martes, 13 de octubre de 2015

filosofía, antidogmatismo y ética del diálogo

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Kwasi wiredu :
hacia una filosofía Mundial
si comprendiéramos con claridad la independencia de la moral frente a la religión, la brutalidad de los conflictos actuales se vería sin duda atenuada,
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Kwasi Wiredu (Ghana).
La filosofía, idealmente, debe criti- car y al mismo tiempo reconstruir. Ser crítico no significa tan sólo ser capaz de criticar las creen- cias y los razonamientos de los otros, sino también practicar la autocrítica o, en otros términos, dialogar consigo mismo. Ello im- plica también dialogar con los otros, pertenezcan o no a nues- tra cultura o a nuestra escuela de pensamiento.
En el mundo de hoy, es urgente establecer ese diálogo. No para llegar forzosamente a un consen- so sino para lograr por lo menos una comprensión de la pluralidad de creencias y también de la falta de creencias y del respeto, no nada más de la tolerancia, de esta última situación. Pensemos sólo en los estragos que acarrea en la actualidad la ausencia de diálogo en los conflictos internacionales e intra-nacionales.
El diálogo
no es simplemente
un intercambio
de ideas
Los filósofos deben, además de poner en evidencia esa necesi- dad de diálogo, explicar su natu- raleza. El diálogo no se resume a un simple intercambio de ideas. Un grupo en desacuerdo puede intercambiar vivamente sus ideas, situación muy alejada de lo que es un diálogo. La indulgencia re- sultante de una admiración mutua no constituye tampoco un diálo- go. En ambos casos, la finalidad buscada no es la adquisición de conocimientos sobre la verdad o la bondad a fin de instaurar relaciones humanas deseables, condiciones indispensables para el diálogo. El diálogo debe ba- sarse en un debate racional. Y tal debate sólo es posible si las par- tes reconocen la posibilidad de
haberse equivocado. Pero como todos sabemos, tal disposición de espíritu no surge en forma innata. Uno de los obstáculos más graves para el diálogo es el dogmatismo, y el papel de los filósofos es o de- bería ser contribuir a encontrar un antídoto. El dogmatismo no con- siste solamente en defender una idea con tal convicción que des- carte toda posibilidad de error. El dogmatismo existe en todas las esferas del pensamiento humano, comprendida por desdicha tam- bién la filosofía, en la acepción más amplia del término. No ob- stante, en una concepción ideal de la disciplina, desembarazarse de dogmatismos es precisamente uno de los objetivos de la filosofía.
En nuestros días, dogmatismos contrarios se combaten sin fin, por ejemplo cuando se enfren- tan partes opuestas armadas de revelaciones divinas totalmente incompatibles entre sí concerni- entes a la naturaleza de la vida vir-
estima el filósofo ganeano Kwasi wiredu. conflictos que en parte se deben a la carencia de diálogo.
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El Correo de la UNESCO - 2007 N°9
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El diálogo debe basarse en la discusión racional.
tuosa. El carácter inextricable de la situación se debe en gran medida a un sentido compartido de infalibi- lidad. En tales situaciones existen por lo menos tres niveles de error.
© UNESCO/Jean Mohr
© Kwasi Wiredu
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En primer lugar, los individuos pre- tendidamente infalibles se supone que no tienen necesidad alguna de dialogar entre sí y los que son fal- ibles lógicamente no tienen ningún peso frente a sus adversarios infal- ibles. Ahora bien, la filosofía tiene el deber y la facultad de desmantelar las pretensiones de infalibilidad, que son reivindicaciones humanas, terriblemente humanas. Y el hecho es que “errar es humano”.
Un antídoto contra
el dogmatismo
En segundo lugar, la mayoría de esos conflictos surgen cuando los hábitos y el modo de vida de un grupo son impuestos a todos como leyes universales. De conseguirse captar correctamente la distinción entre particular y universal, el com- bate por la comprensión intercul- tural se habría ya a medias ganado. He ahí otra meta filosófica.
El tercer nivel de error es el más difícil de delimitar. Se trata de la subordinación de la moral a la re-
ligión, conocida en la filosofía occi- dental contemporánea como teoría de la moral emanada de los man- damientos divinos. En resumen, ella afirma que lo moralmente justo es, por definición, ordenado por Dios. Sócrates, en el “Eutifrón” de Platón, se esforzó en refutar ese tipo de concepción demostrando, por su método dialéctico, que esto implicaba la idea absurda de que la cualidad moral de una acción no tiene relación con su naturaleza. A este respecto, Sócrates fue com- prendido por muchos filósofos pero no por buen número de los líderes de opinión.
La filosofía ha de desmarcarse del dogmatismo.
A pesar de que la autoridad de la religión sobre la moral pudo ser controvertida en el mundo occi- dental y no existe, de hecho, en ciertas culturas no occidentales, como por ejemplo en África, la fi- losofía en ese ámbito tiene todavía mucho por hacer. Si se comprende con claridad la independencia lógi- ca de la moral frente a la religión, la brutalidad de los conflictos ac- tuales podría, sin lugar a dudas, verse atenuada.
Dr Kwasi Wiredu,
Profesor Distinguido del Departamento de Filosofía de la Universidad del Sur de la Florida, Tampa, Florida.



