien o algo que nos causa molestia o disgusto, se debe analizar los sentimientos hacia esas persona para permitir que esas situaciones continúen o no.
Mientras que el rango y la riqueza pueden contar como un índice de superioridad sobre sus pares, teniendo gran mérito y reconocimiento por ello, el elemento que logra tener más valor por sobre todo son las virtudes intelectuales pues estas, aunque generalmente son ignoradas, nos diferencian de los demás pues hace superior al ser, resaltando sus calidades como persona dentro de la sociedad, las riquezas y las jerarquización de poder, son cuestiones accesorias, pues la verdadera intelectualidad es la que podrá proyectar una mejor caracterización, puede ser la persona más humilde quien intervenga, pero a pesar de que se reconozca su inferioridad de poder y riqueza, pueda tener virtudes intelectuales que lo hacen superior frente a los demás.
Según Baltasar Gracián “la sindéresis es la gran custodia instintiva de sí mismo, sin la cual el individuo acabaría por perecer.” Puede entonces llegar a existir mayor sabiduría, en los impulsos interiores que no distinguen una nivelación valorativa, simplemente son reflejos naturales e inconscientes denominadas instinto.
Un hombre que se destaque en algún sentido, es decir, que no pertenezca a esas cinco sextas partes de la humanidad que la naturaleza ha dotado tan tristemente, difícilmente se verá libre, a partir de los cuarenta años de edad, de cierto aire de misantropía. Pues habiendo juzgado, como es natural, a los demás desde sí mismo, se habrá ido decepcionando paulatinamente de ellos, hasta darse cuenta de que ni en la cabeza ni en el corazón, ni, casi siempre, en ambos, aquéllos están o estarán a su altura; por lo que preferirá no tratarlos; así como, en general, cada individuo amará u odiará la soledad, es decir, la compañía consigo mismo, en proporción a su valía interior.
 
Normalmente la juventud suele llamarse la etapa feliz de la vida y por el contrario la vejez la etapa triste, pero en realidad, la felicidad en la juventud es una ilusión pues las constantes fluctuaciones del ser, la constante adaptación a la sociedad, y la capacidad cada vez más de asociarse, hacen que durante la juventud se vida un estilo de vida tan activo que nos da la impresión de felicidad, mientras que la vejez es una fase de descanso de paz en la cual no se actúa de forma pasional, simplemente se observa, y el conocimiento adquirido durante la “etapa feliz” se asienta dando una mayor capacidad de reflexión.
Cuando se llega a la vejez todo se ha calmado las emociones se convierten en reflexiones, y la capacidad de asombro se ha perdido en gran mayoría, la experiencia se vuelve un conocimiento experimental, y a su vez reflexivo consiente y responsable.

De esta forma la existencia del ser se mantiene en un constante estado de actividad que a través de los años se va reduciendo, para que al  final de la vida se entre en un periodo de inactividad, la cual es desesperante para algunos seres, pues produce un terrible hastió. Es por esta necesidad de actividad nos lleva a satisfacerla por medio de labores productivas, como fabricar cestas, escribir pues llenan esa necesidad de actividad aislando la mente y produciendo una satisfacción.

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