MohaMMed arKoun
filosofía y religión: inTercaMbios y Tensiones
El pensamiento filosófico y el pensa- miento religioso tienen en el espa- cio mediterráneo una larga historia común. Luego de sus respectivas emergencias en Grecia y en el Medio Oriente se enfrentaron, con- frontaron y fecundaron. Los inter- cambios y las tensiones continúan hasta nuestros días pero ante el tri- unfo de la cultura del libre mercado y de la civilización de la informática se advierten ciertos signos de agot- amiento.
En materia de intercambios, los dos grandes corpus, platónico y aristotélico, fueron determinantes para la construcción de las te- ologías judía, cristiana e islámica. Hecho evidente desde la circu- lación de los Setenta (ndlr. traduc- ción griega de la Tora) establecida entre los años 250-130 AC en el
Mohammed Arkoun (Argelia).
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El Correo de la UNESCO - 2007 N°9
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© UNESCO/Mohammed Arkoun
© UNESCO/S. Kim
judaísmo alejandrino y en la trans- misión en griego de los Evangelios declarados auténticos por la iglesia cristiana.
Los tres pensamientos religiosos; judío, cristiano e islámico, fueron marcando las tensiones entre razón filosófica y razón teológica. Así lo testimonian las obras de Averroes (m. en 1198), Maimónides (m. en 1204) y Tomás de Aquino (m. en 1274).
En el Islam, a partir del siglo XIII, la expansión de las cofradías acarrea la regresión de la razón teológica y la eliminación de la cultura filosófica griega, que aún hoy pena en reacli- matarse incluso a nivel universitario. En Europa latina y cristiana, es la cor- riente filosófica la que gana terreno, al grado de marginar a la teología desde la revolución de las Luces y sobre todo con la separación de las iglesias y del Estado laico.
En la Cristiandad, la razón teológi- ca está cada vez más obligada a obrar tras las huellas de las ciencias humanas y de la sociedad. No es el caso del Islam, donde las corri- entes apologéticas y fundamental- istas rechazan la ciencia colonial y la ciencia de Occidente percibidas como fuerzas destructoras de las tradición islámica. A tal punto que algunos sostienen la idea de islami- zar la modernidad y no de moderni- zar el Islam.
Marginalización
del pensamiento
Las múltiples revoluciones introdu- cidas por la informática y el creci- miento demográfico producido en
los países pobres conmocionaron lo que los sociólogos dieron en llamar los “cuadros sociales” del pensamiento y del conocimiento. Diferencias considerables se con- tinúan ahondando entre los países más ricos y los países abandonados a los efectos perversos de las leyes del libre mercado y del consumo. En los países sometidos a regímenes autoritarios, incluso depredadores, el regreso a la religión traduce la búsqueda de un refugio, de una protección social y de un punto de apoyo moral y psicológico.
La religión es un refugio, un amparo para los opositores y un trampolín para satisfacer ambiciones socia- les y políticas. Esto último produce, privados de un acompañamiento cultural e intelectual críticos, la de- gradación de los valores espiritu- ales. Pero se puede comprobar que la religión populista y supersticiosa progresa incluso en las sociedades más ricas, como por ejemplo Esta- dos Unidos. El triunfo indiscutido de la “razón teletecnocientífica” re- fuerza la expansión de la religiosidad en los países ricos e hiper-desarrol- lados y, en consecuencia, margina la cultura y el pensamiento filosóficos.
Estadísticas recientes sobre la repartición de bachilleres en Francia muestran que 52% de la promoción 2007 provinieron de especializa- ciones denominadas científicas; en tanto, sólo 16% lo hicieron de las ramas literarias. Francia e Italia son los únicos países que, a mi cono- cimiento, enseñan la filosofía en la escuela. Existe tanto desinterés por esta materia como por la histo-
ria, otra disciplina clave de aquello que en otro tiempo se llamaban hu- manidades, por su relación con la cultura y las conductas humanistas. Otras estadísticas en los países en vías de desarrollo prueban que muchos jóvenes comprometidos en movimientos islamistas de combate provienen de las carreras científi- cas. En todas partes, los Estados apoyan estas orientaciones debido a razones de desarrollo económico y de lucha contra el desempleo.
La brecha crece
En tanto historiador del pensamien- to islámico puedo testimoniar que entre 1970 y 2000 medí, año tras año, en la Universidad de la Sorbona, un empobrecimiento creciente del conocimiento histórico, de la razón histórica, sociológica y antropológi- ca. Comprobé también una ausen- cia en el conjunto de la producción científica de casi todo cuanto nutre la crítica epistemológica, misma que, cuando se manifiesta, es demasiado técnica como para implicar a los lec- tores. He aquí un número de factores que aceleran la primacía de las for- maciones “teletecnocientíficas” y el triunfo del saber de los expertos en detrimento de las preocupaciones humanistas inseparables de la inqui- etud filosófica.
Es cierto que la mayoría de los pro- fesionales de la filosofía no proponen una escritura más accesible al gran público. Quienes van por tal sendero son tratados con condescendencia por los guardianes de la “seriedad” filosófica. Los coloquios a los que tuve el gusto de participar en la UNESCO y otros foros me conven- cieron de que la brecha entre cuanto espera el público y la producción filosófica innovadora, en un futuro próximo, corre el riesgo de aumentar. Aplico este convencimiento tanto a las culturas pragmáticas como a las sociedades víctimas de la expansión de las religiones ritualistas de ten- dencia populista.
(Argelia), historiador del pensamiento islámico. Profesor de la Universidad Sorbonne Nouvelle, París. 

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